La inmunóloga al frente del desarrollo de vacuna de Moderna: “Detrás de la ciencia hay personas reales”

Kizzmekia Corbett
Corbett habló sobre los altibajos del desarrollo de vacunas, sus ambiciones en la Harvard Chan School y la experiencia de tomar el control de la cuenta de Instagram de Michelle Obama (Kent Dayton/Harvard Public Health Magazine)

Para la inmunóloga Kizzmekia Corbett los últimos 21 meses no han sido tanto un torbellino como un tornado.

Cuando surgió el SARS-CoV-2 a fines de 2019, Corbett estaba en el Centro de Investigación de Vacunas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), donde había pasado seis años como investigadora y era líder del equipo de vacunas contra el coronavirus del centro. Pocas personas en el mundo sabían tanto sobre los coronavirus (y la amenaza pandémica que representaban) como ella, y jugó un papel fundamental en el desarrollo de la vacuna de Moderna.

La presión fue intensa y el resultado fue inspirador: la vacuna se autorizó en un tiempo récord y desde entonces se ha administrado a decenas de millones de personas en todo el mundo.

Pronto siguieron premios, llamadas de felicitación de los líderes mundiales y docenas de solicitudes de los medios de comunicación de alto perfil. También le llegó una oferta para dirigir su propio laboratorio en el Departamento de Inmunología y Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.

En junio, Corbett se incorporó oficialmente a la escuela como profesora asistente; también tiene un cargo en el Instituto Radcliffe de Estudios Avanzados de Harvard como profesora asistente de Shutzer y es miembro asociada del Instituto Ragon del Hospital General de Massachusetts, MIT y Harvard. La experta planea enfocar ampliamente sus esfuerzos en la investigación de inmunología viral para el desarrollo de vacunas universales.

Entre trasladar su laboratorio y su vida de Bethesda, Maryland, a Boston, Corbett se tomó el tiempo para hablar con la revista Harvard Public Health sobre los altibajos del desarrollo de vacunas, sus ambiciones en la Harvard Chan School y la experiencia de tomar el control de la cuenta de Instagram de Michelle Obama.

No recuerda específicamente cuándo fue, pero sí que un día que tuvo que decirle a su equipo que no podía tomar más decisiones sobre el desarrollo de la vacuna. “Sentí que estaba tomando una decisión cada minuto y se volvió abrumador", dijo (REUTERS)
No recuerda específicamente cuándo fue, pero sí que un día que tuvo que decirle a su equipo que no podía tomar más decisiones sobre el desarrollo de la vacuna. “Sentí que estaba tomando una decisión cada minuto y se volvió abrumador”, dijo (REUTERS) (RANEEN SAWAFTA/)

“El nivel de colaboración interinstitucional que se requería para fabricar esta vacuna funcionó muy bien. Teníamos equipos en los NIH (Institutos Nacionales de Salud), instituciones académicas, empresas privadas y agencias reguladoras que alineaban sus esfuerzos y se unían por el bien común. Al mismo tiempo, debo decir que tuvimos suerte. Y con eso, quiero decir que tuvimos suerte de que fuera un coronavirus, porque había un subconjunto de expertos (inmunólogos, virólogos, epidemiólogos, vacunólogos) en el campo del coronavirus y había sistemas de investigación y colaboraciones en funcionamiento. Definitivamente no hubiéramos estado tan preparados si fuera algo como un bunyavirus o un arterivirus u otra familia de virus para los que simplemente no hay mucha investigación o experiencia. Y creo que ahí es donde tendrá que llevarse a cabo el trabajo pesado. Esperamos no volver a tener otra pandemia, pero, francamente, necesitamos desarrollar mejores formas de predecir qué tipos de patógenos podrían surgir y prepararnos para ellos”, manifestó la especialista.

Corbett, de 35 años, ayudó a dirigir el desarrollo por el NIH de la vacuna contra el COVID-19 fabricada por Moderna. La inmunóloga viral dirigió durante seis años un equipo de investigaciones del NIH que estudió posibles vacunas contra otros coronavirus como el MERS, lo que les dio una ventaja inicial cuando apareció el nuevo coronavirus.

Ella y sus colegas estaban estudiando la mecánica fundamental de los coronavirus años antes de que el COVID-19 perturbara el mundo tal como lo conocíamos. Después de investigar los brotes de SARS y MERS, Corbett y otros virólogos veteranos del Centro de Investigación de Vacunas (VRC) comenzaron a prepararse para la próxima amenaza. Cuando llegó con fuerza a finales de 2019, estaban preparados. Su investigación impulsó el viaje de establecimiento de récords para desarrollar una vacuna exitosa y obtenerla desde la fase de prueba hasta las armas, lo que convirtió a Corbett en una figura esencial en la ciencia de las vacunas.

No recuerda específicamente cuándo fue, pero sí que un día que tuvo que decirle a su equipo que no podía tomar más decisiones sobre el desarrollo de la vacuna. “Sentí que estaba tomando una decisión cada minuto y se volvió abrumador. Y esa es una lección realmente importante que aprendí de este momento: hay que saber cuándo decir: ‘Está bien, he hecho todo lo que puedo y ahora necesito delegar’. Otra lección importante que aprendí es a confiar en mis instintos. Debido a que a menudo tomábamos decisiones sobre el diseño de experimentos en tiempo real, no podíamos cambiar de opinión. En esos casos, si no confiás en tus instintos te volvés loco”, aseguró.

Para la experta, oriunda de un pequeño pueblo de Carolina del Norte, “los laboratorios más exitosos están dirigidos por personas que fomentan un entorno en el que todos sienten que pertenecen. Es importante que las personas no solo sientan que pertenecen al laboratorio, sino también que se escuche su voz. A menudo, lo que he visto, especialmente en laboratorios más grandes, es que los científicos más jóvenes dudan en expresar su opinión. Quiero ser una líder que destile gracia porque hay mucha presión en la ciencia, y sé tan bien como cualquiera que a veces los experimentos simplemente no funcionan”.

