Una de las 10 amenazas principales para la salud de los seres humanos es la resistencia de patógenos a los medicamentos antimicrobianos, como los antibióticos, y la situación es cada vez más preocupante.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de publicar una nueva lista con 15 familias de bacterias resistentes a antibióticos, a las que tanto los profesionales de la salud como la comunidad en general deberían prestarle más atención.
Ya en 2017 habían publicado la primera lista. Pero hubo avances de algunas bacterias resistentes y cambios en la metodología de seguimiento que obligaron a hacer una nueva versión. Esas “superbacterias” se clasifican en tres categorías:
- Prioridad crítica
- Prioridad elevada
- Prioridad media
En la primera categoría están las superbacterias más difíciles de controlar hoy. Allí se incluyó a la bacteria Acinetobacter baumannii que ofrece resistencia a los carbapenémicos y a las enterobacterias que son resistentes a ese tipo de medicamentos y a las cefalosporinas de tercera generación. Las infecciones por esos patógenos son adquiridas generalmente como consecuencia de cuidados asociados a la salud en pacientes hospitalizados.
Además, en situación “crítica” está la bacteria que causa la tuberculosis, la llamada Mycobacterium tuberculosis, es resistente a la acción del medicamento rifampicina. En el reporte, los expertos de OMS explicaron que la ubicaron en esa categoría por “su capacidad para transferir genes de resistencia, la gravedad de las infecciones y enfermedades y por la alta carga de enfermedad que producen a nivel mundial, en particular en los países de ingresos medios y bajos”.
Cuáles son las bacterias que están en “alta prioridad”
Entre los patógenos de alta prioridad, se encuentran la Salmonella y la Shigella, que pueden transmitirse a través del consumo de agua o de alimentos contaminados, entre otras vías, y causan mucha morbimortalidad en países de ingresos medianos y bajos. En esos géneros bacterianos se ha detectado una alta proporción con resistencia a los medicamentos fluoroquinolonas.
Otras que inquietan son las Pseudomonas aeruginosa y Staphylococcus aureus, que provocan infecciones asociadas a los cuidados de la salud en los establecimientos hospitalarios. También la Neisseria gonorrhoeae que causa la gonorrea -una infección de transmisión sexual- y los enterococos E. faecium resistentes a la vancomicina entrañan problemas específicos para la salud pública.
Qué bacterias se encuentran en “prioridad media”
En tanto, entre los patógenos de prioridad media figuran los estreptococos de los grupos A y B. Allí se incluye el Streptococcus pyogenes, la bacteria que pueden causar dolor de garganta y escarlatina. Pero también pueden provocar trastornos más graves, como el síndrome de choque tóxico estreptocócico. A fines de 2022, se detectó el aumento de casos de personas afectadas por S. pyogenes en Europa y luego en América Latina y Asia.
Por el nivel de resistencia que desarrollan, el neumococo (Streptococcus pneumoniae) que produce neumonías y meningitis y el bacilo Haemophilus influenzae dan lugar a una elevada carga de morbilidad.
“Estos patógenos requieren una mayor vigilancia, sobre todo en las poblaciones vulnerables, como los niños y los ancianos, en especial en zonas de pocos recursos”, advirtieron los expertos. Para prevenir la infección por esos dos patógenos hay vacunas disponibles, pero no toda la población que debiera recibirla accede a su aplicación a tiempo.
Qué implica la lista de las superbacterias
En diálogo con Infobae, la doctora Alejandra Corso, a cargo del Servicio de Antimicrobianos del Instituto ANLIS/Malbrán, en la Argentina, un centro colaborador de OPS/OMS, consideró: “La nueva lista de patógenos resistentes que se difundió es una herramienta clave no solo para que se invierta más en el desarrollo de nuevos antibióticos, sino también para fortalecer la vigilancia epidemiológica y mejorar los diagnósticos a tiempo”.
Las 15 familias de patógenos resistentes de la lista están presentes en América Latina, y “la situación es preocupante y después de la emergencia de salud pública por el COVID-19 todo empeoró”, dijo la científica.
