Martín Lousteau lo hizo otra vez. Se diferenció y tomó distancia del oficialismo. Su construcción apunta a su futuro político, está convencido de que la ley de Reforma Previsional podía mejorarse “desde adentro” como también pensó, sin éxito, que en la Ciudad podía haber una amplitud en Cambiemos si Horacio Rodríguez Larreta aceptaba la posibilidad de una interna entre él y Elisa Carrió. “Se queda a mitad de camino, nunca se juega”, decía en un rincón una diputada del oficialismo visiblemente enojada que mascullaba bronca atribuyéndole un intento de sumarse a la oposición en el pedido de levantar la sesión. “Cambió piedras por el debate”, reprochó la legisladora que dice haberlo oído pedir levantar la sesión como exigía el tándem del Frente para la Victoria, la izquierda y el Frente Renovador en una sucesión de discursos durante las primeras cinco horas de sesión. Esperaban seguramente una conversión al estilo Graciela Ocaña que pasó de prometer “analizar” la reforma desde que se conoció el proyecto a defenderla casi a los gritos esta madrugada. Pero Lousteau no se deja disciplinar y aunque aceptó la embajada en Washington renunció para candidatearse para diputado nacional.
En Cambiemos le cuestionaban su posición intermedia: facilitar el quórum junto a las dos diputadas que lo acompañan en su bloque y al mismo tiempo pedir cambios al proyecto. De hecho él, Carla Carrizo y Teresa Villavicencio fueron los únicos tres radicales que votaron “negativo”.
Cerca del economista desmienten que haya pedido no continuar con la sesión cuando afuera del Congreso volaban piedras, palos, y gas pimienta. Pero, aseguraban, su intención era empujar algún cambio en los artículos de la reforma y no cedió en ese planteo a riesgo de licuarse en la polarización que en campaña lo relegó al tercer puesto.
“Esto que está ocurriendo hoy es la grieta, es la calamidad de la grieta, es el peligro de jugar con la grieta por temas electorales, es el peligro de creer que uno puede ir por todo porque tiene los votos”, pataleó a su modo el representante de Evolución Ciudadana que está convencido de que en algún momento se agotará el tiempo del PRO porteño y que la contundencia del triunfo de octubre tendrá fecha de vencimiento. Mientras tanto, Lousteau espera en extrema minoría pero decidido a no ceder su identidad.
Algo parecido pasa con el Frente Cívico y Social de Santiago del Estero. Claudia Ledesma Abdala de Zamora todavía era gobernadora cuando negoció junto a su marido, su sucesor desde el 10, el pacto fiscal con el Gobierno nacional. El defendió en el Senado en su doble rol de legislador y gobernador electo el acuerdo con la Casa Rosada y en nombre de ese acuerdo votó a favor encolumnado detrás de Miguel Ángel Pichetto que garantizó con los gobernadores la media sanción a favor del Gobierno. Fue la última votación para Zamora antes de renunciar.
Pero esta madrugada de martes el Frente Cívico y Social de Santiago del Estero votó dividido. “Así son, contribuyen lo estrictamente necesario”, admitía una fuente de la Casa Rosada. Lo estrictamente necesario esta vez fue poco, más bien escaso: de los seis diputados cuatro votaron en contra, hubo una abstención y sólo la diputada Graciela Navarro votó a favor.
Abdala de Zamora, que votó al revés de como lo hizo su marido aunque son socios políticos además de marido y mujer, aseguró que quieren ayudar a Mauricio Macri y que “venimos trabajando con absoluta convicción para ayudar; siempre queremos que no le vaya mal al Gobierno nacional. Al contrario, y así lo iremos demostrando”.
Sin embargo, la Iglesia santiagueña, como lo hicieron también los representantes de Córdoba y hoy la Conferencia Episcopal al propio Mauricio Macri, envió una carta que la diputada leyó: “Los sectores más pobres, más vulnerables son nuestra propiedad, el conjunto de las reformas que se adopten deben atender a las reformas, comenzando por los más pobres”. Y con palabras del Papa Francisco que hasta ha usado Macri, el clero recordó: “Un pueblo que no respeta a sus abuelos es un pueblo sin memoria y sin futuro”. Bajo el amparo de esa carta, la ex gobernadora justificó su voto negativo, conocedora del peso de los curas en Santiago del Estero y seguramente temerosa del impacto en el electorado provincial.
La tercera sorpresa de la madrugada más larga de los últimos dos años en el Parlamento, fue la ausencia de Daniel Scioli, único de los tres integrantes del Frente para la Victoria ausente sin justificación ni aviso. El diputado sí estuvo en gran parte de la sesión pero, al menos en lo que ha dicho públicamente, ni el jefe de su bloque estuvo notificado sobre lo que lo motivó a levantarse de su banca y no regresar. Agustín Rossi dijo que “creíamos que votaríamos a las 9 o a las 10, probablemente se haya ido pensando en volver para esa hora”, respondió al requerírsele una explicación. Traducido en la viralización de críticas, se dijo que Scioli había ido a darse una ducha lo que nadie, al menos hasta ahora, confirmó.
Scioli prefirió no explicar por qué no votó, mientras en las redes sociales y en su propio partido llovían las críticas y cuestionamientos. Según las fuentes consultadas en la reunión de bloque no hubo pases de factura y voceros ultrakirchneristas no se han ensañado, como lo hacían en el pasado, con el argumento de que un voto no hacía la diferencia “sino los peronistas provinciales que sumaron al quórum y a la aprobación de la ley”.
A las 17.30 de hoy, tras retomarse la sesión luego de un cuarto intermedio, el ex candidato presidencial del FpV volvió al recinto y se sentó en su banca sin hablar.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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