Los 100.000 migrantes llegados a Italia en siete meses, un fracaso de la política

Marta Rullán

Roma, 17 ago (EFE). – La llegada de 100.000 migrantes a las costas italianas en los primeros siete meses del año es un “indicador del fracaso de la política migratoria” de Italia y la Unión Europea y, aunque “preocupa” el aumento respecto a 2022, se trata de una cifra “totalmente manejable”, coinciden la ONU y las ONG de rescate en el mar.

“No hay una emergencia numérica, pero si humanitaria”, asegura a EFE Flavio di Giacomo, portavoz de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) para el Mediterráneo, que no olvida que en ese mismo periodo han muerto oficialmente 1.848 personas, aunque la cifra real incluye a “muchos, muchos, muchos cientos más”.

El Gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni, que llegó al poder en octubre del año pasado prometiendo una gestión más dura de la inmigración, afronta su primer verano con miles de migrantes llegando a sus costas, sobre todo a Lampedusa (Sicilia), donde hoy se hacinan más de 2.000 en un centro de acogida con capacidad para 400.

Tras impulsar un acuerdo de la UE con Túnez que no parece funcionar y con el estado de emergencia nacional migratorio decretado en abril pasado acercándose a su fin, Meloni se apresta a reforzar en septiembre las expulsiones entre las críticas de las ONG, los organismos internacionales y la oposición.

100.000 MIGRANTES Y MÁS 2.000 MUERTOS

Desde el 1 de enero de 2023 hasta este 16 de agosto han llegado a las costas italianas 101.386 inmigrantes, más del doble que los 48.940 que lo hicieron en el mismo periodo del año anterior y casi el triple del 2021, cuando se registraron 34.556 desembarcos, reveló este miércoles el Ministerio del Interior.

Para la OIM, “es un número totalmente manejable que la propia Italia ya registró de 2014 a 2017. De hecho en 2016 se llegó a 180.00 y no hubo ningún problema, sin contar los 8 millones que llegaron a Europa desde Ucrania en tres meses, 120.000 a Italia, y no se generó una emergencia numérica”, afirma Di Giacomo.

Las 100.000 llegadas “no significan absolutamente nada para Médicos Sin Fronteras, solo son un indicador del fracaso de las políticas de gestión del flujo migratorio” de Europa e Italia, asegura Juan Matías Gil, jefe de misión de la ONG, una de las más activas en el Mediterráneo Central.

Su barco, el Geo Barents, ha rescatado en las últimas semanas a más de 500 personas a las que tuvo que desembarcar en cuatro puertos diferentes, algunos muy distantes entre sí, como parte de la política del Gobierno Meloni contra las ONG, a las que la derecha italiana calificaba de “taxis del mar” antes de llegar al poder.

“Los muros, los acuerdos con países terceros para dificultar estas salidas” solo ayudan a los traficantes a “pedir más dinero” y “el riesgo de morir en mar en mucho más alto”.

Valentina Brinis, “advocacy officer” de Open Arms, reconoce que la cifra les “preocupa” porque “fuera de la zona SAR italiana sólo operan estructuras de socorro de ONG” y por eso “es imposible salir del Mediterráneo Central”, añade tras unos días de intensa y sorprendente colaboración de la ONG española con los guardacostas italianos, sobrepasados por la situación.

TÚNEZ HA REEMPLAZADO A LIBIA

El factor determinante es la crisis de Túnez, donde “las condiciones de los extranjeros que vivían allí o estaban de tránsito han empeorado notablemente”, explica Gil, al señalar que antes “salían en su mayoría tunecinos, pero ahora son subsaharianos”.

Di Giacomo habla de “la discriminación y la violencia” que han llevado a Túnez a reemplazar a Libia como principal país de salida con destino a Italia debido a “un nuevo contexto geopolítico y humanitario limitado en el tiempo”.

Brinis también opina que “la actual situación en Túnez ha influido negativamente” y pone el foco en el tratado impulsado por Meloni para controlar las salidas hacia Europa: “Ningún acuerdo para externalizar para las fronteras va funcionar”.

REPETIR LOS FRACASOS PASADOS

Al menos “de momento no parece haber tenido ningún tipo de efecto práctico”, resalta Di Giacomo, que insiste en que “habría que tratar de mejorar la situación de los migrantes en Túnez” si lo que se quiere es que no salgan de allí.

Los acuerdos con países terceros no funcionan, pero tampoco la política de expulsiones que pretende intensificar Meloni “va a influir en las decisiones de las personas que, fruto de la desesperación, toman la determinación de huir. Es repetir los fracasos pasados”, destaca Gil.

Open Arms tiene una propuesta: “Trabajar en una política de visados menos discriminatoria que permita realmente a quienes lo deseen desplazarse sin arriesgar su vida”.

Y es que además, subraya el portavoz de la OIM, “Italia necesita a los migrantes”.

“Hay que aumentar los canales regulares, lo que, por cierto, ha hecho Italia abriendo 452.000 plazas en los próximos tres años para los migrantes irregulares con un nuevo decreto. Ese es el camino”. EFE

mr/alf

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com: 21324058, 21317694, 21420647, 21486613)


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