(Dnipro. Enviados especiales) Alina perdió a sus amigos. No les pasó nada, simplemente ya no le hablan. Ella se fue con su familia a Dnipro y ellos se fueron a otras ciudades, o incluso dejaron el país. Es una más en la multiplicación de tragedias laterales, una vida que cambió para siempre sin la necesidad de la muerte, pero que se siente parecido. “Si ellos me quisieran, ya me hubieran escrito. Pero no hablamos, no tengo contacto con ninguna”, dice. Tiene, sí, un novio. Está con ella en Dnipro y consiguió un trabajo, entonces no pasa el día en el refugio, pero es con el que más habla de sus sentimientos. Alina tiene 18 años y responde casi como una autómata, tomada por una seriedad que transmite una tristeza infinita. Su madre se llama Irina y está a su lado. La mira hablar y se nota que le duele el estado de su hija.
Irina dice: “Bakhmut es realmente el punto más caliente hoy”. No es que haya visto las noticias o que tenga información del ejército: Irina es de Bakhmut y tuvo que irse con su familia cuando comenzó la etapa más violenta del intento de toma de la ciudad por parte de los rusos.
“Cuando fuimos evacuados, hace dos meses, había muchos bombardeos alrededor, había disparos, explosiones. Fue horrendo y teníamos mucho miedo. Nos fuimos en uno de los autos de voluntarios que estaban ayudando a sacar a la gente de ahí”, cuenta. Junto a ella estaban su marido y su hija Alina.
Alina dice que de su ciudad extraña su casa pero principalmente a su abuela. Ella sigue allá porque trabaja de enfermera y está afectada a uno de los hospitales de la ciudad, y no quiso irse. “Le dijeron que podía irse pero si lo hacía iba a perder su trabajo, porque se necesitan muchas enfermeras ahí ahora, así que decidió quedarse. Pero a nosotros nos angustia mucho porque además no tenemos contacto, allá no hay conexión así que no sabemos nada hace varios días. Estamos esperando que alguien vaya para allá para averiguar cómo está”, cuenta.
Según datos de ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, cerca de 14 millones de personas se fueron de sus casas en Ucrania. El número representa un tercio de la población total del país. Además, cerca de 6 millones de personas tuvieron que dejar no solo su casa sino también su ciudad. El 87% de ellos son mujeres o niños.
Muchos otros decidieron irse del país. Desde el comienzo de la guerra, 9.3 millones de personas cruzaron de Ucrania a Polonia. A lo largo del año, muchos también volvieron, pero en países de Europa hay al menos 8 millones de refugiados ucranianos.
Dnipro es de las ciudades que más desplazados internos recibe porque está cerca de casi todos los frentes de batalla: Kherson, Zaporizhzhia, Donetsk, Bakhmut, Vuhledar.
Vadim es uno de los tantos ciudadanos que cuando empezó la guerra decidió ayudar de algún modo. Acababa de alquilar un local para instalar un comercio, pero el 24 de febrero decidió que lo convertiría en un refugio. Lo refaccionó y desde agosto recibe compatriotas de todos lados.
“Dnipro ahora es una ciudad mucho más deprimida de lo que era antes. Estamos muy cerca de la línea de combate, hay tensión que sube y baja todo el tiempo. Sin embargo, tratamos de apoyarnos. Hay una unión de refugios. Hay 27 refugios en la ciudad, y todos nos ayudamos mutuamente. Yo quiero ayudar a todos los que pueda. Es la única manera en que podemos salir adelante de esta situación”, dice.
Hoy hay 23 personas y tienen lugar para 39. Si se necesitara más, incluso pueden sumar camas en el primer piso, donde hay una computadora de uso común, los baños y algunas habitaciones más.
Abajo, en la habitación principal, hay cerca de 15 camas. Las construyó el mismo Vadim con ayuda de amigos. En uno de los rincones de este ambiente hay libros y juegos de mesa. Uno de los chicos que está en el refugio tiene un celular en la mano y juega al Call Of Duty, un juego de guerra. Su madre se llama Tatyana y está en el refugio hace varios meses. “La situación en Bakhmut era horrible cuando decidimos irnos. Había bombardeos permanentes, todos estaban viviendo en los refugios subterráneos. No se podía estar ahí”, dice, mientras acaricia a uno de sus dos gatos.
Primero se evacuó ella junto a sus dos hijos de 14 y 7 años, además de sus dos gatos, que no pensaban dejar atrás. Unas semanas después también salió su marido. Hoy no saben si su casa sigue en pie o fue destruida por un bombardeo. Allá ya no queda casi ninguno de sus vecinos en su cuadra, y los que están no pueden comunicarse.
Su hijo mayor, Stepan, dice que sus amigos están en todas partes de Ucrania, pero ninguno en Dnipro. Hay dos de ellos que quedaron en Bakhmut, o que estaban ahí hasta hace un tiempo. Hoy no sabe nada de ellos. Su hermano menor, Illya, dice que tenía miedo cuando estaban en Bakhmut pero que no entendía lo que pasaba.
“Desafortunadamente lo vieron todo con sus propios ojos, entonces no había que darles mucha más información. Lo experimentaron ellos mismos, por desgracia. Y por otro lado tiene sus teléfonos y hay mucha información online, así que lo leen todo”, dice su madre, que asegura que van a volver a la ciudad cuando se recupere del todo y que allá va a haber “una fiesta enorme”.
Bakhmut, nos cuentan después, es -era- una ciudad famosa en Ucrania por su producción de champagne. “Todos los sótanos están llenos de espumante”, dice Nalyshna. Es una mujer de 69 años que llegó sola al refugio y sueña con volver. Su manera de soñar, ahora, es con lágrimas en los ojos.
-¿Cuándo dejó Bakhmut?
-En septiembre. Todo era horrible allí. El edificio estaba en llamas, la gente caía. Desde mi cama podía escuchar el sonido de los misiles llegando. Y todo estaba en llamas, pero quiero volver igualmente. A mi hogar. Vamos a reconstruirlo ladrillo a ladrillo. No sé cómo terminará todo, estamos esperando. Lo que los rusos le hicieron a nuestro país… Dicen que los rusos están en contra nuestro, que somos sus enemigos, pero algunos de ellos están de nuestro lado.
Nalyshna hace una pausa para recomponerse y dice que ella igual confía. Que van a volver. A su hogar, a su hogar. Y agradece la entrevista y dice cosas lindas. Parece una de esas personas que prefiere siempre pensar en cosas lindas, pero está teniendo problemas para lograrlo. Se queda sentada en su casa y dice: “Bakhmut, Bakhmut”. Sonríe. “Seguro ya no quedan botellas de champagne en los sótanos”, dice, un poco melancólica, y levanta los brazos como si eso no le preocupara tanto. “Ya haremos más”, dice. “Ya haremos más”.
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Quienes deseen ayudar al refugio de Vadim, pueden hacerlo en las siguientes cuentas, o contactarlo vía instagram en @fond_opekun.
Cuenta en dólares
UA653054820000026003302134622 (USD)
CÓDIGO SWIFT: COSBUAUKDNI
PJSC Oschadbank
Cuenta en euros
UA703054820000026038300134622 (EUR)
CÓDIGO SWIFT: COSBUAUKDNI
PJSC Oschadbank
EDRPOU: 38724628
Destinatario del pago: ORGANIZACIÓN DE CARIDAD FONDO DE CARIDAD “TUTOR”
Banco: Sucursal de DNIPROPETROVSKE OU JSC “OSCHADBANK”
MFO del banco: 305482
Propósito del pago: Asistencia caritativa
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Fotos y video: Franco Fafasuli
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