La memoria y otras habilidades cognitivas suelen deteriorarse con el paso del tiempo. No obstante, hay personas, conocidas como “superagers” o “superancianos”, que mantienen una memoria comparable a la de individuos 30 años menores, a pesar de su edad avanzada. Los científicos emplearon un modelo de inteligencia artificial (IA) para distinguir entre superancianos y adultos mayores típicos.
Estas personas tan especiales son objeto de mucho interés científico porque pueden aportar pistas para mejorar el envejecimiento saludable y para comprender mejor las enfermedades que se relacionan con la vejez, como las demencias, el Alzhéimer o el Párkinson.
Una investigación reciente, liderada por Bryan Strange, de la Universidad Politécnica de Madrid y publicada en la revista The Lancet Healthy Longevity, reveló que los superagers, “además de tener una capacidad cognitiva similar a la de una persona de unos 50 años, son mucho más ágiles”. Es decir, explicó, “tienen una velocidad de movimiento mucho mayor para actividades cotidianas que la de adultos sanos de su misma edad. Y sus niveles de ansiedad y depresión también son mucho menores”. La finalidad del estudio fue “describir la estructura cerebral de los superagers e identificar los factores demográficos, de estilo de vida y clínicos vinculados con este fenotipo”.
Los superagers han generado el interés de los científicos, que han realizado varias investigaciones al respecto. Por ejemplo, la llevada a cabo en la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, y publicada en la revista The Journal of Neuroscience, donde se observó que las neuronas ubicadas en la corteza entorrinal, encargadas de la memoria, son notablemente más grandes en estas personas. Otros estudios han hallado ciertos factores del estilo de vida, como la existencia de vínculos sociales más fuertes entre los superagers y los adultos mayores, sin embargo, la mayoría de las investigaciones se han hecho en muestras pequeñas y no han realizado seguimientos a lo largo del tiempo. Por eso, todavía hay una carencia de conocimiento de los factores demográficos, del estilo de vida o clínicos que contribuyen a mantener la función de la memoria en la vejez.
El estudio de la universidad española, en cambio, se basó en un mayor número de participantes, y comparó la estructura cerebral y el estilo de vida de los superagers con los de otros adultos mayores con una memoria normal para su edad. Los resultados muestran que los superancianos tienen cerebros más grandes y menos atrofiados, especialmente en las zonas relacionadas con la memoria, como el hipocampo y el prosencéfalo basal.
Además, tienen menos ansiedad y depresión, más agilidad y más actividad física y social que los adultos mayores típicos. Estas diferencias no se deben a factores genéticos o a biomarcadores de la demencia, sino que podrían reflejar una mayor resistencia al deterioro de la memoria asociado a la edad. El estudio también reveló que el volumen cerebral y el rendimiento de la memoria de los superancianos se igualan con los de los adultos mayores típicos alrededor de los 75 años, lo que sugiere que hay un retraso entre el inicio de la atrofia cerebral y el declive cognitivo, o que hay otros factores, como las propiedades funcionales del cerebro, que influyen en la memoria superior antes de esa edad.
El trabajo también analizó otras características que los diferencian de los adultos mayores con una memoria normal para su edad. Una de ellas es la estructura del tálamo motor, una parte del cerebro que se relaciona con el aprendizaje y la memoria y que se conserva mejor en los superagers. Otra característica es la velocidad de movimiento, que indica una mayor agilidad y actividad física en los superagers, lo que podría beneficiar su salud cerebral y su cognición. Además, tienen una mejor salud mental, con menos ansiedad y depresión, que son factores de riesgo y síntomas de la demencia. El estudio también ha evaluado la duración del sueño, pero no ha encontrado diferencias significativas entre los superagers y los adultos mayores típicos. Estas variables podrían ayudar a identificar y promover las actividades que favorecen la memoria en la vejez.
El estilo de vida de los superancianos
Si tomamos como referencia los dos estudios mencionados, el de la Universidad de Northwestern y el de la Universidad Politécnica de Madrid, estas son las actividades que realizan:
1. Se mantienen activos físicamente. La actividad física hace que el cuerpo consuma más oxígeno, lo que beneficia su funcionamiento. El ejercicio mejora el corazón y los ejercicios de fortalecimiento muscular disminuyen específicamente el riesgo de caídas. El ejercicio regular también contribuye a mantener un peso saludable. Las personas con un índice de masa corporal (IMC) mayor a 30 tienen tres veces más riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer, según el estudio de Northwestern. La velocidad de movimiento es una de las característica que el estudio español halló en los superancianos, al indicar una mayor agilidad y actividad física, lo que podría beneficiar su salud cerebral y su cognición.
2. Desafían su cerebro. Ejercitan su cerebro. La actividad mental puede ser tan beneficiosa como la física. Sudoku, leer o hacer un curso que suponga un reto ayudarán a activar y hacer “funcionar” al cerebro de formas diferentes.
