La historia de Clemente Ballén de Guzmán, el ecuatoriano perseguido por la Gestapo que sobrevivió a los campos nazis

Clemente Ballen de Guzmán, el ecuatoriano que sobrevivió a la Gestapo.
Clemente Ballen de Guzmán, el ecuatoriano que sobrevivió a la Gestapo

Un ecuatoriano fue condenado a pena de muerte por la Gestapo, la policia política del régimen nazi, tras la ocupación de las milicias hitlerianas en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, en junio de 1942. Se trata de Clemente Ballén de Guzmán, un guayaquileño que alcanzó el reconocimiento de la sociedad parisina por su interés en la conservación de los bosques.

A días de cumplirse los 82 años de ocupación de Francia por las Fuerzas del Eje y tras recordarse 80 años del arbitrario arresto de Clemente Ballén de Guzmán, la historia fue recordada recientemente en Twitter luego de que el usuario David Revelo recopilara la información que se encuentra recogida en el libro Clemente Ballén de Guzmán: un notable guayaquileño condenado a muerte por la Gestapo (1942) de Sixto Durán-Ballén y Álvaro Darío Lara, publicado en 2007.

Clemente Ballén de Guzmán y Woltér nació el 23 de octubre de 1887. Su padre era un reconocido diplomático y su madre una dama francesa. Cuando Ballén de Guzmán tenía dos años, su padre fue nombrado Cónsul General de Ecuador en París. Desde ese momento toda la familia Ballén de Guzmán y Woltér se mudó a Francia, específicamente a Fontainebleau, una ciudad del área metropolitana de París, a 55 kilómetros del centro de la urbe.

En aquel poblado francés ubicado al sureste de París, conocido por su hermoso bosque homónimo, y por el histórico Palacio Real de Fontainebleau, creció Ballén de Guzmán, quien desarrolló su perplejidad por la naturaleza rodeado por de esta icónica floresta gala.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial y el asesinado del heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro, Francia estaba devastada por el conflicto, lo que obligó a Clemente Ballén a regresar a Ecuador, pero después de unos años volvería al país de su infancia.

La fascinación que Clemente Ballén de Guzmán ganó por la naturaleza gracias a los bosques de Fontainebleau, lo llevaron a convertirse en un activista ecológico y en 1925 se unió a “Los Amigos del Bosque”, un grupo que busca preservar la naturaleza y que existe hasta la actualidad. Dos años más tarde, Clemente Ballén creó una escuela para guardabosques, que se encargaban de la limpieza forestal de Fontainebleau y promover la importancia de su conservación.

Fue así como Clemente Ballén encontró un lugar en la sociedad parisina, que admiraba su trabajo con Los Amigos del Bosque.

Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial todo cambiaría. El avance de las tropas de Hitler y las crueldades en sus campos de concentración aterrorizaron a toda Europa. Poco a poco, las fuerzas nazis atacaron y ocuparon varias ciudades, hasta alcanzar París.

Los nazis ocuparon Francia desde el 22 de junio de 1940 y hasta diciembre de 1944. Cuando los soldados de Adolf Hitler llegaron a París, muchos de sus habitantes abandonaron la ciudad. Pero Clemente Ballén, que en ese momento tenía 53 años, decidió quedarse en su amado Fontainebleau y continuar con su trabajo de conservación de los bosques.

Ballén de Guzmán participaba en eventos públicos por su relación con Los Amigos del Bosque y utilizaba estos espacios para pronunciarse en contra de la ocupación de la Alemania nazi. Incluso, en marzo de 1941, Clemente Ballén decidió unirse a La Resistencia francesa para luchar en contra de la invasión. El ecuatoriano se unió a la resistencia en la Red Vélites-Thermophyles y fue su jefe hasta 1942. La Vélite-Thermopyles fue una red que actuaba en la Francia ocupada, dependiente de la Oficina Central de Inteligencia y Acción de la Francia Libre.

Clemente Ballén era conocido en la sociedad parisina por su trabajo en conservación de los bosques.
Clemente Ballén era conocido en la sociedad parisina por su trabajo en conservación de los bosques.

