A lo largo de la historia, la educación ha sido una herramienta a través de la cual se crearon o transmitieron conceptos, ideologías y se consolidaron paradigmas socioculturales de época. En la actualidad, es preciso que mediante la educación se analicen, instrumenten e impulsen habilidades y diálogos que ya son parte de la sociedad y no siempre se aprenden en las escuelas.
En este sentido y con motivo del Día Internacional de la Educación, fecha que promueve la UNESCO, resulta necesario generar conciencia sobre las iniciativas para el desarrollo de un mundo sostenible, erradicación de la pobreza y el reconocimiento a la educación como un factor fundamental para que eso suceda; gracias al impulso de una agenda de transformación educativa vinculada al desafío de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, con metas orientadas al año 2030. Este año, el lema es Invertir en las personas, priorizar la educación.
Crear una educación que permita expandir fronteras personales, territoriales, sociales y culturales para transformar el mundo en el que vivimos, implica concebir al aprendizaje como una actitud colectiva y permanente, relacionada al descubrimiento, al autoconocimiento y al hacer con otros.
El diálogo entre familias, escuelas y estudiantes es preciso para aprender nuevas dimensiones que “hackeen” las prácticas educativas más tradicionales como: nuevos modos de aprender, propender a una actitud curiosa de interés por el aprendizaje a lo largo de toda la vida y también, incluir la tecnología no como una mera herramienta, sino como un lenguaje y una dimensión de vinculación con el aprendizaje y los demás. En ese dialogo y construcción son indispensables las voces y pensamientos de distintos actores sociales, especialistas, organizaciones y empresas que muchas veces están por fuera de la instituciones y pueden agregar valor, expertise y perspectivas a la Educación.
En este contexto, otras prácticas educativas novedosas pueden consistir en basar el hecho educativo desde la perspectiva emocional como eje entre quienes integran una comunidad de aprendizaje, tanto en los modos de vincularse y solucionar conflictos; así como también, una dimensión de autoconocimiento y herramienta de trabajo colaborativo teniendo en cuenta el entorno. Es decir, trabajar por el bienestar integral propio y el equilibrio con el medioambiente.
Por otra parte, definir la centralidad de los estudiantes, como actores de su aprendizaje, capaces de entender y reflexionar sobre sus procesos, las expectativas, los indicadores de su desarrollo de evaluación y siempre teniendo posibilidad de entender y reflexionar acerca de la relevancia de aquello que aprenden, es una nueva dimensión de aprendizaje. En síntesis, el para qué, la relevancia para su vida o la aplicación en contextos reales.
De este modo, entiendo la educación como motor de transformación social, como la herramienta más potente que una persona y una sociedad tienen para constituir una ciudadanía global desde la primera infancia y no pensar que se es ciudadano cuando “salimos de la escuela”. La ciudadanía se construye en casa y en el colegio para dotarnos de capacidades y habilidades sociales y académicas a través de diversas experiencias, las cuales son el escenario de ensayo que nos permiten luego transitar diferentes caminos en contextos elegidos o no. Hoy en día la escuela debe brindar experiencias y herramientas para poder recorrer espacios elegidos o inciertos.
Lo anteriormente expuesto guarda relación con el concepto de KNOWMMADS, nómades del conocimiento que pueden superar, actualizar, validar o reaprender a lo largo de toda la vida.
Otra realidad que es un hecho en la vida, es que la escuela tradicional no concebía espacio para la diversidad. Desde esa perspectiva, saber y aceptar que no todos aprendemos, pensamos, sentimos o creemos igual, hace necesario que los procesos de crisis – aprendizaje tengan en cuenta la necesidad de convivir, compatibilizar o comprender esa diversidad como una realidad y no como una problemática. Una sociedad y por ende un sistema educativo que no tienda a homogeneizar, sino que a partir de la heterogeneidad que exige genere horizontes comunes.
En el marco de lo expuesto por la UNESCO, en relación a la erradicación de la pobreza, es importante mencionar que, además de los modos de aprender y las oportunidades que la educación brinda, es preciso remarcar la enorme posibilidad y condición que otorga como trampolín para salir de la pobreza a las personas y a las naciones. Es la amalgama social y cultural que contiene las diferencias, pero cerrando grietas y trazando puentes de complementariedad. También, es el principal traccionador social para crear conocimiento, habilidades profesionales y personales y dar respuesta a las necesidades actuales y futuras del mundo del trabajo; a la vez que, permite entrelazar competencias y requerimientos de distintos ámbitos .
En países como la Argentina y con los datos complementarios, no podemos ignorar que mientras el Estado asegura el acceso a necesidades básicas y compensar las consecuencias de la pobreza, un proyecto de Nación cimentado en políticas educativas de mediano y largo plazo para alumnas, alumnos, docentes, familias y profesionales de diferentes áreas, es la única clave de salida sostenida de la pobreza y la transformación y autogestión de las personas, y por ende del país.
Darío Álvarez Klar, educador especializado en gestión de la innovación, Fundador de la Red Educativa Itinere, integrada por 8 colegios, y Presidente Ejecutivo de Asociación Civil HUB educación & innovación
* Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. La UNESCO es un organismo especializado en las Naciones Unidas con el objetivo de contribuir a la paz y a la seguridad en el mundo mediante la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones.
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