Los funcionarios estadounidenses no son los únicos señalados por calcular mal la velocidad de la ofensiva de los talibanes. Los líderes europeos y sus asesores de seguridad también están siendo objeto de crecientes críticas por juzgar mal la rapidez con la que se desarrollarían los acontecimientos en Afganistán una vez que el presidente Joe Biden decidiera retirar las fuerzas estadounidenses del país de Asia central.
En Reino Unido, el primer ministro Boris Johnson y sus principales ministros están siendo acusados por legisladores de su propio partido, así como por políticos de la oposición, de no tener planes de evacuación listos ante una posible oleada de talibanes debido a la retirada de las tropas estadounidenses y de la OTAN.
Con recriminaciones sobre la aparente falta de preparación para la evacuación y en medio de escenas caóticas en el aeropuerto de Kabul, un miembro de alto rango del partido conservador gobernante de Johnson, Tobias Ellwood, exministro de Defensa británico, se quejó el sábado de la falta de coordinación entre los gobiernos de la OTAN.
Ellwood cuestionó el pensamiento general que dio el visto bueno a la retirada de las fuerzas de la OTAN antes de la evacuación de los civiles afganos que necesitaban salir. “¿No sacan a sus militares primero, sacan a los civiles y luego se retiran?” le dijo a Times Radio, una estación británica. “Lo hemos hecho al revés”.
“Incompetencia. Falta de juicio. Falta de preparación. Falsedad. Confusión. Complacencia. Retraso”, fue el juicio editorial del domingo del periódico británico The Observer sobre lo que se ha estado desarrollando en el aeropuerto de Kabul, de caos continuo.
Además, aumenta la presión sobre el secretario de Relaciones Exteriores británico, Dominic Raab, para que renuncie por el manejo del programa de evacuación de Gran Bretaña con los legisladores enfurecidos porque permaneció de vacaciones con su familia en Creta la semana pasada mientras los talibanes entraban en Kabul. El coronel Richard Kemp, ex comandante de las fuerzas británicas en Afganistán, dijo enfurecido a la BBC que la ausencia de Raab mostraba una “falta de urgencia ministerial”.
Keir Starmer, líder del principal opositor Partido Laborista de Gran Bretaña, dijo el domingo que la respuesta del gobierno de Boris Johnson se ha caracterizado por una “total y absoluta complacencia de principio a fin”.
Merkel bajo fuego
También en Alemania, que retiró su último contingente de alrededor de 570 soldados de Afganistán en junio, el gobierno de la canciller Angela Merkel igualmente se enfrenta a una tormenta de críticas por no haber finalizado los planes de evacuación de Kabul para los afganos que trabajaban con las fuerzas alemanas antes de la caída.
Según la revista Der Spiegel, los principales funcionarios alemanes comenzaron a discutir en abril qué hacer con las contrataciones locales, incluidos traductores, conductores y cocineros, pero durante semanas no estuvieron de acuerdo sobre quién merecía ser evacuado, si deberían ser los 50.000 afganos vinculados a la misión militar alemana desde 2013, o solo aquellos que han trabajado los últimos dos años.
Hubo disputas de meses sobre si se debían utilizar los vuelos programados desde Kabul, y sobre si los evacuados pagaban su propio trayecto o si el gobierno alemán debía organizar vuelos chárter, según las actas de reuniones vistas por la publicación alemana.
En varias ocasiones durante los últimos dos meses, a medida que más ciudades y distritos caían en manos de los talibanes a un ritmo acelerado y los islamistas se acercaban a la capital afgana, se hicieron llamamientos a la canciller Merkel para que interviniera en las disputas entre organismos.
Hace cuatro semanas, cuando la mitad de Afganistán ya estaba bajo el control de los talibanes, los legisladores, tanto del gobierno como de los partidos de oposición, enviaron una carta conjunta a Merkel pidiéndole que resolviera los planes de evacuación. “Hacemos un llamamiento a ustedes con urgencia y, por lo tanto, públicamente porque el tiempo es muy corto y Alemania está en peligro de traicionar sus compromisos con las contrataciones locales en Afganistán”, escribieron.
Errores de cálculo
El fracaso en finalizar los planes de evacuación se atribuye a un error de cálculo, también cometido por Washington, a la velocidad de la ofensiva de los talibanes, así como a errores de juicio sobre cuándo el gobierno y el ejército afganos podrían rendirse. Al igual que sus homólogos estadounidenses, las agencias de inteligencia y seguridad europeas pensaron que tenían más tiempo.
