“Siento que mucha gente no me entiende pero yo me identifico como coreano, me veo como coreano y me siento coreano”. Con esas palabras el influencer, youtuber e instagramer Oli London le dijo al mundo que a partir de ese momento ya no era más un hombre blanco británico, sino que se identificaba como una persona no binaria de nacionalidad coreana.
Parece broma pero es anécdota. La declaración de London o “Jimin” como quiere que lo llamen a partir de ahora, desató toda una polémica en el internet sobre la “transracialidad” un concepto problemático en su esencia no solo porque refuerza la idea de la raza, algo reevaluado en la ciencia contemporánea, sino porque equipara el “declararse” de una etnia o nacionalidad específica, sin serlo, con transicionar de un género a otro.
La primera vez que Oil London, que hoy tiene 31 años, tuvo notoriedad en la prensa mundial fue en octubre de 2018, cuando los titulares empezaron a contar la historia de un hombre blanco británico que se había gastado más de 75 mil libras esterlinas (USD 104.249) en cirugías estéticas para parecerse a Jimin, uno de los miembros de BTS la banda más grande de K-pop del mundo.
La “transición” de London a coreano comenzó en 2013, cuando viajó a Corea del Sur a trabajar como profesor de inglés. Ahí decidió hacerse su primera rinoplastia, abriendo una puerta que nunca más cerraría.
Casi 10 años, 18 cirugías y 208.499 dólares después, Oli se ha practicado cinco rinoplastias, una reducción de zigóma (pómulos), un contorno óseo de la mandíbula, un contorno óseo de barbilla, una ginecomastia (reducción de pechos masculinos) y una liposucción.
Con su última publicación dijo además que se había hecho un levantamiento de ojos, uno de labios, una mentoplastia y una cirugía en los dientes.
“Se siente tan bien salir finalmente del armario como una persona coreana no binaria después de haber estado tanto tiempo atrapada en el cuerpo y la cultura equivocados toda mi vida”, afirmó Oli.
¿Puede alguien ser transracial?
El influencer británico, quien se autodenominó miembro de la comunidad LGBTI+ afirmó que la gente debería ser respetuosa de su decisión de transicionar de raza, así como lo era de las personas que decidían transicionar de sexo, una de las afirmaciones más polémicas de su declaración.
Más allá del discurso de la tolerancia y el respeto de las decisiones personales de cada individuo, el caso de Oli London sirve como un ejemplo perfecto para recordar que no es lo mismo declararse “transexual” o “transgénero” a hacerlo como “transracial”.
De acuerdo con el Phd en Sociología Daniel Aguilar, la “raza” es un “concepto descontinuado pues es un concepto colonial y en sí mismo racista”, y que cuando se habla de “lo étnico” no solo se hace referencia a lo genético sino a un contexto cultural.
“Cuando un inglés se declara coreano está hablando de un asunto de nacionalidad y también en términos políticos. Pero si se refiere a asumir unas nuevas características fisiológicas por cirugía, entonces estamos hablando de apropiación cultural”, explica el sociólogo.
Aguilar resalta que para que alguien pueda considerarse de una nacionalidad distinta a la que adquirió al nacer debe pasar por un proceso en el cual sea reconocido por un determinado grupo étnico o por las autoridades políticas de determinado país.
“El ser coreano es un concepto político de naciones que solo puede ser reconocido si el gobierno le emite una ciudadanía”, dice Aguilar.
En este sentido la lógica que quiere validar Oli al declararse “transracial” por haberse sometido a procesos quirúrgicos es semejante a la idea nazi de “alterar los genes de las personas para que dejaran de ser impuros o imperfectos”.
“Esto sucedía en los campos de concentración nazi cuando se experimentaba con negros o judíos para “blanquearlos”, resalta.
Aguilar dice que en el caso de London su amor por el K-pop y la cultura coreana le ha causado un conflicto de identidad que lo acerca más a ser un apropiador cultural, algo que pasa cuando se toman elementos de una manifestación cultural propia de un grupo étnico y se apropia por su valor estético pero no por su sentido real.
“El no puede llamarse coreano porque no está atravesado por la historia y experiencias de los coreanos”, afirma, y señala que incluso esta apropiación que pretende London termina siendo fallida porque “en vez de posibilitar una interacción con los coreanos genera rechazo al denotar lo impostado de su intento”.