El estudio de la Politécnica de Madrid encontró también que entre los superancianos estudiados muchos habían recibido instrucción en música, sea formal o informal
3. Tienen menores niveles de ansiedad y depresión. El estudio estadounidense indicó que, actividades como ir a ver a familiares y amigos, participar de forma voluntaria en alguna organización y asistir a diferentes eventos se relacionan con una mejor función cognitiva. Y, al contrario, una baja participación social en edades avanzadas conlleva un mayor riesgo de demencia. Estos hechos confirman la idea de que el ambiente es un factor clave de nuestro envejecimiento.
Los superancianos, halló el análisis español, tienen una mejor salud mental, con menos ansiedad y depresión, que son factores de riesgo y síntomas de la demencia. En las pruebas clínicas para medir los niveles de ansiedad y depresión, los superagers obtuvieron puntuaciones más bajas. Investigaciones anteriores sugieren que la depresión y la ansiedad pueden afectar el rendimiento en las pruebas de memoria en personas de todas las edades, y son factores de riesgo para el desarrollo de demencia.
Otros factores que llamaron la atención de los científicos
Un factor que no destacó en las diferencias encontradas entre superancianos y los adultos mayores típicos fue la calidad del sueño, ya que según el estudio español, contrariamente a otros trabajos, los superagers “se quejaron con menos frecuencia de no dormir lo suficiente que los adultos mayores típicos, a pesar de que no hubo diferencias en la duración del sueño autoinformada”.
En tanto, no hizo referencia a la alimentación como en otros estudios.
Asimismo los expertos examinaron otras variables que podrían influir en la función de la memoria en la vejez. Una de ellas, como se mencionó, es la formación musical, que se ha asociado con una mejor memoria y un mayor volumen cerebral. Los superagers tienen más probabilidad de haber recibido formación musical formal o amateur que los adultos mayores típicos.
Además el estado civil, que se ha relacionado con la salud cognitiva, en los superagers no fue sobresaliente ya que estos ancianos tenían más probabilidad de estar separados o divorciados que los adultos mayores típicos, lo que podría indicar una menor dependencia de las relaciones sociales.
Otras variables que no han resultado significativas en el estudio son los años de educación y la frecuencia de interacciones sociales. Estas variables podrían tener un efecto diferente según la cultura o el momento de la vida en que se apliquen. El estudio no puede establecer una relación causal entre estas variables y el superenvejecimiento, sino que sugiere posibles intervenciones para mejorar la memoria en la vejez, como promover la actividad física, el control de los síntomas psiquiátricos, el entrenamiento musical y la calidad del sueño.
Cómo se hizo el estudio
El estudio realizado por la Universidad Politécnica de Madrid “comparó a los superagers con personas típicas, ambos de 80 años, para comprender diferencias en el estilo de vida, los factores clínicos y la estructura cerebral existen entre ellos”, explicó Diogo Barardo, PhD, de Novos, una compañía de soluciones de longevidad a Well + Good. “Este puede ser un punto de partida para explorar si alguna, o una combinación de estas diferencias, es ‘causal’ en el futuro. Es decir, si estos factores son la fuente del superpoder de los superagers de casi no tener deterioro de la memoria”.
La cohorte del Proyecto Vallecas en Madrid está compuesta por personas de 69 a 86 años sin trastornos neurológicos graves o psiquiátricos severos. De los 1.213 participantes reclutados entre 2011 y 2014, se identificaron 64 superagers y 55 adultos mayores típicos, capaces de realizar correctamente varias tareas cognitivas, pero que no mostraron la capacidad de memoria de los superagers. Ambos grupos de personas fueron analizados mediante un test que se utiliza para evaluar la función de la memoria de las personas.
Los resultados mostraron que los superancianos tuvieron un rendimiento semejante al de una persona de 30 años más joven con el mismo nivel educativo, mientras que los otros octogenarios se desempeñaron dentro de un rango normal para su edad y educación.
Todos los superagers y adultos mayores típicos tenían 79,5 años o más. La mayoría de los superagers eran mujeres (38/64, 59%), al igual que la mayoría de los adultos mayores típicos (35/55, 64%). El estudio hizo un seguimiento de seis visitas anuales, durante las cuales se registraron factores demográficos y de estilo de vida.
Se incluyeron 64 superagers (edad media 81, 9 años; 38 mujeres y 26 hombres) y 55 adultos mayores típicos (82, 4 años; 35 mujeres y 20 hombres). Utilizando el modelo de aprendizaje automático, los autores encontraron que la velocidad de movimiento más rápida y una mejor salud mental fueron los factores más asociados con los superagers.
“La conexión entre el rendimiento de la memoria conservada y la función motora en personas mayores de 80 años proporciona nuevos conocimientos sobre cómo promover la resistencia a la pérdida de memoria relacionada con la edad. En conjunto, los factores identificados asociados con el superenvejecimiento pueden informar el diseño de ensayos de intervención para promover el envejecimiento saludable de la memoria episódica”, concluyó el estudio.
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