Las familias también solían dividirse en la Alemania del Este: eso causó un trauma de por vida

Katrin Behr (derecha) junto a su hija Julia (Foto: Kremming)

Berlín – Katrin Behr tenía solo 4 años cuando su vida cambió por completo y para siempre.

“Llegaron temprano en la mañana y se llevaron a mi madre”, recuerda Behr sobre ese fatídico día de 1972 en la Alemania Oriental, cuando se convirtió en la víctima de un secreto plan socialista a gran escala para separar a los niños de padres considerados políticamente desafiantes. ¿El crimen de su madre? Ella quería huir del represivo país socialista e ir hacia la Alemania Occidental, que estaba protegida por Estados Unidos.

Al igual que decenas de miles de personas, Behr fue adoptada más tarde por familias consideradas más obedientes al régimen. Le tomó casi tres décadas poder contar su historia.

“En 1989, el Muro finalmente cayó y la verdad vio la luz”, escribió en su autobiografía.

Incluso hoy, 30 años después del fin del reinado socialista en Alemania, algunos hijos todavía buscan a sus madres que se vieron obligadas a dejar a sus pequeños atrás, una aventura que puede terminar en emotivos reencuentros o en una incertidumbre permanente. En muchos casos, las primeras separaciones familiares se han manifestado en un trauma no solo para los niños adultos, sino también para sus padres.

Si bien el régimen socialista trató de ocultar sus prácticas durante décadas, irónicamente ahora es el antiguo archirrival de la Unión Soviética, Estados Unidos, el que se enfrenta a las críticas por un plan que, según dicen, podría tener el mismo efecto devastador en miles de niños.

El propio presidente Donald Trump ha criticado la práctica y ha dicho que sería necesario “presionar a los demócratas para que pongan fin a la horrible ley que separa a los niños de sus padres una vez que cruzan la frontera hacia Estados Unidos”. Sin embargo, no dijo que su propio gobierno es responsable de implementar la política.

Refugiados centroamericanos son guiados por la organización humanitaria “People Without Borders” caminan en dirección a Santiago Niltepec (Oaxaca) (Bloomberg / Jordi Ruiz Cirera)

En Estados Unidos, las separaciones familiares están aumentando, principalmente, por una política de “tolerancia cero” que el Fiscal General Jeff Sessions puso en marcha este año. “Si trafica con un niño, entonces vamos a enjuiciarlo y vamos a separar a ese niño de usted.  No lo traiga si va a cruzar la frontera ilegalmente. No es nuestra culpa que alguien lo haga”, comentó Sessions en abril.

La práctica dio lugar a una multitud de titulares en los últimos días después de que se dejara saber que el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos había perdido la pista de casi 1.500 niños inmigrantes que estaban en varios refugios del país.

En una Alemania ahora unificada, las adopciones forzadas se han convertido en sinónimo de terrorismo de estado y de injusticia desenfrenada en el este, que anteriormente era socialista y era una zona conocida como la RDA. Behr, de 50 años, hizo una comparación directa entre su experiencia y el destino de los niños que ahora están separados de sus padres en Estados Unidos.

“Por supuesto, cuando me enteré de lo que estaba sucediendo, inmediatamente pensé en lo que yo viví. Ser testigo del arresto de mi madre y estar separada de ella a esa edad me causó un trauma de por vida”, comentó ella, que vive en Berlín y se ha involucrado en proyectos de investigación sobre traumas infantiles causados por la separación familiar durante la RDA.

“Incluso cuando son bebés, los niños se dan cuenta de lo que está sucediendo y eso incide en su forma de pensar. Separar a los padres de sus hijos es inhumano y en Alemania, las repercusiones a largo plazo están surgiendo ahora. Todavía pueden manifestarse en 50 o 60 años porque el trauma se transmite a las generaciones posteriores, de acuerdo a nuestra investigación”.

Los niños que fueron separados de sus padres por razones políticas tienen hoy un 50 por ciento más de probabilidades de verse afectados por la ansiedad, según indica un estudio de psicólogos alemanes publicado en 2012. Uno de cada dos niños separados sufría de uno o más trastornos psicológicos.

“Las víctimas que se sienten indefensas, a menudo, comienzan a culparse a sí mismas. A través de la auto recriminación, los niños que fueron separados de sus padres por la fuerza suelen encontrar una especie de ancla y una forma de lidiar con su pasado“, apuntó Stefan Trobisch-Lütge, director de Gegenwind, una organización no gubernamental que apoya a las víctimas de los crímenes del antiguo régimen socialista.

Se implementaron esquemas similares en otras partes de Europa y en todo el mundo, incluyendo Australia, Canadá e Irlanda. Estados Unidos también separó a algunas familias nativas americanas y permitió que los padres blancos adoptaran a los niños. Esas prácticas se suspendieron hace casi medio siglo y el alcance del plan fue menor, lo que dificultó la investigación a gran escala sobre sus efectos a largo plazo.

Pero la caída del Muro de Berlín en 1989 allanó el camino para que se hicieran conclusiones especialmente duras sobre las prácticas de un régimen socialista que fue, en gran parte, derrocado por su propio pueblo. Algunos de esos estudios han sido publicados, mientras que otros aún están en curso, según Behr, que fue víctima de una adaptación forzada.

Cuando ella, al fin, pudo encontrarse de nuevo con su madre, tenía 23 años. Habían pasado casi dos décadas desde su adopción forzosa, pero la alegría del reencuentro pronto se vio eclipsada.

“Ese día me di cuenta del gran efecto que había tenido el hecho de haber crecido separada“, apuntó. Esa división aún persiste hoy en día.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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