Es importante -remarcó- que “la nueva versión tiene más en cuenta el impacto de los patógenos resistentes en países de medianos y bajos ingresos. Su difusión es también un modo de concientizar sobre el problema para reducir el uso inadecuado de antibióticos. Promueve la puesta en marcha de programas de optimización de antimicrobianos en hospitales”.
La doctora Corso aclaró que algunos de los patógenos resistentes pueden adquirirse al estar hospitalizado. Pero también hay otros casos, como el de la bacteria que causa la gonorrea, el neumococo o el estreptococo que pueden adquirirse en la comunidad.
El Programa de Ambiente de Naciones Unidas ha aclarado que, además del mal uso de los medicamentos (tanto en humanos como en animales), hay otros factores que impulsan el problema: la falta de agua segura y saneamiento, la contaminación derivada de la producción de productos farmacéuticos, la ganadería, la acuicultura, la producción de cultivos intensivos, las migraciones, la pérdida de biodiversidad y cambio climático.
Ayer, durante la 77ª Asamblea Mundial de la Salud, que es el órgano decisorio supremo de la Organización Mundial de la Salud, se organizó una mesa redonda sobre el problema. “Esta crisis sigue siendo silenciosa. Damos por sentado que las infecciones que alguna vez provocaron la muerte se curan habitualmente con antibióticos. En la era de una medicina cada vez más avanzada y personalizada, nos hemos vuelto complacientes con estas maravillas que nos permitieron controlar las infecciones”, dijo Peter Piot, profesor de Salud Global de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, en el Reino Unido.
“Corremos el riesgo de volver a la era anterior a los antibióticos, lo que resulta aún más amenazador dada la transición demográfica y el envejecimiento que está experimentando el mundo”, alertó.
Qué soluciones hay frente a la resistencia a los antimicrobianos
Frente al problema, hay soluciones posibles, que requieren de la participación y el compromiso de todos, desde las autoridades políticas de salud pública hasta los profesionales de la salud. Desde los productores de animales hasta la comunidad en general, que deberían usar los antibióticos solo cuando corresponda.
“Durante los últimos años, se han desarrollado nuevos fármacos, pero se debería tener en cuenta la limitación en el acceso a su uso. El alto costo impide que sean administrados a muchos pacientes con bacterias resistentes. También se debería acortar el tiempo en el diagnóstico de la infección como el inicio de la terapia antimicrobiana apropiada. En infecciones severas como la sepsis, por cada hora de demora en el diagnóstico, el riesgo de mortalidad del paciente aumenta un 7%”, puntualizó la doctora Corso.
Recientemente, un grupo de especialistas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) presentaron resultados preliminares del estudio EMBARCAR en el congreso 34° ESCMID Global en Barcelona, España. Ese estudio fue realizado entre julio de 2020 y marzo de 2022 en 34 centros de atención médica en la Argentina.
Analizaron datos de 140 pacientes con bacteriemias causadas por Enterobacterias (que están en la categoría de “prioridad crítica” en la lista de OMS). Encontraron que había una resistencia elevada a múltiples grupos de antimicrobianos, incluyendo a aztreonam. En cuanto a la evolución de los pacientes, se observó una tasa de mortalidad de 41% a 30 días.
“Con la pandemia, el problema de la resistencia a los antibióticos se aceleró. Hay limitaciones en el acceso y en la disponibilidad de drogas útiles para infecciones por esas superbacterias de la lista de OMS. También existen serias deficiencias en los programas de control de infecciones y en el uso responsable de antibióticos tanto en el ámbito público como privado”, afirmó Francisco Nacinovich, miembro de la SADI y fue cofundador de la asociación civil sin fines de lucro INVERA dedicada a la investigación sobre resistencia antimicrobiana.
“Debemos reservar los antibióticos para las necesidades reales, al tiempo que desarrollamos de forma agresiva nuevos fármacos, diagnósticos, vacunas y opciones no farmacéuticas -afirmó Piot en la mesa redonda realizada ayer-. Y debemos garantizar que los antibióticos de segunda y tercera línea sean comercialmente viables una vez en el mercado. Igual de urgente es compartir pública y globalmente los datos nacionales sobre la resistencia emergente. No hay tiempo que perder: debemos actuar con decisión hoy para luchar contra la RAM o mañana perderemos gran parte de los avances en salud y medicina moderna que tanto nos ha costado conseguir”.
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