Lluis Pasqual, primer español en abrir La Scala: "No temo al público, yo lo sirvo"

Milán (Italia), 1 dic (EFE).- Una fecha ronda incesantemente por la mente del director Lluis Pasqual: este 7 de diciembre inaugurará la temporada de La Scala de Milán con el “Don Carlos” de Verdi, aunque su cita en uno de los auditorios más famosos y exigentes del mundo no le asusta: “No temo al público, yo lo sirvo”, promete a EFE entre bambalinas.

“Siempre intento mantener el ego a dieta, pero uno se siente recompensado tras tantos años de teatro y ópera”, agradece desde el camerino en el que se refugia del guirigay de los ensayos, perceptible por el sonido de fondo de unos violines afinándose.

Pasqual (Reus, 1951) se convertirá en el primer español en dirigir la esperada “Prima”, la apertura de la temporada lírica de La Scala, un acontecimiento que, cada año por la noche de San Ambrosio, congrega a los fanáticos de la ópera, también en todo el mundo gracias a la televisión.

UNA CITA IMPORTANTE

La obra elegida es “Don Carlos” (1867), la adaptación que Giuseppe Verdi compuso a partir de la tragedia homónima de Friedrich Schiller sobre el pulso -inventado- entre el monarca español Felipe II con su hijo, el infante Don Carlos, por el corazón de Isabel de Valois.

Se trata de una pieza monumental, la más larga del compositor, con un marcado acento español que, por supuesto, podrá verse sobre las tablas de este templo de la lírica, que días antes del estreno ya deja ver un gran retablo barroco y unas vidrieras de alabastro.

La tensión se nota en los pasillos de La Scala, recorridos deprisa por decenas de operarios, pero sin duda irá en aumento hasta la noche de la “Prima”, cuando su público, capaz de aupar o aguar carreras, emitirá su veredicto: “Yo al público no le tengo miedo. Se lo dedico a ellos”, alega el maestro catalán con parsimonia.

El director, Premio Nacional de Teatro, contará con la batuta de Riccardo Chaily y con cantantes de renombre como la soprano Anna Netrebko, el tenor Francesco Meli o el barítono Luca Salsi.

CONTRA LA LEYENDA NEGRA

Para este ‘Don Carlos’, Pasqual se ha inspirado en la colegiata de la localidad castellana de Toro, pero también ha mandado replicar las rejas de la catedral de Sevilla. “Todo tendrá un olor a incienso”, resume.

Esta ópera en cinco actos sobre el “príncipe maldito” tiene todos los elementos de la Leyenda Negra, el relato propagandístico en su contra que los enemigos del Imperio español difundieron por las cortes y mentideros de todo el orbe.

Pero, con la historia de la mano, en la obra de Verdi y Schiller prácticamente todo es ficción. Felipe II no era un vejestorio casándose con una niña ni la Inquisición en España tenía tanto poder ni sed de sangre como exhibe un grandioso Auto de fe en la obra.

“A parte de la historia de amor, que es novelada e inventada, los hechos históricos no corresponden en nada, es una historia que Verdi toma del teatro de Schiller, que se alimenta de la Leyenda Negra que fabricaron los ingleses para minar el Imperio español”, sostiene.

Los personajes, avanza Pasqual, por supuesto vestirán de negro, pero subraya que el color que dominó la corte de los Habsburgo en su época de apogeo no tenía que ver con su legendaria austeridad, sino que se usaba por ser el pigmento más preciado del Nuevo Mundo.

No obstante, aquella visión oscurantista de España ha llegado a nuestros días: “Es muy difícil luchar contra eso porque durante siglos funcionó como las redes sociales”, lamenta el director, que cree que la “educación” es clave para cambiar el relato.

LAS ENTRETELAS DEL PODER

Pero esta ópera “shakespeariana” tiene una intención mucho más universal: desvelar los entresijos del poder que oprime al mundo desde sus mismos albores.

“Los mecanismos del poder responden muchas veces a cosas irracionales que nadie se imagina. Yo cuando veo a ciertos políticos haciendo ciertas afirmaciones pienso si habrán dormido bien”, critica el director, atento al contexto de su país.

Este director “más catalán que las lomas de Montserrat” arremete contra la política que “muestra un mundo de apariencia donde se tiene que ser perfecto” y contra los “dos entes más peligrosos” a su juicio creados por el hombre: “las religiones y el nacionalismo”.

Porque, puntualiza, “son excluyentes, racistas, son un no reconocimiento del otro que es exactamente igual que tú, y a partir de ahí no hay empatía”.

“Cuando tenía 20 años pensaba que con el teatro iba a cambiar el mundo, ahora ya desgraciadamente no lo pienso”, reconoce el maestro con cierto pesar, pero siempre enamorado del “Bel Canto” que descubrió de niño entre las cajas de discos del desván de su tía.

Gonzalo Sánchez


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