En algo tiene razón Aguilar y es que el internet está repleto de videos de coreanos reaccionando a Oli London y todos, sin excepción, lo encuentran como mínimo irrisorio y en muchos casos, realmente ofensivo.
La youtuber coreana Anna Lee, por ejemplo, ha dedicado varios videos a explicar por qué Oli London es “problemático”, señalándole de apropiar la cultura coreana para su beneficio personal.
“Pareciera que creyera que toda la cultura asiática es igual y que se excusara en el desconocimiento de la cultura coreana de la mayoría de las personas para salirse con la suya”, dice en uno de sus videos.
“Oli London está desinformado gente que genuinamente no conoce la verdadera cultura coreana”, resalta en otro.
Transracial vs transgénero
En un artículo publicado en “La Conversación”, firmado por Braden Hill y Stevie Lane, ambos expertos en identidad cultural de poblaciones étnicas e identidad de género, las palabras de Oli fueron catalogadas con dureza: “son un excelente ejemplo de racismo, apropiación cultural y transfobia, promulgadas desde una perspectiva de privilegio considerable”.
De acuerdo con los expertos, las experiencias trans y de género diverso no pueden considerarse equivalentes a que alguien decida cambiar su apariencia para ser parte de un grupo cuyas experiencias como comunidad y luchas no puede comprender por completo.
Algo similar opina Danne Aro Belmont, Directora Ejecutiva de la Fundación GAAT (Grupo de Acción y Apoyo a personas Trans) en Bogotá, Colombia.
“Sería un poco violento para una persona que alguien que no haya sido atravesado por la historia de una raza o etnia se identifique con su raza”, afirma.
Belmont explica que todos hacemos público una identidad frente al mundo, algo que nace de quienes somos y de cómo nos presentamos a los otros, pero que para el caso de las personas “trans” el hecho de hacer pública su identidad de género termina haciéndolas objeto de grandes discriminaciones.
“Encontramos unos puntos en común en el que muchas personas abordamos de una manera distinta nuestro cuerpo y nuestro género, pero las personas con experiencia de vida trans hemos reconocido que política y socialmente tenemos una desventaja cuando asumimos nuestra identidad de género”, resalta Belmont.
En el caso de Oli, Belmont señala que su declaración deja en segundo plano su “no binariedad” y se centra en “una construcción de cómo percibe la raza y las construcciones sociales”.
En este sentido no considera aceptable que alguien declare que “transiciona a una raza” y que eso sea equiparable con transicionar en identidad de género.
“Nuestra lucha no es por vestirnos o sentirnos distinto, es porque cuando hablamos de derechos, las personas con experiencia de vida trans tenemos una desventaja grandísima frente a las personas cis. Nos sacan del colegio, no nos dan trabajo, en la salud hay un montón de barreras. Todas estas discusiones que damos no es solamente por asumir públicamente nuestra identidad sino para poder asumir nuestros derechos en igualdad”, explica Belmont.
Otro punto en la discusión lo ofrece Wilson Castañeda, director de la ONG por derechos LGBTI Caribe Afirmativo.
“La identidad racial está dada por una pertenencia étnica, territorial o poblacional que te pertenece por origen y no puedes asumirla perse”, sostiene.
Castañeda recuerda que la identidad de género es una construcción cultural, corporal y social que pasa por el libre desarrollo de la personalidad. “Es decir: yo puedo identificarme como gitano no porque me place sino porque cumplo ciertos atributos etnicos para ello y/o por rasgos poblacionales; y puedo asumirme como trans o no binario por un asunto de personalidad”.
Esta diferencia es fundamental para entender el racismo y transfobia que esconde la declaración de Oli, de acuerdo con Hill y Lane, pues como explican en su artículo: “combinar la identidad racial con la identidad de género implica que ser trans es una elección y, por lo tanto, también lo es la raza”, una confusión fundamental en su esencia.
Por lo tanto, “es racista pensar que alguien puede elegir partes de una raza o cultura que le gusten y luego distanciarse de esa cultura cuando le convenga”.
Seguramente el caso de Oli London y otros similares seguirá dando mucho de qué hablar, pues cómo afirmó Belmot en su charla con Infobae: “El gran tema del mundo es la identidad de las personas”.
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