“El boom de las figuritas en los Mundiales se da, en mi opinión, a partir de Brasil 2014 y estalló de manera bestial, porque incluso la gente grande se volcó masivamente y eso hizo que haya mucho mayor poder adquisitivo detrás, creciendo las ventas, hasta este momento donde atravesamos una etapa de cierta decepción porque los sobres no se consiguen y generó que sea más noticia. El actual es un álbum que no tiene difíciles, pero sí una situación particular con jugadores que salen 4 veces con colores distintos y que se comercializan a precios increíbles, porque salen una cada mil o dos mil y de ese modo rompen el coleccionismo. La idea es que los chicos y las chicas no caigan en eso. Que canjeen entre ellos y traten de jugar. Veo con agrado, al ser profesor, cómo en los colegios se sigue haciendo con la pasión de siempre. Tengo conocidos que trabajan en kioscos y me han comentado que en los años de Copas del Mundo trabajan igual que los cuatro anteriores juntos. De hecho, las figuritas en general vienen en baja en nuestra sociedad, pero esto lo hace subir de manera extraordinaria”.
Hay pocas personas con más conocimiento para hablar de este tema que Rafael Bitrán, el más completo coleccionista de figuritas de nuestro país. El ámbito de la charla no podía ser mejor que en su librería de Avenida Pueyrredón al 700, una especia de oasis oculto en medio de la vorágine de la gente de camina sin ver y del estruendo de los motores de los autos y colectivos que aceleran sin piedad. Allí, en ese maravilloso refugio, es donde habla sobre su gran pasión.
“Comenzó retomando lo que había sido algo que me encantaba en la infancia, en la escuela primaria, entre 1972 y 1977, cuando junté las figuritas. Después, en la secundaria y en la universidad, ya no le di más pelota, al punto que ni me acordaba que existían. En 1992 abrimos esta librería junto a otros profesores de historia, empecé a comprar cosas antiguas para el local y aparecieron las figuritas. Fue allí, hace ya 30 años, que me volví a enganchar con esto. Era algo reducido y solo conocí a dos personas que lo hacían al comenzar a concurrir a los parques (Centenario, Rivadavia y Los Andes). Hay una anécdota curiosa, porque cuando en los puestos de estos lugares pedía figuritas antiguas, me miraban y preguntaban: ¿Eso comprás? Literalmente era una cosa que no existía. Esa situación me permitió hacerme de una enorme cantidad de material, porque la gente no le daba bolilla. También conseguí mucho a través de la histórica revista Segundamano, que no aparece más, donde se publicaba lo que uno quería comprar o vender. La historia fue creciendo y cuando saqué los libros (Malditas difíciles, Ídolos en cartón y Difíciles eran las de antes), varias personas se acercaron y me las trajeron. Colecciono lo que salió hasta 1985, solo sigo con los que salen de fútbol local cada año, porque me lo consigue un amigo que se dedicada a eso. Yo siempre digo que lo más interesante es la búsqueda, estar detrás, ver donde y cómo, y no solo tenerlas”.
Estamos desandando la recta final hacia el torneo de Qatar, a disputarse en los atípicos meses de noviembre y diciembre. Pero lo que se mantiene inalterable es la pasión por conseguir esas maravillas para pegar. Hay una larga tradición de figuritas en Argentina, pero no siempre con las Copas del Mundo: “El primer álbum específico de un Mundial en nuestro país fue en 1974, editado por la casa Crack, que era la que poseía los derechos a través de Futbolistas Argentinos Agremiados y sacaba cada año las colecciones del fútbol local. De Mundiales hubo cosas esporádicas en 1962, 1966 y 1970, en forma de suplemento o con páginas dedicadas especialmente. En 1978 volvió a salir, también con la producción de Crack, un álbum titulado justamente así. Puede resultar paradójico, pero en 1982, cuando Argentina defendía el título y en 1986, cuando fue nuevamente campeón, se produjeron situaciones peculiares. Cuando se jugó en España en realidad existió uno, pero bastante particular, porque el único jugador argentino que aparecía era Mario Kempes, pero con una camiseta blanca y unos 50 futbolistas del resto de las selecciones. En el ‘86 fue un álbum muy chiquito con figuritas redondas con dibujitos de las camisetas. La historia estaba planteada así porque nadie tenía los derechos y se podían comer un juicio. Recién en 1990 volvió a salir cuando Panini es la licenciataria”.
La disputa del certamen en nuestro país en 1978 desató una fiebre absoluta, al punto que se volcaron al fútbol incluso algunas personas que jamás habían tenido ningún interés en la número cinco. Esto tuvo correlato en un incipiente marketing, que hizo que aparecieran productos de todo tipo. Las figuritas no estuvieron al margen del frenesí: “En ese momento había perdido la percepción del chico coleccionista de figuritas, porque entré en la secundaria y no registré la existencia de los álbumes que salieron allí. Y hablo en plural, porque cuando comencé a juntar, a comienzos de la década del ‘90, me enteré que no fue uno sino dos los que se pusieron a la venta. El primero fue el titulado Crack que salió con todas las selecciones participantes y los jugadores argentinos por duplicado: foto y caricatura. Estimo que salió a comienzos de año. Y luego, el clásico álbum del fútbol argentino que aparecía cada año, llamado Estampas de campeón, donde se le sumaron a los equipos locales, unas 60 primeras con escenas de los partidos de Argentina durante la Copa del Mundo. El primero creo que se debe haber juntado bastante, porque aún hoy se lo puede conseguir, y eso es señal que hubo muchos. También hubo cosas anexas, como la colección que sacó Manuel García Ferré, llamado Mundialito (el álbum vino con una edición de Anteojito) o las tapitas de Coca Cola, las que se les sacaba una gomita que recubría una imagen. Eso también se pegaba en su respectivo álbum. Es discutible que hayan sido figuritas, pero así era la locura que se vivía por el Mundial ‘78″.