Hace dos semanas, el general Nick Carter, jefe de gabinete del Departamento de Defensa de Reino Unido, escribió en un artículo del periódico The Times que era demasiado pronto para “descartar al país”. “Hay cada vez más indicios de que la población se está movilizando desafiante”, dijo.
A fines de julio, el servicio de inteligencia de Alemania (BND, por sus siglas en alemán) también sugirió un marco de tiempo mucho más largo para una victoria de los talibanes, diciendo que tomaría alrededor de tres meses, según informes de los medios alemanes.
Los funcionarios de inteligencia alemanes predijeron que los combatientes talibanes sitiarían Kabul hasta que el gobierno se rindiera. No contaron con la repentina huida del presidente afgano Ashraf Ghani. Cuarenta y ocho horas antes de que los talibanes se apoderaran de Kabul, sin apenas disparar un tiro, el BND cambió su evaluación, pero pronosticó que la capital no caería antes del 11 de septiembre.
Fallos de Inteligencia
Una razón clave para el error de cálculo es que el BND, al igual que otras agencias de inteligencia occidentales, aparentemente no logró captar una estrategia de infiltración que los talibanes habían lanzado meses antes que involucraba mover a los combatientes sigilosamente a posiciones en ciudades clave listos para emerger cuando fuera necesario, admiten algunos funcionarios militares europeos que hablan, bajo condición de anonimato, con la Voz de América. En muchas ciudades, incluida Kabul, los combatientes talibanes ya estaban sobre el terreno.
Todos nosotros, el gobierno federal, los servicios de inteligencia, la comunidad internacional, juzgamos mal la situación”
Heiko Maas, ministro de Relaciones Exteriores de Alemania
Y en algunos casos, dentro de las filas del Ejército Nacional Afgano, dice Ali Nazari, portavoz de Ahmad Massoud, hijo de un caudillo carismático asesinado por al-Qaida, que está formando un incipiente movimiento anti-talibán en la región montañosa de Panjshir. Así dice que la impresión que dan algunos informes occidentales de una guerra relámpago de los talibanes en Afganistán es incorrecta.
“Había muchos leales a los talibanes en el ejército, muchos simpatizantes y partidarios”, dijo a la VOA. Simplemente se rindieron a los talibanes. “Hubo una conspiración dentro del propio ejército”, agrega.
Las agencias de inteligencia occidentales tampoco eran plenamente conscientes, dicen los funcionarios, del rápido progreso que los talibanes habían estado logrando con los ancianos de las tribus y los señores de la guerra locales, así como con algunos líderes de las minorías étnicas de Afganistán, incluidos los hazara, que desde hace mucho tiempo enfrentaron una violenta persecución por parte de los talibanes debido a su origen étnico y adhesión musulmana chiíta.
Otro factor fue la incapacidad de apreciar el vacío del gobierno afgano y la desmoralización del ejército nacional del país, admitió el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, la semana pasada. “No se puede hablar de esto. Todos nosotros, el gobierno federal, los servicios de inteligencia, la comunidad internacional, juzgamos mal la situación”, dijo Maas en una conferencia de prensa en Berlín.
Los talibanes también se sorprenden
En defensa de los funcionarios occidentales, estadounidenses y europeos, los líderes talibanes también parecen haber quedado desconcertados por los diez días que sacudieron su mundo. Ellos tampoco habían anticipado un éxito tan rápido con su ofensiva militar -de afuera hacia adentro- de dos meses de duración, que los vio estrechando lentamente su control sobre los distritos rurales antes de asegurar las capitales regionales.
“Es una victoria inesperada”, reconoció Abdul Ghani Baradar, uno de los líderes talibanes, en un mensaje de video la semana pasada. Los líderes talibanes habían estado negociando con el ya expresidente Ghani por un acuerdo de transición que habría retrasado su entrada a Kabul, señala Vali Nasr, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, una institución de investigación en Washington D.C.
“Los talibanes estaban interesados en eso, ya que no creían que tuvieran la capacidad de tomar el control de la ciudad de inmediato”, dijo Nasr, ex asesor principal del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre Afganistán, durante una discusión en línea organizada por la Sociedad de Asia, una organización mundial sin fines de lucro.
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