La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó, en un reciente informe, que el VIH representa un grave problema de salud pública en América Latina exacerbado por la pandemia de COVID-19.
Es que el número de contagios del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) en América Latina y el Caribe aumentó en un 21% de 2010 a 2019, informó la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Los expertos coinciden en que el VIH sida representa una pandemia que no hay que descuidar. Es por ello que en el marco del XVIII Simposio Científico de Fundación Huésped, que se llevó adelante desde el 30 de agosto al 3 de septiembre, se abordaron con los referentes de la lucha contra esta afección más renombrados de la región, a nivel global y en diferentes sesiones, diferentes aristas que se desprenden de esta enfermedad con la que viven 37,7 millones de personas en el mundo.
En este contexto, Infobae entrevistó a Claudia Cortés, médica infectóloga especialista en Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, profesora asociada con especial dedicación en investigación clínica en dicha institución y miembro de la Fundación Arriarán y del Governing Council de la International AIDS Society (IAS). Se trata de una de las especialistas que más saben de la afección y una de las más consultadas en Latinoamérica, quien advirtió con preocupación: “En América Latina, en los países que me toca relacionarme un poco más, se ha dejado de hablar de VIH, vemos con preocupación que se está dejando de hablar del tema”.
Y alertó: “Las generaciones más jóvenes, la gente de 20 años, no tienen el recuerdo de personajes públicos muy enfermos por el VIH, por lo tanto ya no se ve esa cultura popular sobre cómo cuidarse y lo importante que es cuidarse. Se dejó de enseñar en las escuelas y eso hace que en general las generaciones más jóvenes sean bastante más despreocupadas, no usan condón, hay una preocupación mucho menor ahora”. “Hay que invertir en educación para prevenir y hay que invertir en diagnóstico para tratar a quienes tengan VIH”, recomendó.
—¿Cómo describiría la realidad del VIH en América Latina?
—La situación en América Latina es compleja porque estamos bastante atrás de las metas que la ONUSIDA fija, del 90 90 90 para el año 2020, y tenemos una situación que es distinta a otros continentes: básicamente vivimos una situación económica que no es tan dramática para algunos países de la región, como lo es en África por ejemplo, dónde el nivel de requerimiento es mucho más homogéneo. En cambio, América Latina tiene países que tienen mejores resultados que otros, tienen mejores economías que otros y eso hace que sea muy difícil vernos como un grupo que necesita ayuda.
Tenemos situaciones particulares, mucha migración interna, hay una diáspora venezolana, actualmente una diáspora de Haití, en la que por ejemplo de Venezuela una razón para emigrar es la salud, no tienen acceso a la terapia antirretroviral; tenemos población indígena que es fuertemente discriminada; consumo de drogas; sufrimos una violencia contra la mujer que es de las más fuertes o de las más descritas en el mundo.
En este sentido, contamos con tasas de violencia a la mujer altísima en países como Argentina, como Bolivia, Paraguay, en dónde cerca del 40 por ciento de las mujeres reporta haber sufrido violencia desde su propia pareja.
Todo este contexto hace que la situación del VIH sea muy compleja, particularmente compleja para las mujeres también y porque no tenemos los recursos propios como región como para poder hacer investigación, pero tampoco somos tan necesitados como para que nos auspicien y nos den tanto apoyo. Latinoamérica es una de las regiones que menos ha disminuido la tasa de nuevos contagios y hay países como Chile que está dentro de los 10 naciones que más ha aumentado en las tasas de VIH en todo el mundo.
—¿Por qué cree que se registra este aumento de contagios?
—Por las particularidades que tiene América Latina de una desigualdad tremendamente marcada, que se ve entre distintos países pero también dentro de los países. Hay zonas, ciertas comunidades en algunos países con mucho dinero y otras con muy poco acceso a buena salud. Tenemos problemas en términos de educación: América Latina tiene todavía una cultura que para algunas cosas es muy conservadora, muy tradicional, por lo tanto las campañas de prevención del VIH, por lo menos en el país donde yo vivo, Chile, son muy muy breves y son siempre polémicas, no se puede hablar de condón, no se puede hablar de sexualidad responsable. Esos son factores que a mi juicio juegan en contra de la pandemia del VIH.
—Al hablar de ambas pandemias ¿Puede ser que haya incidido el COVID-19 en un cierto relajamiento de las personas en los cuidados a la hora de tener relaciones sexuales producto de los largos periodos de confinamientos?
—No sé si hay estudio al respecto, yo no los conozco, pero sí sabemos que en general en el mundo se ha descrito por ejemplo un aumento de la sífilis que es una enfermedad de fácil diagnóstico y que es bastante fácil de pesquisar y pese a que gran parte del mundo ha estado en cuarentena en donde cada uno “tenía que estar en su casa con quienes vivía”, el aumento de la sífilis ha sido muy notorio en Chile, en México, en Argentina, en el mundo entero.
En el mundo se ha descrito un aumento preocupante de los casos de sífilis
El problema del VIH y el COVID-19 es que ha hecho aún más visible estas desigualdades e inequidades en salud, en donde si bien el VIH siempre ha tenido estas dificultades y quienes trabajamos en VIH las vemos siempre, ahora han sido mucho más evidentes, porque las desigualdades se ven en COVID y la pandemia ha generado uno de los grandes problemas en el mundo entero, que es una disminución del diagnóstico, no porque haya menos casos, sino que porque la gente ha tenido mucho menos acceso a atenciones de salud que no sean de enfermedades relacionadas al coronavirus.
