Los cambiantes ecosistemas del poder

Según la definición de los especialistas, el poder no es un elemento que se pueda resumir o contener en un solo elemento, sino que, por el contrario, hay un amplio espectro de variables que explican su ejecución, porque, finalmente, estamos ante una práctica, porque ni siquiera es un elemento que pueda ser poseído, sino ejecutado o perdido.

Michel Foucault, que es uno de los grandes teóricos de la doctrina del poder, hablaba de una composición amplia de suborganismos que interfieren en el ejercicio del poder. Muy parecido a todos los componentes que posee un cuerpo humano. De esa manera, en las sociedades cada individuo contaría con su responsabilidad y su cuota de cambio en las circunstancias que lo rodean, a lo cual Foucault le denominaría la “microfísica del poder”.

Este poder será manifestado por los diversos actores que hay a nivel global; analizando los grandes componentes de estos. Comenzando con el Estado, que es un actor primario, junto con todos sus componentes, desde las instituciones hasta las pequeñas sociedades, así como también se incluyen algunas organizaciones supranacionales que entran en ese mismo rango de importancia. Por su parte, también los actores secundarios o los funcionales, como las ONG, las empresas multinacionales y los grupos paramilitares (incluyendo los que practican el terrorismo) tienen su parte fundamental en este ejercicio del poder.

Es por esta razón que quizás se pueda hacer referencia a estos elementos como parte de los “ecosistemas del poder”, donde, además, aplicaría una especie de selección natural entre los detentores del poder, dependiendo de su capacidad para mantenerlo o su eventual extinción por una mala ejecución o práctica que los lleve a la pérdida de ese privilegio.

De esta manera, en el ejercicio bélico, en el actual esquema de las guerras asimétricas, no es extraño que un grupo aparezca y desaparezca rápidamente de los ecosistemas del poder. Por no tener una base sólida que pueda permitir su permanencia, sino que su existencia depende de los beneficios que reciben de los Estados para mantener vivo un proyecto que puede ser propio o apegado a las indicaciones de su benefactor.

En ocasiones sus proyectos son tan ambiguos que los pueden llevar a modificar temporalmente su agenda, hasta que adquieran de vuelta cierto prestigio o retomen algo de la cuota de poder que quizás perdieron en el proceso o les fue arrebatada. O esa ambigüedad les puede permitir dejar la beligerancia política y optar por la práctica “filantrópica”, la política social favorable a algún grupo afín a su ideología o el camino de la “fe verdadera” llevada a la acción benefactora. Ejemplos de lo anterior puede haber varios, pero para los efectos serán mencionados un par.

En El Líbano, la existencia de la agrupación chiita Hezbollah, que es patrocinada desde el gobierno iraní, modifica el ejercicio del poder para el gobierno de Beirut, especialmente porque la milicia paramilitar, considerada terrorista por varios países de Occidente, posee un poder superior al del propio ejército libanés, no por nada un importante militar retirado israelí decía, en el 2015, que el Hezbollah posee una capacidad superior a la de muchos países árabes.

Recibiendo altas cantidades de beneficios económicos desde Teherán, y además su estrategia filantrópica con los ciudadanos del sur del país, especialmente los refugiados palestinos. A esto se suma que, con el paso del tiempo, han logrado fortalecer su brazo político y tener miembros afines a sus ideas en el Parlamento (12 en total), lo que les permite ganar más prestigio a nivel del “país de los cedros”.

Ese apoyo del Gobierno iraní amplía su ecosistema de acción en la región, aprovechando además la guerra civil siria para estar a las puertas del Estado de Israel, con la complicidad no manifiesta de Rusia. Siendo Irán uno de los grandes beneficiados en el debilitamiento de los grupos opositores al régimen de Bashar al Assad y la huida del autoproclamado Estado Islámico, quienes, dicho sea, carecían de elementos fundamentales para poder tener algo aceptado por la comunidad internacional.

El otro ejemplo recae en el Estado Islámico (Daesh), quienes llegaron a potenciarse en el Medio Oriente tomando el control del debilitamiento en regiones importantes de Siria e Irak para asumir ellos el poder de los ecosistemas dejados a la “libre” y tuvieron grandes posibilidades en algún momento. Sin embargo, carecían de lo que Irán sí posee, como lo es el padrinazgo de un Estado reconocido internacionalmente que le pudiera dar las herramientas para conservar lo obtenido en la región.

Sin embargo, era evidente, ante el ingreso abrupto de Daesh en el escenario de batallas cual langosta que arrasa con todo a su paso, que carecían de cualquier legitimidad que les permitiera establecerse fijos en las zonas que iban conquistando. Poseen muchos anticuerpos con ellos que les impedirán ganar el prestigio que Hezbollah logra en su región de influencia, aunque estos también se comporten como alimañas devoradoras y parte de su persuasión sea el miedo.

Esto ha llevado a Daesh a abandonar de a poco la región y obligarlos a movilizarse hacia otro sitio donde de nuevo su actividad pueda asegurarles tomar el control de algún ecosistema en problemas, tal es el caso de Libia, donde dicha agrupación aprovecha el vacío de poder y asume el liderazgo frente a los principales clanes de este territorio africano.

En ambos casos, los actores internacionales interactúan en modificar el comportamiento de los distintos entornos ante los cuales los distintos grupos están interactuando, ya sea bajo su naturaleza original o las variaciones que realicen con tal de no perder la posibilidad de hacerse con el control de un área en particular.

Hay que destacar que en este tipo de análisis de los ecosistemas del poder se podrían integrar otros ejemplos de otras regiones, como son los casos de agrupaciones en Iberoamérica que han dejado de lado su componente paramilitar o ejecutor del poder duro para emprender un camino de poder blando a través del camino electoral o de lo políticamente correcto, como lo ha hecho el Ejército Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en El Salvador, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o como lo procuró hacer Batasuna en España, aunque al final no lo logró.

Lo esencial de este aspecto, es que sencillamente las nuevas realidades de la política internacional no pueden limitar el ejercicio de análisis a los factores estatales, sino que sencillamente, todos los elementos que conforman a la sociedad al poseer su propio nivel de cuota de poder podrían en alguna medida afectar al cuerpo completo que es la sociedad si no se toman las previsiones del caso cuando se estén presentando algunos síntomas de que algo está cambiando en su entorno original.

El autor es licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de las Américas, especializado en la temática de Oriente Medio.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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