Corbett pasó algún tiempo en un laboratorio en Sri Lanka, donde estudió las respuestas inmunes al virus del dengue (EFE)
Corbett pasó algún tiempo en un laboratorio en Sri Lanka, donde estudió las respuestas inmunes al virus del dengue (EFE) (EFEI0373/)

Como postdoctorado, Corbett pasó algún tiempo en un laboratorio en Sri Lanka, donde estudió las respuestas inmunes al virus del dengue. “Trabajaba por las noches y los fines de semana -sostuvo-, y no siempre me unía a mis colegas en las pausas para el té durante el día, y la gente pensaba que era ridículo. Y, sin embargo, ellos hicieron su trabajo, lograron los objetivos que se fijaron para su investigación y, a menudo, lo hicieron realmente bien y de manera eficiente. He estado pensando mucho en eso últimamente. Tenemos que pensar en los científicos como personas. Hacer buena ciencia requiere tener el cerebro descansado y asegurarse de que cada persona en un laboratorio no esté haciendo cinco trabajos diferentes. La otra cosa que me llamó la atención de mi tiempo en Sri Lanka fue la diversidad de la institución en la que trabajé. Trabajaba junto a personas de todos los ámbitos de la vida que hablaban varios idiomas y tenían diferentes conocimientos, y eso tuvo un impacto muy notable en la forma en que se hacía ciencia y el sentido de colaboración”.

Como si todo esto fuera poco, la inmunóloga ahora está asumiendo otro desafío: moderar las dudas sobre las vacunas al hablar sobre la ciencia del COVID-19 en las comunidades de color. Corbett es solo uno de los muchos científicos y médicos negros que realizan esta labor de divulgación, a menudo de forma virtual, en su tiempo libre.

Los investigadores dicen que es necesario hacer que el conocimiento científico sea accesible en foros públicos para aliviar las disparidades en la salud. “Las vacunas son una intervención médica que, por naturaleza, son preventivas y rentables. Entonces, si podemos proporcionar una vacuna a cada persona que la necesite, entonces, en teoría, la disparidad de salud para esa enfermedad en gran medida no existiría. Pero, por supuesto, esto se debe advertir porque existen capas de disparidades en torno a la distribución y el acceso. Cuando pienso de manera más amplia sobre las disparidades de salud, el 90% se reduce al acceso: acceso a la atención, acceso a seguros y acceso al conocimiento”, dijo.

“En términos generales -añadió-, las preguntas de las personas son las mismas, pero la forma en que las hacen o por qué las hacen puede ser diferente. Por ejemplo, las personas pueden tener dudas sobre si la vacuna está asociada con la infertilidad. Una persona puede tener la pregunta porque vio una historia de Instagram sobre el tema, mientras que otra la pregunta porque sufre de infertilidad, por lo que es un problema profundamente personal para esa persona. Y esa es una de las razones por las que sentí que era importante estar muy orientado hacia la comunidad y tratar de responder las preguntas de forma individualizada siempre que sea posible. Todos enmarcan su referencia de manera diferente, por lo que casi tenés que ponerte en el lugar de esa persona para responder sus preguntas de una manera que te escuche”.

“Cuando etiquetás a alguien como ‘vacilante’, es casi como ignorar el hecho de que hay una razón por la que la persona ha decidido no vacunarse" (EFE)
“Cuando etiquetás a alguien como ‘vacilante’, es casi como ignorar el hecho de que hay una razón por la que la persona ha decidido no vacunarse” (EFE) (JUSTIN LANE/)

Es que Kizzmekia prefiere decir que las personas son “inquisitivas” sobre las vacunas en lugar de decir que “dudan” sobre ellas. “Cuando etiquetás a alguien como ‘vacilante’, es casi como ignorar el hecho de que hay una razón por la que la persona ha decidido no vacunarse. Siempre hay razones y es importante que comprendamos esas razones para poder ayudar a abordarlas. Por supuesto, hay casos en los que un individuo se ha opuesto a las vacunas y esa es su elección. Pero en su mayoría, muchas personas tienen preguntas sobre la vacuna que quieren que se les responda antes de recibirla”, subrayó.

Recientemente, empezó a generar contenido para la cuenta de Instagram de la ex primera dama Michelle Obama, que tiene más de 46 millones de seguidores, y aseguró que fue una experiencia “casi surrealista”. “Todavía no pude concentrar mi mente en eso ni en ninguno de estos momentos en los últimos meses porque están sucediendo muchas cosas. No tuve tiempo para asimilar el hecho de que estaba grabando videos para Michelle Obama. Pero el mundo gira, y en este momento está girando un poco caóticamente”.

Para la especialista, tener presencia en las redes sociales es un aspecto más de su carrera como profesional. De hecho, hace tiempo que establece una hora en su calendario todos los días para poder responder a todos los mensajes directos que le envían las personas.

“Las personas que se tomarían el tiempo para enviarme una nota en Twitter o hacerme una pregunta no son las mismas personas que escriben cartas a la Casa Blanca o al doctor Anthony Fauci. Estas son personas comunes que a menudo pueden sentir que las personas en el poder ignoran sus preguntas e inquietudes, especialmente cuando se trata de preguntas sobre su salud. Hemos visto cómo los científicos y los trabajadores de la salud han utilizado las redes sociales de manera eficaz durante la pandemia para hacer oír su voz y convertirse en fuentes confiables de información. Realmente espero que la conversación continúe avanzando en esa dirección porque es importante que la gente sepa que hay personas reales detrás de la ciencia”, finalizó.

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