Dicen que las deudas no se heredan, pero siempre hay excepciones que confirman la regla. En el caso de las familias, si el heredero recibe activos de sus familiares, también debe asumir los pasivos que los acompañan. Y en el sector público, los gobiernos son inmortales, y por tanto también lo son las deudas que dejan a su paso. Para el autor Martín Kanenguiser, estas herencias son malditas, no solo por ser deudas, sino porque parecen estar embrujadas con el maleficio de nunca poder ser resueltas.
Martín Kanenguiser, periodista económico de Infobae y especialista en historia y relaciones internacionales, narra con contundencia el doloroso fenómeno que ha marcado la historia argentina de los últimos 50 años: la deuda externa. La maldita herencia, que puede descargarse gratis desde Bajalibros, es una necesaria reedición y actualización del libro homónimo publicado en 2003, que en vista de la realidad actual, constituirá sin dudas una nueva referencia inicial en los todavía varios capítulos que se avecinan.
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Aunque su obra comienza con una explicación metódica, lo que resalta en La maldita herencia no son solamente las frías estadísticas, que son parte indisociable del trabajo y están cuidadosamente calculadas, sino las historias y nombres detrás de las decisiones que se tomaron en torno a la deuda externa. El libro es un resultado de una formidable tarea de registro, que ofrece una mirada única a un tema que ha definido buena parte de la historia económica de la Argentina.
Al fijar la fecha de inicio del análisis en la última dictadura militar, el autor puede conocer la opinión de los actores involucrados en esta historia. A través de 130 entrevistas con ministros, presidentes del Banco Central, negociadores oficiales, banqueros, analistas de mercado y funcionarios de los Estados Unidos y de los organismos multilaterales de crédito, incluido el Fondo Monetario Internacional, Kanenguiser ha realizado una tarea ciclópea pero a la vez fascinante, que tomó no menos de dos años.
El resultado es una referencia ineludible de la historia económica del país y una crónica que desciende al nivel personal de los implicados, revelando que a veces los detalles pueden ser tan importantes como las grandes razones. En una entrevista privada, el autor reconoció que la mayoría de los entrevistados se mostraron amables y, en general, humildes y sinceros. Una actitud que podrá ser normal en el cara a cara, pero que es decididamente poco común durante el mandato público.
Kanenguiser se propone demostrar, sin ambigüedades, que la deuda externa es una historia de fracasos. Y aun cuando este diagnóstico es compartido por casi todos los entrevistados, la principal defensa o excusa que los responsables esgrimen es “si me hubieran dado un poco más de tiempo…”.
En mi opinión personal, yo hubiese esperado que quienes detentan el manejo de la economía se quejaran de un acompañamiento insuficiente de la política, pero ambas dimensiones están relacionadas. Los políticos, básicamente, no siempre pueden esperar, y los tiempos de los éxitos económicos suelen ser más largos de lo que el poder requiere.
La afirmación de que el fracaso radica en no haber solucionado la deuda requiere de un cierto matiz. La deuda financia gastos, y estos usos pueden ser productivos o improductivos. Así, hay deudas provechosas y fructíferas, y otras que operan como una pura restricción, y ni siquiera es obvio que esto dependa del nivel de endeudamiento. Por ejemplo, la deuda pública de Estados Unidos es actualmente similar a la de Argentina en términos del producto, y el estado de Japón debe más de tres veces su PIB. A pesar de ello, estas economías no han fracasado ni se encuentran al borde del abismo, como sucede de manera sistemática en nuestro país.
No obstante, en una nación con tantas debilidades en tantos frentes, la deuda representa una amenaza constante, cual espada de Damocles, y esto queda suficientemente evidenciado en La maldita herencia. Como señala el autor en el prólogo, en las últimas décadas los gobiernos han intentado liberarse de la deuda como si se tratara de una maldición, sin apoyarse en una estrategia coherente que haga consistente lo político con lo económico. El fracaso, por tanto, no radica en la incapacidad de eliminar la deuda, sino en la imposibilidad de controlarla y administrarla para evitar que obstaculice el desarrollo.
