Nelson Estrada Cárdenas votó por Rodolfo Hernández y murió un día después, a las siete de la mañana en el Hospital Neurológico de Antioquia. No fue por una muerte violenta por ejercer su derecho al voto o por su labor como líder social. El final de la vida de este hombre, oriundo de Caldas, municipio del departamento de Antioquia, fue voluntaria, apacible y amparada por la Corte Constitucional.
Desde hace quince años, este hombre de 65 padeció de polineuropatía desmielinizante crónica, una enfermedad degenerativa en la que los anticuerpos del organismo comienzan a atacar los nervios ubicados fuera del cerebro. Con el tiempo, quienes la padecen pierden la fuerza y la movilidad de los músculos voluntarios e involuntarios del cuerpo: no solo se hace más difícil mover los brazos y piernas, sino que en algún punto la respiración deja de ser posible sin apoyo.
Podría decirse que este hombre tenía motivos para quedarse: la comunidad de Caldas, de la que se convirtió en líder, sus tres hijos, sus siete hermanos o sus padres, que aún siguen vivos. No obstante, a Estrada le preocupaba quedar postrado en una cama tras el avance de la enfermedad y ser más una carga que un apoyo. Quería morir como vivió: en su ley y con dignidad.
Por ello, en 2015, cuando se aprobó la ley a favor de la eutanasia en Colombia, Nelson Estrada comenzó a tramitar el fin de su vida en sus términos. Solo lo consiguió cuando la Corte Constitucional emitió la sentencia C-233, que abrió las puertas de este procedimiento para personas con enfermedades no terminales, el paciente obtuvo el permiso para recibirla.
La madre, quien tiene 84 años, aceptó ante la emisora Caracol Radio que la decisión de su hijo no fue fácil de aceptar. “No tengo palabras; me dio muy duro la decisión que él tomó y yo no creía que él iba a hacer eso, pero se llegó ese día. Fue muy buen hijo, fue muy unido, todos éramos una familia… Toda completa, muchos recuerdos… Fue un gran hijo”.
Por otro lado, en declaraciones para el diario El Colombiano, su hermano Ferney recordó que Nelson Estrada fue candidato a concejal en dos oportunidades y ayudó a las personas de su comunidad con las acciones de tutela para obtener elementos como sillas de ruedas, muletas, prótesis y hasta escaleras eléctricas, necesarias para la movilidad de personas como él.
“Era una persona muy alegre, capaz e inteligente. Un líder nato para todo el tema social. Los últimos momentos fueron para él muy gratos: era su decisión. Quiero que me recuerden muy feliz, era lo que pedía”, aseguró el hermano de Nelson.
El caso del señor Estrada es el segundo procedimiento de eutanasia en pacientes condiciones crónicas no terminales que fue aprobado y públicamente anunciado en el Valle de Aburrá. El primero fue el de la señora Martha Sepúlveda, paciente de esclerosis lateral amiotrófica a quien le aprobaron su procedimiento de muerte digna para el 10 de octubre de 2021.
El comité de ética de su IPS, el Instituto Colombiano del Dolor de Medellín, canceló la cita a último minuto. La lucha de la mujer continuó —en silencio, por miedo a que la visibilidad de su caso generara un nuevo retraso— hasta el 8 de enero de este año, cuando se respetó su deseo de morir por medio de la eutanasia.
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