La interpretación del árbitro en el penal sancionado a los 28 segundos en la final de la Champions League entre Liverpool y Tottenham es un horror. El reglamento modificado de esta forma desvirtúa el fútbol: de aquí en más, los jugadores van a entrar a la cancha a apuntarle al rival a los brazos para que eso sea falta y, si es en el área, penal.
Ayer a los 28 segundos se desvirtuó el partido en una acción largamente discutible. Tenemos que volver a la intención.
Este arbitro quiso hacer méritos con la UEFA y con la FIFA porque estas habían sacado una nueva reglamentación e interpretó algo que desvirtuó el partido y que lo terminó a los 28 segundos. Este es un espectáculo en el que la gente gastó mucha plata…
El hombre naturalmente lleva los brazos colgados a los costados del cuerpo. ¿Qué va a hacer? ¿Se los va a cortar? ¿Los va a poner atrás? Tampoco puede jugar con los brazos delante del cuerpo. Además, si los pega al cuerpo también se entiende que es penal.
Después ganó muy bien el Liverpool, al que llamaron a su juego. Después del gol, se refugió y no fue el mismo de antes, no tuvo la velocidad de otros tiempos, no brillaron Salah y los demás.
Pochettino tampoco tuvo mucha imaginación para encontrarle la vuelta al partido. Recién casi como un acto de rabia en el final remató dos o tres veces al arco, pero sabemos que en la contra el Liverpool tiene un arma fatal porque tiene arriba dos turbos como Mané y Salah.
Pero la realidad es que lo del comienzo fue brutal, un despropósito futbolístico.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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