Torrelavega, 14 oct (EFE).- Las vidrieras de la iglesia de la Asunción, en Torrelavega (Cantabria), revivirán en unos meses su luz, color y esplendor original gracias a la primera gran intervención en casi 130 años que lleva a cabo el maestro vitralista Tomás Saiz Castillo, el mismo que restauró las del Paraninfo de la Universidad Pontificia de Comillas.
Como un enorme puzle de plomo y vidrio, en su taller de Torrelavega se acumulan las 17 grandes vidrieras objeto de la intervención, que recrea paso por paso la forma de construcción original, utilizando las mismas herramientas y los mismos productos para asegurar una nueva vida a estos enormes objetos decorativos.
Las vidrieras estaban situadas a más de 20 metros de altura y han tenido que ser retiradas con el cuidado que requiere un elemento único y delicado, del que se desconoce el estado de conservación hasta que llega al taller, donde debe superar un riguroso examen para determinar qué tipo de intervención es necesario hacer.
En una entrevista con EFE, el maestro Tomás Saiz explica que este examen sirve para “ser lo menos agresivo posible” en la intervención, pues algunas vidrieras serán desmontadas en su totalidad, otras sólo necesitarían una limpieza general, y unas pocas incluso reconstruir alguno de los cristales dañados.
En este caso, también se “arreglarán” intervenciones “poco cuidadosas” en algunos cristales estropeados, al parecer por disparos durante la Guerra Civil, y una vez completados todos estos pasos las vidrieras se volverán a izar a su lugar, listas para aguantar otro siglo iluminando de color el tempo de la Asunción.
Según Tomás Saiz, el oficio de vitralista es “muy desconocido” y también está “casi en peligro de desaparecer” porque no es posible el empleo de máquinas y requiere “grandes dosis de paciencia, dedicación y cariño” por el material que se está utilizando, vidrieras de decenas o cientos de años de antigüedad.
Por eso es uno de los últimos vitralistas que quedan en Cantabria y también uno de los más prestigiosos de España, que forma parte de la Red Nacional de Maestros de la Construcción Tradicional, un entidad que ha visto decrecer los talleres en los últimos años hasta quedar poco más una treintena en todo el país.
Tomás Saiz cuenta que comenzó en este oficio hace unos 30 años, tras pasar por otros como músico del grupo Blue Jeans, que actuó con artistas como Sabina o Aute, pero una vez que se inició el vidrio le “cautivó”.
Desde entonces, ha trabajado en numerosos proyectos de restauración, destacando las vidrieras del Monasterio de Santo Toribio de Liébana, las del Palacio de la Magdalena, de la Agencia Tributaria de Santander o las instaladas en el Aeropuerto Internacional de Palma de Mallorca.
Y espera confirmación de otra intervención que se ejecutaría en un palacio en París, un proyecto ahora parado por la guerra en Ucrania pero que, confiesa, le haría una gran ilusión acometer por lo que supondría de aprendizaje del oficio y también de proyección internacional para su taller. EFE
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