El submarino C4 pasará a la historia por ser el primero que se utilizó como para transportar cartas: Fue durante la Guerra Civil española y transportó cientos de ellas entre Barcelona y las Islas Baleares. Este tipo de submarino, de clase C, era una de las versiones más modernas de la época que participaron en la guerra entre repúblicanos y franquistas. Mientras este submarino tuvo una importancia bélica secundaria, ya que no entró en batalla, las versiones anteriores, es decir, los submarinos de clase A y B, fueron los que registraron mayor importancia durante estas.
El sumergible de clase C era conocido como el submarinos Tipo Holland. Se construyeron seis unidades diferentes de un poco más de 70 metros de eslora cada una, casi 1000 Tm de desplazamiento por la superficie y 6m de manga. Una peculiaridad de estos modelos, los A, B y C, es que fueron fabricados por completo en España, más concretamente en Cartagena, en la Región de Murcia.
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Los sumergibles contaban con dos propulsores de 1000 CV cada uno y dos motores electricos más de 350 CV. En cuanto a su velocidad, el submarino tipo C podía alcanzar los 8.5 nudos en inmersión, velocidad que ascendía hasta los 16.5 nudos en la superficie. A pesar de ser de los más modernos de la época, los republicanos decidieron no usarlos en el cuerpo a cuerpo con el enemigo y apostaron por darles un uso diferente al que se tenía previsto en un principio.
Ya con la dictadura establecida en España, el 27 de junio de 1946 se llevaron a cabo una serie de maniobras en las aguas del Port de Sóller. En ellas participaron activamente diferentes modelos de submarinos, los C4 y los C2, además del submarino General Sanjurjo y los destructores de Alcalá Galiano, Churruca y Lepanto.
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Los tres sumergibles partieron de la base naval de Soller con destino a un punto determinado establecido por los responsables de las maniobras, a 15 millas de la costa. Una vez llegados a la zona, se desplegaron todos los buques en forma de triángulo a 10 millas de lado.
Las maniobras programadas consistían en que los tres submarinos debían esperar a los destructores, los cuales asumian el rol del bando enemigo. Tras realizar las maniobras el submarino C2 con total normalidad, llegó el turno del C4. Debía realizar el ataque que le correspondía, sin embargo, sin conocerse los motivos energió a la superficie justo en la proa del destructor de Lepanto, haciendo imposible realizar ninguna maniobra que permitiera esquivar al otro buque.
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Como consecuencia, el destructor de Lepanto, que navegaba a 14 nudos de velocidad, paso por encima del sumergible C4, partiéndolo a la mitad y provocando su hundimiento de forma casi inmediata. Los servicios de emergencias, una vez llegados al lugar de los hechos tan solo pudieron observar como emergían a la superficie los restos de la nave.
El accidente acabó con la vida de los 44 tripulantes. Oficialmente, el submarino C4 sigue desaparecido y nadie ha sido capaz de localizarlo en las profundidades. En el momento del accidente se encontraban a bordo seis oficiales de la Marina española y 39 suboficiales, expertos y marineros. El capitán de la nave era Francisco Reina Carvajal, un militar condecorado y reconocido entre las filas del Ejército español.
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