Alberto Fernández consiguió convencer exitosamente al electorado que él es distinto al kirchnerismo que gobernó hasta 2015. Aún cuando Cristina Kirchner es parte de la fórmula presidencial. Ahora comenzó el camino para hacer lo propio con los “mercados”. No pudo esperar hasta después de las elecciones presidenciales. La crisis cambiaria y financiera que se desató al conocerse su abultada victoria en las PASO lo obligó a empezar a dar definiciones rápidamente.
El candidato de Frente de Todos no sólo reiteró que el default no es una opción, que no está pensando en el cepo y que nada está más alejado de su pensamiento que ir hacia el modelo venezolano. También pasó en pocas horas de negarse a cualquier contacto con Mauricio Macri a mantener un amable diálogo telefónico y luego a admitir que “si fuera necesario” lo vería cara a cara. Fue su aporte a la gobernabilidad: ayudarlo al Presidente a que termine su gestión, tratando de minimizar el impacto negativo entre los inversores.
El dólar volvió a estar en boca de todos desde el lunes y completó un fuerte salto de 26% en la semana, desde $ 46 a $ 58. Nadie se anima a asegurar que “ya pasó lo peor”. Quedan aún 70 días hasta las elecciones presidenciales, el 27 de octubre. Se mezclan enormes incertidumbres políticas, pero también crecientes distorsiones en la economía que complicarán a cualquier gobierno que asuma el 10 de diciembre.
La deuda aparece sin lugar a dudas como el tema más acuciante para el futuro próximo de la economía argentina. Con el riesgo país que subió por encima de 1.600 puntos esta semana, el país profundizó su aislamiento de los mercados financieros. En los dos últimos meses se había abierto una pequeña “ventana” y algunas empresas habían aprovechado para colocar deuda en los mercados internacionales, como YPF, Telecom y Pampa. Pero duró un suspiro. El resultado de las PASO despertó todos los fantasmas entre los inversores.
El Gobierno tiene muchos compromisos financieros en 2020. Según cálculos de Consultatio, las necesidades brutas ascienden a los USD 25.000 millones. Pero la propia secretaría de Finanzas advierte que sumando los vencimientos de Letes y Lecap la cifra se acerca a los U$S 40.000 millones.
Dos calificadoras le bajaron la nota el viernes a la deuda argentina. Tanto Fitch como Standard and Poor´s señalan que la recesión, el posible cambio de signo político y la última devaluación agravan más el panorama.
Entre varias consideraciones, dos aspectos resaltan en los análisis de las evaluadoras: tras el último salto del dólar, la deuda argentina va camino a representar el 100% del PBI (aunque una parte es intrasector público) y la preocupación ahora es cómo hará el Gobierno para hacer frente a los U$S 12.000 millones que vencen de Letes hasta fin de año. Ya esta semana hubo que suspender la colocación de títulos en dólares con vencimiento en marzo 2020. Por ahora nadie está dispuesto a comprar bonos que vencen luego del recambio presidencial, no importa qué tasa se ofrezca.
El desafío que tendrá Alberto Fernández si gana, y todo hace suponer que lo conseguirá, es cómo abordar el tema de la deuda sin generar una estampida. En 2001 fue el presidente por diez días, Adolfo Rodríguez Saá, quien decidió “tomar el toro por las astas” para declarar el default ante la ovación del Congreso a fines de diciembre de 2001.
Lo mejor para cualquiera que gane sería pagar los vencimientos que se avecinan en 2020, a partir de una nueva emisión de bonos. Así procede el 99% de los países del mundo, salvo aquellos que no tienen acceso al financiamiento como Venezuela y Argentina.
Pero con la tesis más probable de que los mercados se mantendrán cerrados para la Argentina al menos en el corto plazo, se abren básicamente tres opciones. Ninguna es sencilla:
Recompra anticipada de bonos: tras la caída brutal de esta semana, la ANSES salió a comprar algunos títulos de corto plazo. Pero se trata de operaciones pequeñas que buscaron ponerle un piso a la caída ante la ausencia de compradores. Martín Redrado, luego de acusar a Mauricio Macri por haber dejado que el dólar suba tan fuerte el lunes pasado, también propició una opción que ya en su momento llevó adelante como presidente del Banco Central. Se trata de usar una porción de las reservas para recomprar deuda, lo que ayudaría a despejar dudas sobre capacidad de pago y recuperar el precio de los títulos. “Lo hicimos en 2009 recomprando parte del Boden 2012 y dio buen resultado. Despejó dudas y también mejoramos la cotización del título”, explicó Redrado. Los títulos a elegir son los que presentan los mayores vencimientos el año que viene, el Bonar 2020 y 2024, entre los dos cerca de U$S 3.500 millones. A los valores actuales, el Gobierno se podría ahorrar U$S 1.500 millones por recompra anticipada. Pero otros especialistas no creen que se trate de la mejor opción. “Puede funcionar cuando el contexto está relativamente tranquilo, pero con actual la presión del mercado cambiario podría resultar contraproducente destinar reservas a otros fines”, responden otros.
Canje “amigable”: es la opción que luce más factible y además el candidato de Frente de Todos ya dijo hace algùn tiempo que los inversores privados “pueden esperar”. Esta ingeniería financiera incluiría los títulos más cortos y de mediano plazo, algunos dicen hasta el 2028, que ingresarían a un canje por papeles más largos y eventualmente menor tasa de interés también. Sin embargo, se trata de una operación muy delicada. Si la quita es muy agresiva (arriba del 30% del capital), otros inversores podrían considerar que la Argentina no cumple sus compromisos de deuda y activar cláusulas de “cross default”. Es decir: como un grupo de inversores no cobra, el resto tiene derecho de exigir el pago total de su deuda. Así lo sufrió Argentina luego de declarar la cesación de pagos en 2001. Hay varios ejemplos que podrían implementarse, como el de Uruguay en 2002 o el caso más reciente de Ucrania. Durante el tiempo que transcurre el período de canje, los títulos elegibles son calificados en la categoría de “default selectivo”, pero no gatilla una aceleración de los pagos del resto.
Default liso y llano: sería la última de las opciones, obligada por el mercado. Llegará siempre y cuando no se haya cumplido nada de lo de arriba o no haya dado resultado ni la colocación de deuda nueva para pagar la vieja, ni una posible recompra anticipada ni el canje amigable. Sería la opción más traumática lejos para el futuro gobierno e iría de la mano de un estricto control de capitales. Acentuaría el aislamiento de la Argentina con el mundo y resultaría muy difícil de resolver, dada la gran cantidad de veces que el país ya incumplió con los mercados. Aunque en el recuerdo de muchos está que la reestructuración de deuda de 2005 le permitió a la Argentina recuperar mucho oxígeno para volver a crecer, aún con cuatro años acumulados en cesación de pagos, difícilmente las condiciones ahora se repitan.
Este Gobierno todavía tendrá que lidiar con la desconfianza de los inversores, cuando lance las próximas licitaciones cada dos semanas de Letes. La prueba es hasta qué punto está en condiciones de refinanciar al menos a cortísimo plazo. De lo contrario, tendrá que terminar utilizando más reservas que lo previsto para pagar deuda en dólares, dejando en una posición incluso más débil al Banco Central cuando asuma el próximo gobeirno, el 10 de diciembre próximo
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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