Mientras Alberto Fernández negocia con el kirchnerismo el formato y el tamaño de la mesa de diálogo destinada, en principio, a suturar heridas en el Frente de Todos antes del cierre de listas, los movimientos sociales y los sindicatos empezaron a presionar, cada uno por su parte, para que se les otorgue un lugar de peso en el espacio de debate, que aún se encuentra en estado gaseoso. En las distintas organizaciones están al tanto de la reticencia del kirchnerismo a la amplitud que la Casa Rosada plantea para diseñar el ámbito de discusión. Mientras tanto, cerca del Presidente piden paciencia para terminar de acordar y aseguran que los dirigentes “de todos los espacios” serán convocados, a más tardar, el sábado.
Ayer, el titular del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, dijo que aún no recibieron un llamado claro y formal. Y aunque fue el único que habló en voz alta, la impaciencia recorre a varias organizaciones y afecta también a los sindicalistas afines al Presidente. Todos ven con buenos ojos la mesa que tanto resistía el primer mandatario, pero no quieren quedarse afuera y redoblan la apuesta: piden tener voz y voto.
“Hay que ordenar el Frente y la estrategia electoral, y de ese proceso tienen que participar los trabajadores, ya sean organizados en la CGT, como los trabajadores del nuevo conflicto social que expresan las organizaciones sociales”, sostuvo el dirigente social, que también es funcionario de Desarrollo Social, en diálogo con radio Futurock. Y aseguró que inclusive siente “preocupación”.
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Desde el sector más duro del sindicalismo, la voz cantante fue del referente camionero Pablo Moyano: “Es muy importante que en esa mesa estén todos, porque es el momento justo para empezar a discutir qué es lo que vamos a presentar. Las discusiones hay que darlas adentro”, lanzó. El resto de los sindicalistas, por ahora, confían en recibir un llamado pronto y por ahora evitan hacer ruido. Pero hicieron llegar su inquietud al Presidente y su círculo, según admitieron en la sede del Gobierno.
El principal temor de esos sectores se basa en los planteos centrales que deslizan desde la órbita identificada con la Vicepresidenta a la hora de enfrentar el armado electoral. En el ala dura resistieron, desde un comienzo, que se invitara a todos los sectores aliados. Principalmente porque consideraban más efectivo, para dirimir las diferencias internas, un diálogo lo más cerrado posible, entre los dirigentes políticos de la cúpula. “Los sindicatos y los movimientos están cerca, pero no forman parte del Frente de Todos, no son partidos”, resumió la postura un funcionario nacional del ala K.
El Presidente, sin embargo, viene insistiendo, a través de sus interlocutores, con la necesidad de generar un ámbito de discusión más abarcativo y, en principio, dijeron en la Casa Rosada, habría acuerdo sobre esta ampliación. En el sector de CFK, efectivamente, se mostraron más flexibles: “Si la decisión es invitar a todos, tendrán que estar todos”, dijeron, decepcionados, desde uno de los organismos que responden a la Vice.
Mientas crece la impaciencia entre los movimientos y la CGT, en la Casa Rosada y dependencias afines aseguran que los sectores que representan a los trabajadores formales y de la economía popular “van a estar adentro”, y justifican la demora para contactarlos en los problemas para ponerse de acuerdo con la presidencia del Senado. Al mismo tiempo, señalan que “hay tiempo”, y se atreven incluso a dar una fecha tope. Dicen que podría haber novedades mañana, aunque ponen reparos. “Somos una familia disfuncional. Es muy difícil adelantar algo con certeza, porque no hay un circuito de diálogo fluido. Pero estamos en eso”, dijo un funcionario albertista.
Faltan seis días para la ceremonia política convocada por el Presidente el domingo a instancias de las presiones del sector que responde a Cristina Kirchner. Pero reina la indefinición sobre el formato, la cantidad de participantes, los nombres, y los objetivos que debería tener. Por estas horas, las negociaciones entre las dos alas principales del FDT estaban en plena marcha, en tres líneas de diálogo paralelas.
Por un lado, Alberto Fernández discute sus prioridades con Santiago Cafiero y con Juan Manuel Olmos -por caso, anoche los dos últimos se encontraron pasadas las 19, mientras caía el sol, en la Casa de Gobierno, justamente para darle las últimas puntadas al hilado fino de su estrategia frente al kirchnerismo-. Del otro, “Wado” de Pedro analiza cómo pararse ante la mesa, y con quiénes, bajo las órdenes de Cristina Kirchner. Por ahora, en el Senado y La Cámpora hacen silencio de radio y no dejaron saber a quiénes mandarán. Aunque sí informaron quiénes definitivamente no irán: nada menos que la vice, y su hijo, Máximo Kirchner, una señal clara de desconfianza sobre la mesa.
El punto de contacto entre ambos sectores se produce en una tercera instancia de coordinación, entre Olmos, De Pedro, y Sergio Massa, el tercer fundador de la coalición de gobierno. Probablemente, dijeron en Balcarce 50, se sienten a conversar nuevamente para dar las puntadas finales a los detalles del encuentro entre el viernes y el sábado. “Son mesas paralelas e interconectadas, que en estos dos días van a terminar de definir cómo va a ser. Falta saber cuántos van a ir, y la lista nominal. Seguramente el sábado salgan las invitaciones formales”, dijeron cerca de Alberto Fernández.
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Los ruidos sobre la cantidad de invitados, los nombres y el temario siguen a flor de piel. En Balcarce 50 creen que al menos las dos primeras variables se despejarán entre hoy y mañana. Y en los primeros días de la semana próxima podrían terminar de acordarse el sentido de la mesa. En el entorno del jefe de Estado le transmitieron al ala k que ven el encuentro del jueves que viene como “una primera instancia, de varias”. Y les parece que, en tanto avance inicial, lo más prudente es empezar con discusiones de tipo formal, más que estrictamente políticas.
“Por supuesto que cada uno va a poder decir lo que quiera. Pero para un primer paso, lo mejor es discutir quiénes van a ser los apoderados, qué partidos van a estar, si van a ir los del 2019 o se van a ir algunos, o se van a sumar otros”, dijo, en un vistazo general, un armador de los dialoguistas. Y usó una metáfora para explicarse con mayor claridad: “No podés hablar de división de bienes sin nombrar un abogado”.
De todas formas, están al tanto, e inclusive se muestran de acuerdo con los planteos “de fondo” que quiere hacer el kirchnerismo, donde los principales dirigentes se muestran más preocupados por definir las candidaturas, las PASO, la gestión e, inclusive, la “proscripción” de Cristina Kirchner. “Todos sabemos cuál es el debe. Sí, hay inflación, hay fallas en la distribución de la riqueza y hay inseguridad. Pueden decirlo, y quizá lo hagan. Pero la pregunta inicial, en esta primera instancia, es si vamos a ir juntos, y de qué manera”, insistieron en Balcarce 50.
Todos los escenarios para el próximo jueves son posibles. La mesa puede derivar en un conflicto flagrante, o en un llamado conjunto a la unidad. Desde entonces, faltarán cuatro meses para el cierre de listas. Pero en el kirchnerismo, como en la Casa Rosada, en medio de fuertes divergencias, están de acuerdo, al menos, en un pronóstico: el jueves no habrá definiciones de peso. En cambio, arrancará un “proceso” que tendrá varias instancias hasta el debate final sobre el cierre de listas fijado para el 24 de junio.
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