Nota escrita en colaboración con Natascha Ikonicoff
El Estado Islámico (EI) ha descargado recientemente una terrible furia contra un numeroso grupo de practicantes del así llamado sufismo. Se trata del atentado llevado a cabo en una mezquita de Egipto. La pregunta que recorre este artículo apunta a las razones del ataque, teniendo en cuenta que los sufíes siempre se han mantenido al margen de los conflictos de Medio Oriente y no han manifestado nunca actitudes belicosas en relación con otras sectas.
La religión islámica está dividida en varias fracciones. Las principales son la sunní y la chií. La creencia de los chiitas ubica al yerno y primo de Mahoma, Alí, como su sucesor legítimo, tanto por haber sido designado por el profeta mismo como por el lazo familiar que guarda con este. Los sunitas, en cambio, siguen al suegro de Mahoma, el primer Califa, Abu-Bakr.
Además de estas dos divisiones, existe otra que, en Occidente, se conoce con el nombre de “sufismo”. Es una corriente del islam de carácter ascético organizado en cofradías (“los turuq” en árabe, o “tariqas” en singular, que significa ‘camino’ o ‘sendero’). Esta corriente refiere principalmente a la dimensión esotérica de la cultura islámica (“tasawwuf” en árabe, nacida entre los siglos VIII y IX), es decir, a conocimientos, métodos, formas y ritos orientados a la metafísica. Según James Beverly en El Islam, una introducción a la religión, su cultura y su historia, pueden pertenecer a esta tradición mística “tanto los musulmanes sunitas como los chiitas”, aunque esta afirmación es controversial.
Podemos ubicar sus primeras apariciones en un momento particular del islam, los últimos años de las primeras dinastías musulmanas, cuando, dado su poderío, se volvió en extremo materialista y muchos buscaron una alternativa que los conectara con el plano espiritual. Los sufíes se organizaron en sociedades secretas basadas en rituales de iniciación, dirigidas por guías espirituales. Tanto las enseñanzas como las instrucciones a seguir se fueron transmitiendo de forma verbal a través de los años, hasta llegar a nuestros días. El sufismo puede resumirse, según algunos expertos, en el versículo del Corán que reza: “En verdad, de Dios somos y a él regresamos” (Corán 2:155-156).
Por otro lado, sus modos de llevar a cabo la práctica cotidiana y religiosa no concuerdan con la posición de las demás órdenes musulmanas. Los sufíes tienen nuevos sacramentos, nuevas formulaciones del Estado de derecho y bases legales conforme a las cuales viven que no se ajustan a la Sharia impulsada por el Estado Islámico. Finalmente, los sufíes no desarrollan ninguna actividad de proselitismo respecto de sus usos y sus costumbres, ni tienen como objetivo hacerlo.
A nivel político, quienes pertenecen al sufismo se caracterizan por no haber participado de ninguna guerra transárabe y por haberse mantenido en su territorio (Península del Sinaí) al margen de los conflictos bélicos. En efecto, esta orden se pronuncia a favor de la neutralidad, a diferencia a las demás corrientes islámicas que interpretan esta posición como contraria a la prédica de Alá.
Según una nota de El Mundo de España, “Los sufíes, nuevo objetivo del terrorismo islámico”, publicada el 26 de noviembre del corriente año, esta secta se define como moderada y pacífica, y ha influido en todas las manifestaciones culturales del área en que se asienta. En particular en Egipto, el sufismo conecta con el islam más popular y, según la nota, el Consejo Supremo de las Órdenes Sufíes “contabiliza alrededor de 70 órdenes repartidas por todo el país”. “Las principales son la Shadhiliya, los Burhamiya, los Rifaiya y los Ahmadiyya”.
Dados estos rasgos, ninguna facción se había manifestado contra los sufíes… ¡Hasta ahora! El ataque por parte del Estado Islámico es ininteligible, salvo por el detalle de que la ortodoxia acusa al sufismo de “apostasía” o “herejía” en virtud de sus prácticas y sus peculiares creencias místicas. Esta pareciera ser la excusa por la que el EI se ha mostrado tan agresivo con ellos, más allá de su verdadero objetivo de seguir sembrando el terror. A causa de sus derrotas en otros rincones de la Tierra, quizá el pseudoestado necesite presentar algún triunfo y por ese motivo haya apuntado su beligerancia hacia esta población neutral y pacífica.
El autor es político y ex funcionario argentino, abogado y economista.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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