Madrid, 6 feb (EFE).- La digitalización creciente y acelerada de un sinnúmero de servicios públicos y privados ha generado en España la impotencia y el hartazgo de las personas de más edad, sin conocimientos ni otras personas a las que recurrir para realizar esas gestiones, por ejemplo las bancarias y las administrativas.
Amparo Molina, una jubilada, acudió una mañana a sacar dinero a su banco de Burjassot, en la provincia de Valencia (este), pero el cajero automático le dio problemas y la única alternativa era hacerlo por ventanilla, aunque pagando una comisión; así que puso una denuncia contra la entidad ante las fuerzas de seguridad.
Cree que es una cuestión “de sentido común” y “de derechos humanos”, y se ha dirigido también a las autoridades locales y nacionales para explicar el caso.
Y Carlos San Juan, otro pensionista valenciano, se ha hecho famoso con su campaña para reclamar una atención humana en las oficinas financieras.
Desde hace cuatro años, jubilados de la región del País Vasco se manifiestan frecuentemente por unas pensiones públicas dignas. Su movimiento está “muy vivo”; su ejemplo se extiende a otros territorios y las demandas de los mayores aumentan.
Son símbolos de una marea de mayores que ha dicho “¡basta ya!” a la discriminación y el aislamiento que les provocan acciones tan cotidianas como hacer la declaración de la renta, pedir una cita médica o realizar una gestión bancaria.
“SOY MAYOR, NO IDIOTA”, UNA CAMPAÑA CON MÁS DE 550.000 FIRMAS
El jubilado Carlos San Juan, de 78 años, ha recogido ya 550.000 firmas en la plataforma de peticiones ciudadanas Change.org para reclamar atención humana en las sucursales bancarias, y el martes próximo las entregará en el Ministerio de Economía.
San Juan transmitió su petición al mismo gobernador del Banco de España, y la semana pasada se reunió con el alcalde de Valencia y el responsable regional de Hacienda.
Sólo finalizará la campaña cuando se vean resultados en la práctica. “Estamos hartos y queremos realidades”, aseguró a Efe.
Porque el objetivo es que las entidades bancarias atiendan a los mayores de forma directa, por los empleados, en horario de oficina por la mañana, sin trabas tecnológicas y con más paciencia.
Para muchos, explicó San Juan, sacar dinero o hacer una transferencia se vuelve imposible si es por medio de una aplicación digital, y no tienen que quedar excluidos por haber llegado tarde a la digitalización.
El trato humano ha sido el eje de la vida de este médico especialista en urología jubilado. “No basta con una medicina fría, hay que tener sensibilidad, saber lo que necesitan los pacientes”, argumenta el jubilado.
EXCLUSIÓN Y MIEDO
“Carlos San Juan ha hecho en quince días más que las asociaciones en años; no nos han hecho caso y llevamos insistiendo en que estas situaciones discriminatorias generan exclusión y humillación en las personas mayores”, dijo a Efe Juan Manuel Martínez Gómez, también médico jubilado y presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma).
Esta plataforma, que agrupa a las principales entidades de ancianos, ofrece desde hace años formación en tecnología.
“Pero el paso lo deben dar también las administraciones -reclama-, los centros comerciales o las entidades de seguros; no es un solo un problema de los bancos, que también, porque el dinero es necesario para vivir; es uno más en el día a día, como cuando vamos a comprar un billete de tren”.
“A todo esto se suma el miedo a acudir a los centros de salud y a los hospitales, las dificultades para pedir hora, para ponerse en contacto con los médicos”, advierte.
En el caso de los bancos, pide aplicar una “fórmula transitoria”, es decir, que una persona atienda a los mayores y les enseñe las gestiones telemáticas.
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