Los medios de comunicación estatales de Corea del Norte publicaron una acción coordinada el martes pasado, una especie de mensaje a la nación del régimen, en el que aseguran a la población sobre las vacunas contra el COVID-19. En lo que pareció ser una justificación por la nula campaña de inoculación, aseguraron que “no se puede confiar” en las vacunas y que no esperen que sean eficaces durante los “próximos años”.
Sin inmunizados y con las fronteras cerradas herméticamente, el régimen de Kim Jong-un se diferencia una vez más del resto del mundo, donde las campañas de vacunación contra el coronavirus avanzan rápidamente o bien los Gobiernos se esfuerzan por explicar por qué faltan vacunas… Pero nadie dice que no son confiables ni eficaces.
“Las vacunas que se distribuyen actualmente podrían no ser capaces de proteger a la gente de la propagación del virus o de nuevas cepas del mismo, ya que los expertos advierten que el COVID-19 seguirá evolucionando durante los próximos años”, informó el 8 de junio el medio Rodong Sinmun, dirigido por el partido.
La dura advertencia se produce cuando los medios de comunicación estatales han presentado cada vez más la narrativa desde principios de mayo de que las vacunas tienen efectos secundarios mortales y son ineficaces contra el estado de mutación del nuevo coronavirus a nivel mundial.
Tanto la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA) como el Rodong Sinmun impulsaron a finales del mes pasado un informe de los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos en el que se afirmaba que más de 10.000 personas vacunadas en ese país se infectaron posteriormente con el COVID-19. Pero no informan que los CDC sostienen que las vacunas actualmente disponibles son eficaces a pesar de estos casos de ruptura de la vacuna.
Antes del informe de principios de mayo que ponía en duda la eficacia de las vacunas, la cobertura de los medios estatales norcoreanos de COVID-19 parecía ocultar completamente el hecho de que las vacunas se estaban extendiendo por todo el mundo.
Pero desde mayo, el foco cambió y Rodong Sinmun empezó a advertir que “la vacuna no es una panacea para todos los problemas”, que nuevas variaciones de COVID-19 “surgirán constantemente en el futuro” y que es “inevitable que la situación de pandemia se prolongue durante un largo período de tiempo”.
“Seguramente podremos ganar aunque la guerra contra el COVID-19 dure tres o cinco años”, concluye el artículo.
En simultáneo, la agencia de noticias estatal KCNA dio amplia cobertura a la infección de 1.300 personas en Dinamarca que “a pesar de estar vacunadas”.
A pesar de presentar una imagen negativa de las vacunas ante el público nacional, Corea del Norte usó las tribunas internacionales para exigir el suministro de vacunas. A principios de este mes, en la 74ª Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud, el régimen norcoreano criticó a los países por acaparar vacunas y acusó a países poderoso de practicar el “nacionalismo vacunal” para impedir que los países más pobres adquieran dosis.
El asunto es que Kim Jong- uno permite el ingreso de nada, tampoco de vacunas. Gavi, uno de los coordinadores de la iniciativa mundial de distribución de vacunas COVID-19, dijo el lunes pasado que tiene preparado el envío de 1,7 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca del mecanismo COVAX pero aún no pudieron ingresar por orden de Pyongyang.
Kim Jon-un se mantiene firme en su decisión de no permitir el ingreso de nada ni nadie y alimenta la creencia ya abandonada por la comunidad científica mundial de que los objetos pueden ser portadores del virus aunque estén desinfectados.
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