
Desde su incursión en la máxima categoría, Universidad San Martín supo elegir, con mínimo margen de error, a cada refuerzo extranjero y uno de los primeros casos de éxito fue el mediapunta uruguayo Mario Leguizamón, quien llegó al Perú por primera vez a los 24 años, después de irrumpir en Peñarol y destacar en los seleccionados juveniles de su tierra natal. Su arribo a la capital peruana, fue la oportunidad de reengancharse con el deporte que lo cautivó de niño y estaba dispuesto a abandonar. Tuvo que remar con la falta de oportunidades y se erigió como figura indiscutible de los ‘albos’, siendo clave en la obtención de títulos.
Sin embargo, ese fabuloso desempeño en el campo con los ‘santos’ pasó a un segundo plano cuando tuvo declaraciones inapropiadas sobre una árbitra tras un partido contra Alianza Atlético. Los dichos del exjugador tuvieron gran repercusión y hasta el mandatario de turno decidió pronunciarse al respecto, condenando su accionar. Todo esto acabó con un despido que luego de 15 años sigue considerando excesivo.
Infobae Perú conversó con Mario Leguizamón sobre este y otros episodios de su vida, como el arranque de su carrera junto a dos iconos del fútbol sudamericano como Pablo Bengoechea y José Luis Chilavert, las ofertas que recibió por gigantes del balompié y su amargo paso por Universitario de Deportes.
– ¿A qué edad empezó tu relación con el fútbol?
Yo empiezo a los seis años a jugar al fútbol en un equipo de mi barrio. Acá se hace baby fútbol y a los 12 paso a Peñarol, a la séptima categoría e hice todas las juveniles hasta que llegué a primera. Esos fueron mis inicios.
– Tuviste un debut en Peñarol que todo jugador desea, con gol incluido…
La verdad es que en el momento tenía muchos nervios, era un chico de 17 años y me citaron para concentrar en ese partido. Faltando unos cinco minutos, el técnico Julio Ribas me llamó para ingresar y obviamente me agarró de sorpresa porque ya no pensaba que iba a debutar ahí. Entré y tuve suerte que la primera pelota que toco, tiro una pared con un compañero y él me la devuelve de frente al arco, me salió el arquero, lo eludí y gol. La verdad que sí, fue soñado. Me salió todo bien ese día.

– En ese Peñarol coincidiste con buenos jugadores en tu posición como Pablo Bengoechea… ¿Con esas figuras, quizás no tuviste muchas oportunidades?
Realmente había muchos jugadores buenos en esa época, Bengoechea era uno que justamente actuaba en la misma posición que yo, pero no creo que haya sido únicamente por él, había muchos futbolistas de jerarquía y nombre que luego se fueron a Europa. Era muy difícil, la verdad que tuve suerte, pues era muy complicado que un chico esté en un plantel de primera, eran todos hombres grandes, que ahora es todo totalmente distinto.
– ¿Fungió un papel de guía para ti? ¿O eran solamente compañeros?
Una excelente relación cuando éramos compañeros. Yo era muy joven, él ya era un hombre y no teníamos mucha amistad, porque obviamente se juntaba con sus contemporáneos. Siempre bien.
– También estuviste con José Luis Chilavert. ¿Cómo te llevaste con él?
Con Chilavert sí, porque en realidad justo me tocó dormir en el cuarto con él, cuando apenas llegó y como que la relación fluyó. Yo pensaba que era de otra forma, uno le tiene un respeto, pero él bromeaba bastante con nosotros porque estábamos en la recámara y tuvimos buena conexión en el corto tiempo que estuvo, fue lindo. (…) No tenía temor que me haga o diga algo, al contrario, era muy buen compañero. Eso que él mostraba era para afuera, dentro de la cancha y con la prensa, pero en la interna era uno más. Si ustedes lo hubieran conocido, les aseguro que no era la persona que ven en la televisión, es un crack en todo sentido.