—El objetivo del 90-90-90, desde ONUSIDA ha advertido que no vamos a poder llegar a este objetivo pero para el 2025 esperan llegar a un 95-95-95. ¿Qué políticas se deberían tener en cuenta en nuestra región como para poder llegar a estos números?
—En general, el gran déficit en América es el testeo, es el diagnóstico. Tenemos que optimizar el diagnóstico ya que en muchos países hay muchísimas barreras contra el diagnóstico, porque las personas tienen que ir 3, 4 o 5 veces a un hospital para poder finalmente tener el resultado de un test de VIH. En muchos lugares todavía hay que hacer una consejería, un consentimiento informado y eso le pone barreras a un montón de profesionales de la salud que al ser tan engorroso todo, no piden el examen.
Esto es algo que se debiera simplificar muchísimo más e ir quitando también el prejuicio y este sesgo, esta discriminación y que el examen del VIH sea un examen más, porque es una enfermedad más. Hoy en día es una enfermedad sobre llevable, crónica y que tenemos que de a poquito ir quitándole todo ese estigma, pero a mi juicio en lo primero que hay que invertir es en el diagnóstico y también en prevención y eso es educación.
En América Latina en los países que a mí me toca relacionarme un poco más se está dejado de hablar de VIH, vemos con preocupación que está dejado de ser tema. Las generaciones más jóvenes, la gente de 20 años, no tienen el recuerdo de personajes públicos muy enfermos por el VIH, por lo tanto ya no hay esa cultura popular sobre cómo cuidarse y lo importante que es cuidarse. Se dejó de enseñar en las escuelas y eso hace que en general las generaciones más jóvenes son bastante más despreocupadas, no usan condón, hay una preocupación mucho menor ahora. Entonces hay que invertir en educación para prevenir y hay que invertir en diagnóstico para tratar a quienes tengan VIH.
—¿Se sabe cuántas personas en nuestra región viven con VIH y por otro lado si se tiene alguna estimación de los pacientes que están en PrEP?
—El PrEP es un tema complejo, del cual la información que existe es bien parcial. Hay pocos países que tienen acceso a PrEP, hay planes pilotos en Brasil tiene acceso a PrEP, Argentina tiene algunos pequeños planes, Chile tiene unos planes muy chiquitos pero en general el acceso a PrEP en la región es bastante escaso aún.
En cuanto a cuántas personas viven con VIH en el Caribe, se estima que de 350.000 personas y en América Latina más de 2 millones 100 mil personas viven con VIH, por lo cual en total desde México hacia abajo son un poquito más de dos millones y medio de personas viviendo con VIH, un número bien importante.
—En relación a la vacuna contra el VIH, contamos con el estudio MOSAICO en varios países de la región. ¿Tendremos novedades con prioridad?
—Esta semana tuvimos malas novedades en términos de vacunas para el VIH: uno de los prospectos de vacuna no mostró eficacia y es una historia a la cual estamos bien acostumbrados y nos hemos ilusionado mucho y tenemos muchas esperanzas pues está el estudio MOSAICO, pero hasta que no hayan resultados no sabemos nada.
Lo que sí hemos aprendido que donde se testean las vacunas en general después es más fácil tener acceso, esto lo hemos aprendido con COVID-19, así que si es que MOSAICO da resultado beneficioso sería muy pertinente que también América Latina tuviera un acceso más o menos rápido a ello, pero falta todavía para tener novedades de los inoculantes.
—En la Argentina contamos con una Ley de Educación Sexual (ESI), que a pesar de que cuesta muchísimo ponerla en práctica en varias instituciones educativas, está ahí. ¿Sucede lo mismo en otros países de la región? ¿Diría que este tipo de leyes son centrales?
—En Chile también, en el papel está la Ley, pero con lo largo de los años y desgraciadamente por la influencia de algunas organizaciones, de ciertos cultos religiosos se hace bien difícil abarcar el tema, es una constante en Chile, pero necesitamos una educación muy transversal, que salga de la sala de clases.
También necesitamos educar sobre PrEP que es algo que incluso muchos médicos no saben que existe. Hace un par de días atrás me tocó con una colega que le tuve que explicar, no me podía creer que existiera una pastilla para prevenir el VIH, y sí, hace varios que existe.
Necesitamos educar a la población que tiene más riesgo, para que se acerquen a su médico y soliciten PrEP, tenemos que educar a los médicos es una educación bien completa, son palabras mayores, pero pero hay que hacerlo. Es la manera como utilizando PrEP y educando como lo ha hecho Inglaterra, por ejemplo, que ha hecho que sus números de VIH caigan en forma muy significativa. Se podría entonces limitar un modelo de éxito como el del Reino Unido.
Me parece que a nivel región es muy importante que sepamos cómo es nuestra realidad y está bien que miremos al hemisferio norte pero tenemos que mirarnos hacia nosotros hacia América Latina y fortalecer nuestras redes de investigación, colaborar con colegas como colaboraciones con Argentina, con Colombia, México, Uruguay, países que tienen investigación en que si nos unimos como región vamos a poder aportar mucho y tener datos locales y eso nos da un peso específico más grande para poder tener más recursos no solo para investigar sino que también para tratar o para desarrollar nuevas formas de manejar la pandemia del VIH.
Edición video: Rocío Klipphan
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