Las actividades que cumplían los militantes de la resistencia consistían en escuchar radios británicas, prohibidas por el régimen de Hitler, repartir volantes en contra de la ocupación y pronunciarse en medios locales en contra de la propaganda nazi. Incluso, Clemente Ballén puso a disposición de la resistencia su mansión.

Mientras Ballén de Guzmán se pronunciaba en contra de los nazis, estos lo vigilaban a través de la Gestapo.

La Gestapo debía mantener el orden y eliminar a los enemigos del régimen nazi. Hitler había creado la agencia para asegurarse de terminar con cualquier amenaza. Los comunistas, homosexuales, gitanos, judíos y los resistentes eran los blancos de la Gestapo en todo los territorios ocupados por las fuerzas nazis.

Quien caía en las manos de la Gestapo estaba condenado a una muerte segura, pues el trato que recibían era cruel y brutal. Los agentes del nacismo asfixiaban a los detenidos, los desnudaban y exponían a una gelidez extrema, también los quemaban, sofocaban o les propinaron descargas eléctricas en los genitales. Entre las prácticas estaban la privación del sueño y el alimento. Quienes morían eran enterrados en fosas comunes.

El 29 de mayo de 1942, Clemente Ballén fue arrestado por la Gestapo en Fontainebleau. Lo acusaron de “inteligencia con el enemigo” por haber distribuido pasquines “con información hostil contra Alemania”. El defensor de los bosques fue llevado ante un tribunal militar y juzgado en cinco días. Durante el juicio lo calificaron como sindicalista y lo condenaron a muerte.

Los nexos de Ballén de Guzmán con altas personalidades de la sociedad de París permitieron que el gobierno francés interviniera y se realizó una petición de gracia ante las cortes alemanas. Mientras esto sucedía, Clemente Ballén estaba preso en Fresnes, la segunda prisión más grande de Francia, que durante la invasión nazi sirvió para encerrar a los resistentes y enemigos del Reich. La cárcel francesa era el lugar de paso antes de llevar a los detenidos a los campos de concentración.

Copia de los documentos del juicio que armó la Gestapo en contra de Clemente Ballén de Guzmán.
Copia de los documentos del juicio que armó la Gestapo en contra de Clemente Ballén de Guzmán.

Los alemanes se negaron a liberar a Clemente Ballén y mientras se tramitaba la petición de gracia que impulsó la Cancillería de Francia, las autoridades hitlerianas confiscaron todos los bienes de Ballén de Guzmán.

El 20 de julio de 1942, el tribunal militar nazi cambió la condena de Ballén y en lugar de la pena de muerte lo castigaron con 12 años de trabajos forzados en Alemania. Con esa decisión, el ecuatoriano fue trasladado a uno de los campos a finales de ese año.

No se tiene claro cómo Clemente Ballén de Guzmán logró sobrevivir, pero se cree que al menos pasó por tres prisiones de trabajos forzados. Era una práctica de los nazis reubicar a los prisioneros para que no se conociera su ubicación.

Ballén de Guzman habría estado en las prisiones de Karlsruhe y Rheinbach, de esta última fue liberado por las tropas estadounidenses en mayo de 1945.

Cuando los aliados estadounidenses encontraron a Clemente Ballén, éste estaba muy débil debido a la intensidad de tratos recibidos durante los tres años de torturas y encierro.

En la década de 1950, Clemente Ballén volvió a su activismo por la conservación de los bosques y recuperó su estatus en la sociedad parisina. Por su valentía durante la ocupación nazi, Ballén de Guzmán recibió del Gobierno frances la condecoración de la Cruz de Guerra y en julio de 1952 fue reconocido oficialmente con el título de “deportado-resistente”, que se refiere a aquellos que resistieron la ocupación durante la Segunda Guerra Mundial y que, por sus acciones, fueron deportados o encarcelados fuera del territorio francés.

Durante su encarcelamiento, Clemente Ballén sufrió varios quebrantos en su salud. Estas enfermedades terminaron con su vida al pasar del tiempo. Ballén de Guzmán murió el 8 de diciembre de 1968 en su amada Fontainebleau, cuando tenía 81 años. Habían pasado 23 años desde su liberación. La tumba de Clemente es venerada en París como prócer del mundo libre.

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