Con lo ocurrido con las colecciones vinculadas a los Mundiales del ‘82 y ‘86 que señala Bitrán, surge inmediatamente la curiosidad con respecto a la vinculación con las figuritas de Diego Armando Maradona: “Apareció por primera vez en la colección del torneo local de 1977, que hasta el día de hoy es una de las más buscadas de él. Al año siguiente, en la titulada Crack, estuvo por duplicado, como integrante de la Selección, tanto en foto como en caricatura. Luego lo vimos en las temporadas posteriores en Argentinos Juniors y en Boca, ya en 1981. Ante la situación que comentamos antes, no estuvo ni en 1982 ni en 1986. En 1990 sí, porque ya era Panini quien tenía la licencia. Maradona nunca fue de las difíciles en ninguno de los álbumes que integró y ahora son requeridas por el hecho de ser él, situación que se ha ido acrecentando luego de su muerte”.
Con pasión y conocimiento, Rafael va hilvanando la charla que viaja en el tiempo y vuelve al presente en apenas segundos. En los estantes que lo rodean se acodan, unos a otros, libros de las más diversas vertientes, con objetos retro como radios antiguas o una chapa promocional, que quizás adornó la pared de algún almacén, de una bebida amada por los chicos de los ‘70, como el Nutri Super Hijitus: “Soy historiador y rescatar cosas del pasado fue algo que siempre me encantó, al igual que la lectura, que fue muy intensiva durante mi etapa universitaria, en la que cursé en Filosofía y Letras. Uno de mis hobbies es buscar libros, para disfrutarlos, pero también coleccionarlos y esa era una de mis salidas preferidas, incluso los sábados a la noche, cuando la mayoría de la gente hacía otras cosas. Ahí comenzó a desarrollarse la idea junto a otros profesores de historia de tener una librería nosotros y pusimos avisos en la revista Segundamano que comprábamos libros y los fuimos guardando en un galpón hasta encontrar este local que ya tiene más de 30 años”.
Cualquier recorrida que se haga con respecto a las figuritas de fútbol en Argentina en general, y de Mundiales en particular, debe hacer un alto en el moreno Mukombo, desveló de toda una generación en 1974. Ese desconocido jugador de Zaire, fue una de las difíciles más difíciles y Rafael pudo conseguirla varios años más tarde: “Fue un momento sorprendente e increíble, cerca del año 2000. Un cartonero que habitualmente me vendía cosas se acercó y me trajo el álbum Munich ‘74, diciendo que estaba completo, a lo que le respondí que era imposible. Lo abrimos y fui directamente a la última página que era la Zaire y no estaba Mukombo. Este hombre se sorprendió y me afirmaba que lo había visto completo, hasta que de pronto miramos bien y estaba suelta. Evidentemente estaba apenas adherida, se despegó y tranquilamente se podría haber perdido. Fue una cosa increíble. Mukombo es un mito, pero que tiene parte de real, porque era la difícil del álbum del ‘74. Reconozco que de pibe no lo tuve nunca, pero de grande la de debo haber visto unas 10 veces, a diferencias de otras muy buscadas, que solo las vi en unas tres ocasiones, como la caricatura de Jorge Carrascosa, con la camiseta de la selección argentina en 1976. Con el del ‘74 hubo un impacto muy grande, porque Argentina volvía a Mundial luego de 8 años y era una enorme novedad que hubiese un álbum, por primera vez en nuestro país, dedicado a una Copa del Mundo. Que la difícil fuera un jugador completamente desconocido, de una selección ignota como Zaire y con un apellido medio raro, causó una inmensa impresión en el imaginario de aquellos chicos y quedó grabado por siempre”.
El año 1981 no solo fue el de los títulos de Maradona en Boca y de Kempes en River, sino que marcó un antes y un después con las figuritas de fútbol en nuestro país, y eso tuvo directa relación con un vacío inmenso que llenó a muchos chicos: “El último álbum de fútbol de la casa Crack fue en 1981 y cerró uno o dos años después. Eran quien tenía los derechos y hasta que la empresa Ultra Figus firmó un nuevo convenio en 1992, nadie sacó ninguna colección porque podían tener un juicio importante en su contra. Esta firma hizo una inversión en ese año y cerró un contrato exclusivo. En el medio quedaron un par de generaciones de chicos que no tuvieron la posibilidad de juntar figuritas de fútbol argentino”.
¿Alguno de los álbumes de fútbol fue el más vendido de la historia argentina? Bitrán tiene la respuesta: “Los de los dos últimos Mundiales no tengo dudas que van a estar en la grilla de los más vendidos. Soy conocido de Avelino Estévez, el único de los dueños de la histórica casa Crack que aún está con vida, que fue la que dominó el mercado entre 1953 y 1981 y él me dijo que el más vendido de la historia en nuestro país fue el de Caperucita Roja de 1964, que tenía la novedad de las figuritas con brillantina”.
Algunas generaciones hemos tenido la suerte de poder disfrutar de ese momento único. Cuando el timbre de la primaria anunciaba el inicio del recreo, que abría la posibilidad de jugar y cambar figuritas. Más de una vez, allí iba a estar el instante de mayor felicidad, al encontrar una difícil o aquella con la que se llenaba el álbum. Rafael Bitrán sabe mucho de estas ilusiones atrapadas en paquetes y luego concretadas, las mismas que acunan miles de pibes, que anhelan completar esta colección, con el sueño que nos une a todos: Argentina campeón.
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