La evolución del fútbol, los proyectos deportivos y nosotros

Adiós, Rusia 2018. Habrá que esperar otros cuatro años hasta que Qatar nos vuelva a seducir. Se terminó y todavía perdura la angustia. Entre tantos aportes valiosos que hizo el enorme Jorge Valdano al mundo del fútbol se destaca una frase suya, pero que muchos se la atribuyen al Flaco Menotti y el mítico entrenador italiano Arrigo Sacchi: “El fútbol es la cosa más trascendente entre las cosas menos trascendentes”. Palabras que se las lleva el viento cuando de fútbol argentino se trata.

El fútbol se siente y se vive de un modo muy particular en nuestro país. Difícilmente puedan comprenderlo en otras latitudes. Lo he visto en otros partidos que vi en el exterior. Vivimos y sentimos el fútbol de un modo único, para bien y para mal. Vemos en los futbolistas a verdaderos salvadores de nuestra cotidianidad. Se ve domingo a domingo en la angustia de cada equipo derrotado en la Superliga y en la exacerbación del triunfo. Goles que nos salvan de las penurias de la semana y jugadores que nos alejan de las tristezas del día a día. Infinidad de artículos se escribieron al respecto.

Para la Argentina, #Rusia2018 trajo más dudas que certezas. “C’est fini”, nunca mejor dicho. Francia nos dio una verdadera dosis de realidad y nos dejó claro dónde estamos parados. El gol de diferencia no evidencia lo que fue el partido. Solamente la impredecibilidad de este hermoso deporte permitió que siguiéramos con esperanzas hasta el último minuto. “El fútbol es la dinámica de lo impensado” repetía Dante Panzeri en esa frase que han parafraseado hasta el hartazgo tantos periodistas deportivos. Quedarse en la velocidad de Mbappé es poca cosa.

El mundial ha terminado para una generación de futbolistas que, alternando grandes actuaciones con otras un tanto más opacas, alcanzaron tres finales, una de ellas, en una Copa del Mundo (¡La Götze que lo parió!). No se puede hablar de fracaso y quien lo hace desconoce el pantano en el que está inmerso el fútbol argentino. La historia y el paso del tiempo les darán a estos jugadores el reconocimiento que se merecen. Deberán esperar los Messi, Mascherano, Di María e Higuaín. Paciencia, muchachos.

Lo dice Juan Pablo Varsky en su columna pos Rusia: “El fútbol es tan generoso que las casualidades te pueden dejar alegrías, pero siempre estarás más cerca del éxito con proyectos serios que con papeles al viento, cargos a la marchanta y micrófonos circenses”. Reducir ese margen con un “proyecto serio” no garantizará el triunfo, pero sin dudas hará más ameno el camino. Es que el fútbol tiene algo que lo vuelve trascendente e impredecible. Lo más trascendente del mundo intrascendente.

Ese concepto del “proyecto serio”, que se reitera mundial tras mundial, es el que deberá calar más hondo en Viamonte 1366 si lo que se pretende es volver a tener competitividad internacional. Habrá que refundar las juveniles, algo que han empezado a hacer Pablo Aimar y Diego Placente, pero que se debe seguir profundizando con proyectos a largo plazo. Los clubes deberán abandonar las mezquindades propias y dotar de mayor valor colectivo a la Selección mayor. Para ello, es imprescindible una reestructuración en la dirigencia del fútbol argentino que invite a la confianza de todos los clubes y no de unos pocos, que se benefician de un viciado sistema. Para ello, también será necesario un entrenador que cuente con esta estructura completa a su servicio. Que no se malinterprete, no hablamos de “entregar la llave de la AFA” a nadie, sino de actuar con profesionalismo y respaldo para el técnico que se elija oportunamente. Todo parece demasiado utópico.

El Mundial ha dejado en claro que el fútbol ha evolucionado. En otros tiempos bastaba con una heroica actuación de un jugador, capaz de cargar con el equipo en sus espaldas y derrotar a los rivales. En el fútbol de hoy, estos jugadores ya no existen, y los pocos que logran algo similar son reales astros del deporte. De nada sirve comparar a jugadores de diferentes épocas y personalidades. Porque Messi no es Maradona, Neymar no es Pelé, Ronaldo no es Eusebio y Zidane no es Platini. Las estrategias defensivas han mejorado y el análisis del rival es prioridad, aun por sobre el análisis propio, para definir la pragmática estrategia. De todos modos, las propias variables del fútbol vuelcan el resultado para uno u otro lado. Y contra eso no hay planificación posible. La eliminación de España a manos de Rusia, la impredecible definición entre Dinamarca y Croacia, y la sufrida clasificación de Bélgica contra Japón dan fe de esto, todo esto en octavos de final.

En los micrófonos muchos periodistas volvieron a utilizar ese nefasto concepto del fracaso para catalogar a este ciclo y a estos jugadores. Es la ventaja que tiene el periodismo deportivo, aquella que abusa de la opinión con el resultado puesto, “con el diario del lunes”, como se dice en la jerga callejera. Así, el que gana lo gana todo y el que pierde lo pierde todo. Así, Alemania fracasó en Rusia y muchos colegas tornan incomprensible la continuidad de Joachim Löw. Solo se analiza el resultadismo, no la autocrítica y el largoplacismo de un técnico que refundo las bases del fútbol teutón.

Punto final para Rusia 2018. Ahora realmente podemos disfrutar los partidos con paz y tranquilidad. No volvemos a sentir cómo el corazón late más rápido de lo normal. No volvemos a sentir la voz ronca después de un desaforado grito de gol como el agónico tanto de Rojo a Nigeria. Tampoco volvemos a sentir lágrimas en los ojos producto del esfuerzo de otros que vuelven trascendente lo intrascendente. “Alivio” así comenzó su nota “El día después” la periodista Cecilia Mira hace unos días, la cual invito a leer. Cuánta razón tiene.

El autor es licenciado en Ciencias de la Comunicación.



FUENTE: INFOBAE NOTICIAS

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