Manos Unidas aboga por la educación y la acción para combatir la explotación infantil en el mundo, en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil que se celebra cada 12 de junio.
Según el informe ‘Trabajo infantil: estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir’, publicado en 2021 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF, la cantidad de niños que trabajan se eleva a 160 millones en todo el mundo. En concreto, un total de 79 millones de niños de cinco a 17 años realizan un trabajo peligroso.
Como ha denunciado el experto del departamento de estudios de Manos Unidas, Waldo Fernández, se trata de niños que realizan “trabajos domésticos casi esclavos, sin descanso y en medios insalubres”. También engloba a aquellos que trabajan en el campo, “de sol a sol”, con “grandes esfuerzos”, en la industria o la mina, donde utilizan “herramientas y materiales que ningún niño debería manejar”.
La explotación infantil afecta, a su vez, a las “decenas de miles de niños soldado” que, como alerta, son reclutados por grupos armados regulares o irregulares. Fernández también pone el foco en los “más de 1,2 millones de menores víctimas de tráfico infantil, los niños involucrados en redes de comercio sexual, las niñas casadas y destinadas al trabajo doméstico desde temprana edad, o los que trabajan en las fábricas”.
Todos esos niños, como ha destacado, se ven privados de su derecho a jugar y de su crecimiento físico y mental. “Muchos de ellos deben abandonar la escuela, sufren traumas psicológicos y tendrán muchas menos posibilidades de progresar y de abandonar el círculo de la pobreza”, ha añadido, al tiempo que alerta de que la explotación y esclavitud infantil están presentes en el “día a día”, en la ropa y los teléfonos móviles fabricados en “condiciones infrahumanas”.
Ante esta situación, la ONG apoya más de 500 proyectos de desarrollo que buscan “disminuir la brecha digital que separa a ricos y pobres”. “Queremos ser parte de esa transformación que necesita el mundo, que permita a todos los seres humanos vivir con dignidad”, asegura Fernández.
DOS CENTROS PARA COMBATIR EL TRABAJO INFANTIL EN TOGO
El mercado de Hanoukope se encuentra en las afueras de Lomé, capital de Togo. Por el medio del mercado, como ha explicado Manos Unidas, pasa un tren y la mayoría de la gente que vende en el mercado vive también en él, “hacinada entre los puestos, la basura y la vía del tren”.
En ese “mundo marginal”, el trabajo y explotación de niños “es una realidad”. Por un lado, según indica la ONG, existe el trabajo esclavo de niños que son vendidos por su familia, son propiedad de un patrón y no reciben ningún salario. “No van a la escuela ni tienen derechos de ningún tipo”, destaca.
Por otro lado, hay niños que, debido a la falta de recursos de sus padres, en vez de acudir a la escuela, trabajan desde pequeños más de doce horas al día en “condiciones penosas”: “los chicos como porteadores de mercancías, vendedores o mecánicos y las chicas, como sirvientas, vendedoras ambulantes o en restaurantes y bares”.
Según denuncia Manos Unidas, hay violencia y abusos sexuales no sólo entre las chicas; “existen embarazos precoces, enfermedades sexuales y mucha miseria”. También hay casos de abuso sexual en la familia, violaciones y víctimas del tráfico.
En el año 2004, las Carmelitas Vedrunas, socio local de Manos Unidas en el país, instalaron en medio del mercado un centro en el que llevaban a cabo trabajos de sensibilización, animación y formación entre los adultos y de acompañamiento, tratamiento psicológico y educación entre los niños.
Años después, cuando el mercado se amplió y comenzó a crecer al otro lado de la carretera, pidieron apoyo a Manos Unidas para la construcción de un pequeño centro en el nuevo mercado en el que realizar las mismas actividades que en el centro anterior. Manos Unidas colaboró en el pago de parte de los salarios de las educadoras, asistentes sociales y jurídicos, psicólogo y médico para el funcionamiento durante un año de los dos centros.
En la actualidad, la ONG también trabaja con las religiosas Vedrunas en un proyecto de apoyo a mujeres adultas con falta de formación, para la realización de actividades generadoras de ingresos. Además, ayuda a chicas jóvenes víctimas de violencia y malos tratos con el objetivo de reinsertarlas en la sociedad a través de la educación. Asimismo, intenta sensibilizar a la población en general en estos temas de violencia de género y derechos de la mujer.
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