Sebastian Vignolo invitaba al público de ESPN F90 a seguir el programa “con una picadita, un vermouth”. “¿Te gusta el vermouth?”, le preguntó a Oscar Ruggeri, panelista estrella del programa. Y lo azuzó con un recurso que sabía que lo iba a hacer saltar de su asiento. “¿A usted le gusta el brunch?”, le asestó. Fue ahí cuando el ex marcador central de la Selección montó un ataque de furia en vivio por la mezcla de modismos anglosajones en el idioma español. Y motivó las carcajadas de sus compañeros de show.
“¿Por qué no hablan como corresponde? Ma’ qué brunch, ¡picada! Vos decís ‘está la picada’ o ‘vengan que está el brunch’. Si no, váyanse a Estados Unidos”, se enojó. “¿Nunca te invitaron a un brunch”, lo pinchó de nuevo el conductor del ciclo. “No, nunca me invitaron a un brunch. Me quieren convencer, se hacen los cancheros, y son todos del Interior, del bar, de la picada, salamín, pa, pa, pa… Brunch, déjense de romper. Hablen bien”, continuó destilando indignación.
“Pero si estamos hablando bien”, buscó calmarlo el Pollo. “¿Qué vas a estar hablando bien si no entendemos? ¿Qué es un brunch?”, replicó el Cabezón. “No es ni almuerzo ni cena. Es un brunch”, le planteó Vignolo. “Es la mezcla de los dos. ¿Por qué no te adaptás a eso?”, agregó.
“Hablen bien, con los quilombos que tenemos, hablen bien”, siguió ofuscado el campeón del mundo en México 1986. “Pedile a tu mamá que te arme un brunch”, lo llevó el periodista a que levantara otra vez la temperatura. “¡Qué le voy a pedir, me dice ‘ahí tenés el salamín, cortátelo’. Así no vamos a mejorar. After office, home office… ¡trabajo de casa, decí!. Decímelo en español”, aceleró el ex entrenador de San Lorenzo e Independiente.
“¿Qué es el after office?”, lo puso a prueba Vignolo. “Sí sé qué es, es después de la oficina, ¿pero no podemos decir después del laburo vamos a tomar algo? After office, con los líos que tenemos en la cabeza…”, respondió. “Tus hijos deben de decirlo”, volvieron a aguijonearlo. “En mi casa no. En mi casa qué van a decir… After office, dale que está el bruch… Digo ‘terrible picada hoy… No me digan que hay que hablar en inglés”, se mantuvo firme en su postura. Incluso se mostró en contra de emplear modismos ingleses ya incorporados al lenguaje del fútbol, como corner u offside.
Su instante de ira lo condujo a una anécdota. A su incomodidad, pero en otro contexto, no por el idioma: en los aeropuertos. “Una vez me comí una banana y, para no tirar la cáscara al piso, la guardé en el bolso”, prologó. El tema es que se le acercó un perro entrenado y, al olfatear sus maletas, comenzó a ladrar. En consecuencia: le abrieron todo el equipaje para hacerle una revisión.
“La gente miraba así… ‘Narco’, pensaban”. Por eso siempre tuve miedo de que me pongan algo en la valija”, cerró la particular historia.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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