El Club de Fútbol de Cuernavaca, o mejor conocidos como los Colibríes de Morelos son uno de los casos más curiosos y peculiares en la historia del fútbol mexicano. Ya sea por sus problemas financieros, controversias con sus directivos, infraestructura del estadio y su corta estadía en primera división, el club dejó cierta huella en la memoria de los aficionados del balompié azteca.
Son ya 20 años de cuando los Colibríes tuvieron presencia en el máximo circuito del fútbol mexicano, esto después de haber comprado la franquicia de los Toros de Celaya en diciembre del 2002. Ya desde ese momento, la situación comenzó a ser algo atípico, pues generalmente cuando algún club nace o llega a primera división tras adquirir una franquicia ya existente, lo hace a principios de un año futbolístico, no a mitades de temporada como ocurrió en esa ocasión.
Cabe resaltar que la venta se llevó a cabo por la falta de recursos económicos por parte del presidente del Celaya, Enrique Fernández Prado. Fue ahí cuando apareció Jorge “El Capi” Rodríguez Marié, quien era el dueño de una aerolínea de aviones en México. Con el inicio del Clausura 2003 a la vuelta de la esquina, el nuevo propietario comenzó la mudanza del equipo al estado de Morelos.
Los Colibríes de Morelos 🐦, el club que duró un sólo torneo en la Primera División de México 🇲🇽. pic.twitter.com/LX9H51SvrK
— MX Sudamerica (@MXSudamerica) January 5, 2023
Problemas con el estadio
La idea en un principio, era el tener al club en la ciudad de Cuernavaca, motivo por el cual, el nombre oficial del equipo era Club de Fútbol Cuernavaca. No obstante, el empresario no logró llegar a un acuerdo económico con la entidad federativo para poder ocupar el Estadio Centenario y tuvo que llegar a la ciudad de Xochitepec (en el mismo estado de Morelos) para jugar en el “Mariano Matamoros”.
Una vez que se dio a conocer la sede de la nueva institución, la Federación Mexicana de Fútbol (FMF) surgieron bastantes polémicas, pues no cumplía con muchos de los parámetros para un estadio de primera división.
– Tenía una capacidad para 16 mil espectadores.
– En un principio no contaba con baños.
– Las medidas de la cancha no eran del todo reglamentarias
– Había rocas y piedras en las tribunas
– Tenía un río a un costado de la cancha, donde en más de una ocasión, el balón se volaba hacia ese lado
– Desde los árboles de las inmediaciones, los aficionados se podían subir para apreciar los partidos
Finalmente, la Federación terminó aprobando el recinto para disputar el Clausura 2003 ahí y justo fue ocupado por primera vez en la jornada 2 del certamen, cuando los Colibríes debutaron como locales ante los Tecos de la UAG, siendo una total fiesta para el nuevo equipo y su afición tras ganar por 3-0.
Cabe resaltar que durante la ceremonia de inauguración momentos antes de empezar el compromiso, “El Capi” mandó aviones ultra ligeros como parte del espectáculo para la afición; sin embargo, la gente que se dio cita en el inmueble mencionó que los aviones pasaron bastante cerca de las tribunas y generó cierto miedo para la afición.
Polémicas con sus entrenadores, jugadores y economía
Previo a que diera inicio el Clausura 2003, el entrenador asignado para el Cuernavaca era Carlos Leonel Trucco, quien venía siendo el estratega del Celaya y permaneció algunas semanas bajo el nuevo proyecto por falta de pago. A tan solo 4 días de su debut, la directiva contrató a Sergio Rubio, timonel que solo tenía experiencia en la segunda división (Tercera categoría).
Ya con Rubio al frente del equipo y conservando una base jugadores del conjunto celayense, los Colibríes sorprendieron a propios y extraños al ganar 3 de sus primeros 4 encuentros, destacando su victoria en C.U. ante los Pumas. No obstante, la algarabía duró poco, pues entre la semanas 5-10, el equipo solo cosechó dos puntos de 18 posibles.