– También tuviste un paso importante por las selecciones juveniles de Uruguay, siendo figura en un Sudamericano sub 17…
Sí. Me acuerdo de que a Perú le hice un gol de tiro libre y era George Forsyth el arquero. Salí goleador del Sudamericano sub 17 y de ahí fuimos al Mundial de Nueva Zelanda. En la Copa jugué de titular los primeros tres partidos y me lesioné, fue un esguince en el tobillo de tercer grado, pero no dije nada, jugué igual un partido más. No tuve la posibilidad de hacer gol. Ya en el cuarto partido me quedé en el banco. Nos fue relativamente bien. Me acuerdo que salí y entró Sergio Leal (ex Sporting Cristal).
– ¿Después del Sudamericano y el Mundial no pensaste en emigrar al fútbol europeo?
En realidad yo quería jugar en Peñarol, todavía no había debutado y tuve la dicha de cumplir el sueño que todo pibe tiene de jugar en este equipo. Después vinieron algunas ofertas, pero eso fue por giras que tuvimos y me vieron jugar.
– ¿Te animas a mencionar algunos de los equipos que ofertaron por ti?
Sí, me acuerdo del Real Madrid, también Corinthians. Me querían cuando fuimos a jugar a Valencia en España por un torneo con la sub 18 de Peñarol y en ese momento el ‘Contador’ José Pedro Damiani era el presidente y no me quiso vender. Yo era un pibe, tenía 18 años y en ese momento quedé como frustrado por la situación, pero igual estaba contento porque estaba en Peñarol y me dejaron en primera. Son oportunidades del fútbol que ya no vuelven más.
– ¿Cómo se dio tu llegada al fútbol peruano? San Martín era un proyecto ambicioso, pero no tan conocido en ese entonces…
Yo a mi corta edad había tenido varias ofertas para salir y nunca se concretaban por distintas situaciones. Ya estaba un poco cansado de todo. En ese año 2006 había decidido no seguir más con el fútbol, no quería jugar y tenía pensado irme a Italia con un amigo que estaba jugando allá y mi representante me llama a decirme “hay una posibilidad en Perú, un equipo que tiene todo, infraestructura, vas a cobrar al día, creo que es una linda chance para que retomes”. Llegué a San Martín y jugaba poco, estaba con (Juan Antonio) Pizzi e iba al banco, no me conocía nadie. Tuve la suerte que Pizzi se va y queda el ‘Chino’ Víctor Rivera, pero no quería extranjeros y me quedé igual. Hasta que un día hablé con el cuerpo técnico y con Álvaro Barco que era el gerente. Les pedí que me dieran una oportunidad y si yo no estaba a la altura, me iba. Me pusieron un partido en Cusco contra Cienciano, entré en el segundo tiempo y metí el gol con el que ganamos 1-0. De ahí no paré hasta que salimos bicampeones.

– ¿Por qué crees que el ‘Chino’ Rivera no quería extranjeros como mencionaste?
Creo que no me conocía y él tendría su idea, yo lo respeté en su momento porque era el entrenador y dijo que no quería extranjeros, pero después, a base de sacrificio, aguanté hasta que me dieron la oportunidad y le mostré que yo podía. Quedó una buena relación porque después me llevó a Vallejo, me volvió a llamar. En parte yo hice que él cambiara ese pensamiento.
– ¿Qué recuerdos de ese San Martín que le ganó a River Plate y otros rivales en Copa Libertadores?
Nosotros sabíamos que íbamos a ganar en cualquier momento, nos teníamos una confianza y no importaba quién era el rival, no teníamos miedo y fuimos a jugarle de igual a igual a River, sabíamos que les podíamos ganar y les ganamos, a pesar de que tenía un cuadrazo. De ese partido me queda el gol de ‘Pepe’ Díaz, que fue una cosa emocionante, porque me acuerdo que la hija cumplía 15 años y él no jugaba porque lo hacía yo. Él entraba poquito, ya tenía 33 años y conversábamos mucho, hicimos linda amistad. Ese día le había prometido un gol a su hija, entró e hizo un golazo. La alegría fue de todos. Se formó algo tan lindo hasta hoy.
– En San Martín viviste de las dos caras, una superfeliz y luego llegó un adiós que no fue el esperado… ¿Si bien hubo un exceso de tu parte, no crees que lo que hicieron contigo fue desmedido?
Sí, lo creo, obvio que lo creo. Yo en ese momento me sentí solo, obviamente me equivoqué, insulté, pero siempre pensé que no era para tanto. Estaba muy contento en Perú, muy a gusto, y sé que hay mucha prensa amarillista que derivó el tema a otro lado, que yo estaba en contra de las mujeres, hicieron videos, cualquier cosa, se metió la política y no era eso. Fue simplemente un momento de calentura y fui a pedirle disculpas, pero Silvia Reyes dijo que no aceptaba, ya estaba como medio armado ese circo y me tuve que ir. Me dio pena porque no era la manera, nunca le había faltado el respeto a nadie y en ese momento fue injusto. Después volví (a José Gálvez) con Uribe y todo quedó allí, se lo agradezco porque tuvo la espalda para llevarme sabiendo que la prensa iba a molestarme con eso.
– Hasta el presidente de la República de ese entonces, Alan García, se pronunció en tu contra y eso ya era otro ámbito…
Sí, el presidente no tenía nada que hacer ahí, no tenía nada que opinar ni qué decir, pero como dije, derivaron el tema a otro lado y me perjudicaron en ese momento. Si ustedes supieran todas las cosas que yo escuche dentro y fuera de la cancha en Perú… y nunca pasó nada. No fue justo, es lo único que digo. Para mí ya pasó.

