La retirada francesa de Malí supone un titánico esfuerzo logístico

La salida militar francesa de Malí anunciada el jueves plantea un titánico desafío logístico a sus fuerzas armadas en un contexto de creciente inseguridad, difícilmente realizable en el plazo de “cuatro a seis meses” fijado por el presidente Emmanuel Macron.

“Vamos a cerrar progresivamente, en un ejercicio que tomará de cuatro a seis meses, las bases de Malí”, declaró el jueves el jefe de Estado francés.

Actualmente hay unos 2.400 militares franceses desplegados en Malí y un total de 4.600 en la zona del Sahel. El repliegue de los hombres y su equipamiento, incluidos cientos de blindados, y el desmantelamiento de las bases requiere unos 6.000 contenedores de carga.

Dejar el país, en el que Francia se implicó en la lucha antiyihadista desde 2013, implica “una maniobra completa que tenemos que realizar a nuestro ritmo de manera coordinada con sahelianos y europeos”, comentó el jueves el portavoz del Estado Mayor, el coronel Pascal Ianni, evocando un plazo de “alrededor de seis meses”.

Pero esta logística que lleva semanas planificándose se desarrollará en un contexto político y de seguridad altamente inflamable, en un país dirigido por una junta hostil a París y víctima de la violencia yihadista.

“Se tratará sobre todo de coordinarse con las fuerzas armadas malienses sobre los movimientos y las acciones durante toda esta fase de rearticulación”, durante la que “vamos a continuar nuestras acciones contra los grupos terroristas”, señaló el portavoz militar.

La operación puede verse entorpecida por el clima, con el inicio de la estación de lluvias en abril-mayo en Malí, que tiende a transformar el paisaje semiárido del noreste del país en un desierto de barro.

– Sentimiento antifrancés –

En estas condiciones, y con los medios logísticos de los que dispone la fuerza Barkhane, harían falta no seis meses, sino entre 12 y 18 para terminar la retirada, según tres fuentes militares francesas consultadas por AFP.

El ejército dispuso de una vuelta de calentamiento con el desmantelamiento de las tres estaciones más al norte del país, en Kidal, Tessalit y Tombuctú.

La maniobra se alargó entre finales de agosto y diciembre e implicó a 400 trabajadores logísticos de refuerzo para transportar el material por vía aérea y terrestre hasta la base militar de Gao, la mayor de Francia en el país.

Estas tres bases, con menos de 500 soldados en total, representaron un volumen de 500 contenedores. Los equipos destinados a volver a Francia se mandaron a puertos en Costa de Marfil, Benín o Camerún.

Pero este transporte también es complicado por el creciente sentimiento antifrancés en la zona. En noviembre, un convoy militar que iba de Abiyán a Gao fue bloqueado por multitudes en Burkina Faso y en Níger.

“Había pancartas de +¡Abajo Francia!+, nos lanzaban piedras”, explicaba a AFP en diciembre en Gao el comandante del convoy, el capitán François-Xavier.

Por este motivo, podría privilegiarse el transporte aéreo. Pero pese a sus aviones de transporte estratégico, la flota francesa puede resultar insuficiente, con lo que habría que contratar transportistas privados que encarecerían la factura del Elíseo.

También habrá que abordar la delicada cuestión del retorno de las zonas de control francesas a las fuerzas de Malí, que se auguran complicadas por el divorcio entre París y Bamako y el despliegue en el país africano de mercenarios del grupo ruso Wagner denunciado por Emmanuel Macron.

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