
En la adolescencia y los primeros años de la edad adulta se producen muchos cambios: cambio de colegio o de hogar, entrada en la universidad o en el mundo laboral. Para muchos es una época apasionante, pero también puede ser causa de estrés o aprensión. En algunos casos, si no se reconocen y controlan, estos sentimientos pueden causar enfermedades mentales. El uso cada vez mayor de las tecnologías en línea, que sin duda aporta muchos beneficios, también puede generar tensiones adicionales, pues cada vez es mayor la conexión a las redes virtuales en cualquier momento del día o la noche.
Así planteó la Organización Mundial de la Salud (OMS) los desafíos a tener en cuenta de cara a un nuevo Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora hoy.
“La mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, pero la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan. Con respecto a la carga de morbilidad entre los adolescentes, la depresión ocupa el tercer lugar. El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 29 años. El uso nocivo del alcohol y de drogas ilícitas entre los adolescentes es un gran problema en muchos países y puede generar comportamientos peligrosos, como las prácticas sexuales de riesgo o la conducción temeraria. Otro problema son los trastornos alimentarios“, puntualizan desde el organismo en su página web.
La mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años
Para comenzar, Infobae quiso saber qué se entiende por salud mental. Y fue la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841) la encargada de responder la inquietud: “Es un estado de bienestar psico físico y sociológico en el que la persona logra desplegar sus recursos cognitivos, sociales, conductuales de acuerdo a los desafíos de cada momento de su vida. Todo lo que no es salud mental es lo que se aleja en mayor o menor medida de ese estado de bienestar”.
Santellán es psicoterapeuta cognitiva, docente de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) y co autora del libro Sabrosamente y consultada sobre por qué la adolescencia es un momento clave si de resguardar la salud mental se trata, analizó: “Los adolescentes en este nuevo milenio son un gran desafío para la sociedad y para los entes que deberían cuidar de la salud mental. Como en todo momento cultural e histórico, en la actualidad aparecen nuevas afecciones psicológicas que tienen que ver con los cambios culturales y que requieren atención y el desarrollo de estrategias de prevención rápidas”.

La especialista enumeró como “patrimonio de la adolescencia”, trastornos como desórdenes alimentarios, nuevas adicciones a las tecnologías, depresión, bajos niveles de autoestima, y alcoholismo, entre otros”. “Los jóvenes tienen parámetros cada vez más altos de ideales en cuanto a su apariencia, su performance social y esos estándares muchas veces se alejan de sus posibilidades -observó Santellán-. Los adolescentes de hoy son más vulnerables porque los desafíos que se plantean son otros, totalmente diferentes; en los 90 un adolescente tenía como meta alcanzar objetivos de los que podía hacerse cargo, como estudiar y recibirse; hoy buscan ganar dinero y popularidad, valores que están menos al alcance”.
Por otro lado, “los parámetros universales de belleza y éxito actuales generan adolescentes que padecen cada vez más desórdenes psicopatológicos”, opinó.
En la misma línea se manifestó el licenciado en Psicología Miguel Tollo (MN 5416), para quien “el problema de la juventud es que tiene que inventar los caminos; en otra época estaban más marcados los pasos a seguir y eso en un punto es muy desorientador”. “Los adultos ya no estamos visualizados como modelo, contrariamente, muchas veces el adulto toma el modelo adolescente”, evaluó el titular de Salud Pública y Salud Mental de la UAI.
El problema de la juventud es que tiene que inventar los caminos; en otra época estaban más marcados los pasos a seguir y eso en un punto es muy desorientador
Para él, “los jóvenes pasan de la dependencia a la independencia, se están incluyendo en una sociedad, que les restringe posibilidades”. “La juventud aporta a la sociedad la renovación, el cambio, el pensar nuevas preguntas, eso siempre y cuando los adultos seamos permeables a eso y establezcamos un diálogo fluido con ellos”, analizó Tollo, para quien “la sociedad cambia a paso tan acelerado, que la capacitación no llega a ir a ese ritmo y cuando terminan de aprender la sociedad ya les plantea otro panorama”.
“Si a una persona que ya está preparada para algo se la retiene en la línea de largada se pone ansiosa, y surgen los malestares, los conflictos familiares”, consideró Tollo a lo que ocurre con el cierto retraso en la inserción en la vida adulta propio de los tiempos que corren.
Según Santellán, “la psicopatología siempre está atravesada por variables socio históricas y culturales” y en la actualidad “los desórdenes también tienen un desarrollo vertiginoso”.
“Hay que estar a la altura de los tiempos, actuar rápido y aggiornar a los agentes de salud mental a los desafíos actuales y no pretender que los desafíos se adecuen a las formas de intervenir que se tuvieron -valoró-. Se deben modificar los sistemas de salud a nivel público, que las formas de intervención sean acordes a las necesidades de los desafíos actuales y no pretender que los adolescentes se adapten a la forma en que los terapeutas trabajaban hace 20 años”.
La prevención empieza por un mejor conocimiento

Según consigna la OMS, “es mucho lo que se puede hacer para ayudar a crear resiliencia mental desde edades tempranas con el fin de evitar la angustia y las enfermedades mentales entre los adolescentes y los adultos jóvenes, así como para tratar las enfermedades mentales y lograr la recuperación”. La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una enfermedad mental. Los padres y los profesores pueden contribuir a crear en los niños y adolescentes con aptitudes que les ayuden a hacer frente a los retos que se encontrarán cada día en casa y en la escuela. En las escuelas y otros entornos comunitarios se puede prestar apoyo psicosocial, y, por supuesto, se puede iniciar, mejorar o ampliar la capacitación de los profesionales sanitarios para que puedan detectar y tratar los trastornos mentales.
La inversión pública y la participación de los sectores social, de salud y de la educación en programas integrales, integrados y basados en evidencias para la salud mental de los jóvenes son esenciales. Esta inversión debe vincularse con programas que den a conocer a los adolescentes y a los adultos jóvenes cómo cuidar su salud mental y que ayuden a sus compañeros, padres y maestros a saber cómo prestar apoyo a sus amigos, hijos y alumnos. Este es el objetivo de la OMS en el Día Mundial de la Salud Mental de este año.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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