Kanenguiser hace un minucioso recorrido por cada intento de poner fin a la maldición de la deuda, demostrando que se han utilizado casi todas las recetas posibles. La lista de alternativas probadas y fracasadas es interminable: ministros con experiencia académica o en los negocios, superministros o equipos de expertos, medidas ortodoxas o heterodoxas, sistemas de tipo de cambio fijo o flexible, políticas de regulación o de desregulación y toda clase de administración del flujo de capitales.
Además, las páginas contienen un juicioso análisis de los planes antiinflacionarios bajo el supuesto, desde luego acertado, de que la deuda ha sido y sigue siendo un factor central de la inestabilidad de los precios. El autor también destaca el dato evidente de que gran parte del problema proviene de un descontrol endémico de las finanzas públicas.
Las preguntas que se hace Kanenguiser no son nimias. ¿Las políticas respecto de la deuda no tuvieron éxito por falta de ideas, de consenso interno para implementar los programas económicos, o por la “codicia” de los acreedores? ¿O fracasaron simplemente por cargar con la pesada herencia de sus predecesores en un contexto en que las instituciones vigentes no permiten llevar a cabo las medidas necesarias para acabar con el problema? Como objeto vivo que es, el libro plantea estos interrogantes pero no los resuelve, porque aún quedan muchos episodios por estrenar en esta saga.
La maldita herencia cumple con creces las condiciones formales para lograr sus objetivos comunicacionales. Su prosa es la de un periodista con amplia experiencia y sólida formación académica, su organización es minuciosa y sus datos rigurosos. Sin embargo, su investigación no se limita a repetir la historia de la deuda que se encuentra en los medios tradicionales o en otros libros sobre el tema.
Kanenguiser propone profundizar esta historia con tramas desconocidas, y con un significativo poder explicativo. Además, es importante señalar que La maldita herencia se puede descargar gratuitamente desde la plataforma Bajalibros para su uso libre, lo que representa un aporte desinteresado a la información pública, a la enseñanza de historia económica, y a la academia en general.
La persistencia de historias renovadas acerca de herencias endemoniadas revela una dinámica perversa que representa quizás la hipótesis central del libro: las deudas que se heredan no siempre conviene resolverlas, y a veces vale la pena aguantar y que las paguen los que vienen.
Así empieza “La maldita herencia”
Desde mediados de la década del 70, la deuda se ha convertido en un problema de Estado, en una obsesión para ministros y mandatarios y en una carga cada día más pesada para todos los ciudadanos. Aunque su existencia es anterior al golpe de 1976, es ese momento, con el general Jorge Rafael Videla y con José Alfredo Martínez de Hoz, cuando comienza su espiral explosiva. Que no mermó durante la presidencia de Raúl Alfonsín y que tuvo un incremento abrumador en los dos períodos de Carlos Menem.
Hacia fines de 2001, el modelo colapsó, y pocos días después de la renuncia de Fernando de la Rúa, la Argentina declaró el default, que no se solucionó hasta el 2016, aunque dos años después del país tuvo que volver a pedirle asistencia al FMI y en 2020 volvió a recurrir a una reestructuración con sus acreedores privados.
Para develar la magnitud del problema que la deuda ha generado, y que generará de un modo u otro en el futuro, Martín Kanenguiser reconstruye de manera magistral su tortuoso itinerario, investigando la forma en que la Argentina se endeudó y a los responsables, nacionales y extranjeros, de esas políticas.
La maldita herencia narra la historia pública y privada de la deuda, la trama desconocida de una extensa serie de decisiones que terminaron comprometiendo, cuando decían salvarlos, el patrimonio nacional y la solvencia del país. Un país, la Argentina, que gobierno tras gobierno, década tras década, desde 1976 hasta hoy, ha devengado recursos varias veces millonarios para pagar una deuda que mientras tanto seguía creciendo.
Éste es un libro indispensable para entender cómo sobrevino la quiebra del Estado, la postración de la economía y la indigencia de millones de argentinos.
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