Más allá de no competir a un buen nivel, los jugadores comenzaron a estar inconformes en la institución, pues señalaron que los cheques que se les dio para cobrar su paga, no tenían fondos. Aunado a ello, el equipo empezó con deudas económicas, a tal grado de no pagar la renta el estadio y con ello, no tener donde entrenar
En un acto de solidaridad y compromiso con el club, uno de sus jugadores y estrellas del equipo, el brasileño Claudio da Silva Pinto “Claudinho” ofreció el patio de su casa para poder llevar a cabo las prácticas entre semana. No obstante, los jugadores transmitieron en la cancha su inconformidad, misma que se vio reflejada en los resultados del equipo.
Tras la falta de resultados, aunado a los problemas económicos, llegó el nombre del estratega croata Zlatko Petricevic, quien tenía cierta experiencia en el máximo circuito con algunos clubes, pero sin tener mayor éxito. El timonel europeo le ofreció a Jorge Rodríguez Marié un apoyo económico, a cambio de asumir la dirección técnica del equipo, motivo por el cual tomó la vacante de Rubio.
Ya con Petricevic en el banquillo, las cosas no cambiaron en ningún aspecto y sorpresivamente, dejó su cargo después de dos semanas. La decisión no fue por un tema deportivo, pues ganó un encuentro y perdió otro; el hecho fue más por diferencias con sus jugadores. Según señaló el técnico europeo, los jugadores argentinos Mario Grana y Jorge Jerez lo confrontaron a golpes durante un entrenamiento.
Tras presentar su renuncia, la directiva del club volvió a contratar a Sergio Rubio. Cabe resaltar que el reglamento prohibía el contratar al mismo entrenador durante el mismo torneo en el que fue despedido; sin embargo, los altos mandos alegaron que nunca lo corrieron de la institución, sino que lo habían asignado como auxiliar técnico.
En otro hecho que quedó marcado en la historia del balompié azteca, sucedió que para la jornada 15, tan solo tres semanas después de la reincorporación del timonel mexicano a su puesto, nuevamente fue despedido por malos resultados, quedando así como el único estratega que fue cesado dos veces por el mismo club en un mismo torneo.
Sus últimos encuentros en primera división y el descenso
Justo en el último cotejo de Sergio como timonel de Cuernavaca, la plantilla saltó al campo del Estadio Azteca con una camiseta que tenía la leyenda “Basta de Mentiras” exigiendo el pago del dinero que la directiva decía ya haber pagado, dejando en evidencia la enorme crisis que se vivía al interior. Al final, el encuentro termino con victoria para el América por 2-0.
Teniendo la necesidad de conseguir buenos resultados para salvar la categoría, los siguientes 4 partidos se volvieron unas autenticas finales para la institución. Sin mayores fondos económicos para contratar a un nuevo entrenador, la directiva le dio un voto de confianza a los auxiliares de Rubio, teniendo así a Rodolfo Sotelo y Felipe Ocampo como los encargados en el banquillo por el resto del certamen.
Ya en la última fecha de la fase regular, los de Xochitepec y los Jaguares llegaron empatados en puntos dentro de la tabla de cocientes. A los de Morelos les bastaba con obtener una victoria para salvarse; sin embargo, el encuentro terminó empatado sin goles ante Cruz Azul.
A su vez, los de Chiapas terminaron derrotando con gol de último minuto a los Tecos, salvando así la categoría y condenando a los Colibríes a la “Liga de Plata”.
La afición creyó que se habían salvado
Aquella tarde, la Federación asignó que todos los partidos se jugaran a la misma hora. Tras el pitido final del arbitro en el Mariano Matamoros, el sonido local anunció que los Jaguares habían empatado su encuentro y que con ello, Cuernavaca se había salvado. En ese momento, toda la afición explotó en emoción y el recinto se volvió un jolgorio, incluso, varios aficionados saltaron al campo de juego para festejar con los jugadores.
Luego de varios minutos, llegó el verdadero marcador en el Víctor Manuel Reyna y la victoria del rival. De manera inmediata, los ánimos se apagaron y solo se veían caras abatidas, pues sabían que muy difícilmente se le daría seguimiento al proyecto en la segunda división.
Una vez que perdieron la categoría, Jorge Rodríguez fue obligado a vender la franquicia por todos los problemas que ya se venían arrastrando. Con su venta, el equipo paso a convertirse en los Trotamundos de Tijuana, club que a la postre fueron los actuales Xolos de Tijuana.
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