– Mencionaste que regresaste con Uribe, también pasaste por Vallejo y Cienciano, para luego fichar por Universitario.
En Universitario no me fue bien, tuve mala suerte, porque a mí me lleva ‘Ñol’ Solano y arreglé precontrato, me vine los días de vacaciones que tenía. Me llaman a decirme que sacaron a Nolberto, que había agarrado Ángel Comizzo y que igual me tenía que presentar. Comizzo no me dio ni una oportunidad, incluso la barra me pedía, quería que yo jugara y él pensaba que yo hablaba con la hinchada, una cosa increíble, que no era así. Estuve hasta mitad de temporada, año que la ‘U’ salió campeón, y me fui a Colombia a jugar. (…) Después de eso quedó una buena relación, tuvimos una charla y me dijo lo que pensaba de mí y yo le dije que no, que estaba buscando mi salida del club. Los dirigentes hablaron conmigo, yo no me quería ir, porque sé cómo es el fútbol, todo puede cambiar en un segundo. Incluso le pedí a (Comizzo) jugar en reserva y me dijo que no, porque no le servía que metiera goles, pues la gente más presión iba a meter. Cuando me negó eso dije “acá no juego nunca” y tomé la decisión de irme. La relación al comienzo fue un poco tensa, pero después no.
– Una lástima porque tengo entendido que te llevabas bien con el plantel…
Con los compañeros me llevaba bien con todos, ellos te pueden decir cómo era. Esas cosas en el fútbol pasan. Sí, me quedó esa espina, creo que en Universitario hubiera andado muy bien, porque me tenía fe, sé las condiciones que tenía. No se dio y tuve que buscar otro camino, no me puedo quedar esperando mucho tiempo.

– ¿Te hubiese gustado jugar en Sporting Cristal o Alianza Lima?
A Sporting Cristal tuve varias veces para ir, me querían. Los de Alianza también, cuando jugaba contra ellos me decían “te queremos traer acá” y al final nunca se daba, no sé por qué razón. La ‘U’ nunca mostró interés, cuando fui a Cienciano ahí sí ‘Ñol’ se comunica conmigo y me lleva.
– Ese fue tu último paso en Perú, pero seguiste jugando en Honduras, Colombia o tu país… ¿En qué momento Mario Leguizamón decide dejar de jugar?
Estaba en Progreso, un equipo acá en Uruguay que tiene mucha historia, me sentía bien y me lesioné del tendón rotuliano, que es uno complicado. Me pusieron una bota de yeso por cuatro meses y yo tengo poca paciencia, me lo saqué y no jugué más. (…) Ya había perdido ese fuego para competir y uno lo siente. No hay edad para eso.
– Una vez ya retirado sigues ligado al fútbol, pero de otra manera. ¿A qué te dedicas ahora?
Yo trabajo en una empresa que en Uruguay tiene mucho prestigio, tengo un grupo de compañeros excelente. Es una empresa que representa jugadores y yo estoy enfocado más en el tema Peñarol, de los juveniles. Estoy con ellos, voy a los partidos, hago los informes, trato de potenciarlos y ayudarlos para que lleguen mejor a primera. Toda la experiencia que tuve como jugador la puedo volcar también.

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