Por Jorge Colombo°
La sesión en la Cámara de los Comunes del Reino Unido prometía ser diferente, alejada de la rutina. Aquel 4 de mayo de 1982 se intuía vibrante y parecida a otras jornadas vinculadas al conflicto de Suez. Sin embargo, para encontrar un ambiente similar en Londres había que retroceder a los días de la Segunda Guerra Mundial y a su solemne atmósfera de consternación.
Esta vez, la opinión pública londinense se colaba dentro del recinto de la Honorable Cámara, agregando mucho de desconcierto e incredulidad. En el fondo, la pregunta ominosa se olfateaba en todas partes y podía sintetizarse en escasas cinco palabras: “¿Cómo pudo ocurrir algo así?”. Una inquietud equivalente a comerse un gol argentino de media cancha en el estadio de Wembley.
Dentro del recinto había caído la noche, en más de un sentido, y el Ministro de Defensa británico, John Nott, ojeroso y demudado, esperaba pacientemente que le cedieran la palabra. Hasta que finalmente el portavoz de la Casa, Bernard Weatherill, siguiendo una tradición varias veces centenaria, llamó al orden y preguntó a los Honorables Miembros de la Cámara si el Honorable Ministro de Defensa contaba con la autorización para hacer uso de su honorable palabra. Un coro de voces altisonantes se alzó respondiéndole en inglés antiguo: “¡Aye!”(Sí)
Nott carraspeó, aclaró su voz como pudo y comenzó a dar explicaciones, como un chico en la escuela primaria tratando de convencer a su Director:
“Yo había dicho anteriormente en esta Cámara que se esperaban ataques argentinos sobre nuestras fuerzas. Lamento informar a esta Casa que los ataques se han concretado“.
“Esta tarde, mientras realizaba tareas dentro de la Zona de Exclusión Total de las islas, el destructor Sheffield fue atacado con misiles. Se generó un incendio que está fuera de control, por lo que se ordenó a la tripulación abandonar la nave… Se ha rescatado a su Comandante y a casi la totalidad de la tripulación. Sin embargo, lamento decirles que de acuerdo con las estimaciones iniciales hay doce desaparecidos, y es muy probable que el número de bajas sea aún mayor”.
“Las comunicaciones con el área de operaciones se han visto dificultadas y esta información debe ser tomada como provisoria hasta tanto sea confirmada… Se realizaron otras operaciones sobre las islas, en el curso de las cuales un avión Harrier fue derribado por fuego antiaéreo, y su piloto resultó muerto… La Fuerza de Tareas continúa con sus operaciones de acuerdo con los planes previstos”.
El Honorable John Stokes, representante por Halesowen y Stourbridge, no se hizo esperar en su réplica:
“Mi honorable correligionario, ¿se da cuenta de que esta noche los ojos de la nación están puestos sobre nosotros? Como alguien que ha permanecido en esta Cámara durante doce años, y que peleó en una guerra a lo largo de otros seis, me veo en la obligación de advertirle que esta noche veo signos de pánico a ambos lados de la Cámara”.
Cuando Nott intentaba contestarle, fue interrumpido por el Honorable Ian Mikardo, representante por Bethnal Green y Bow:
“En medio de la congoja que todos compartimos y que fue expresada por ambos lados de la Cámara, ¿podría el Honorable Caballero decirnos si la Primera Ministra todavía nos invita a regocijarnos?“.
La pregunta no había sido formulada con sorna, pero la ironía era evidente. Nott intentó una respuesta evasiva:
“No haré comentarios al respecto, pero mucho me temo que deberé corregir mi información anterior. Inicialmente dije que en el Sheffield había doce hombres desaparecidos, y me acaban de informar que el número de muertos podría ascender a treinta. Realmente, a esta altura no dispongo de informes confirmados, por lo que estimo que sería conveniente esperar hasta mañana para…”
De nuevo lo interrumpieron, estaba claro que el Ministro no las tenía todas consigo. Si bien el ambiente de la Cámara no era marcadamente hostil, se podía percibir que los Comunes exigían precisiones e iniciativas políticas que el Gabinete de Ministros en esos momentos no tenían. Por sobre todo, y aun cuando no se había manifestado abiertamente, estaba implícita la exigencia de ver por allí la cara de Margaret Thatcher para que brindara explicaciones.
No fue posible echarle el lazo a la Primera Ministra al día siguiente, miércoles 5 de mayo, porque a lo largo de la extensa sesión de esa fecha sólo hubo tiempo para que un atribulado John Nott –a quien se agregó un no menos confundido Ministro de Relaciones Exteriores, Francis Pym– fuera prácticamente interpelado y obligado a dar explicaciones sobre el desastre del Sheffield. La reunión fue agitada y los dos fueron sistemáticamente vapuleados por los miembros de la Cámara, incluyendo la intervención muy especial de Martin Flannery, representante por la ciudad de Sheffield. El lector imaginará por qué: los pilotos navales Augusto Bedacarratz y Francisco Mayora habían levantado una linda polvareda, pero lo mejor recién se vería al día siguiente.
La sesión de la Cámara de los Comunes del jueves 6 de mayo de 1982 ya figura en los anales de la vida política del Reino Unido (la interpelación a Margaret Thatcher), y de la misma se resumirá lo más interesante. En cualquier caso, ayudará a comprender por qué el hundimiento del Sheffield obligó a la señora Thatcher a dar seguridades de que su Gobierno (ahora sí) estaba haciendo todo lo posible por lograr un cese del fuego, algo que como todos sabemos no era cierto, al punto de lanzar inmediatamente la planificación de la operación “Mikado” para exterminar en Río Grande -a cualquier precio- tanto a los irreverentes criollos que tripulaban los Super Etendard como a sus máquinas voladoras.
El representante John Page fue el encargado de abrir el fuego, y para abreviar transcribiremos sin comentarios sólo los aspectos más relevantes de lo dicho durante esa memorable sesión.
John Page: “¿Pudo la Primera Ministra encontrar algún instante para sintonizar la radio y mirar la televisión, y juzgar por sí misma si el tema del Atlántico Sur ha sido presentado de manera de producir credibilidad en nuestros aliados de ultramar y confianza y coraje en los hombres de nuestras Fuerzas Armadas y en sus devotas familias?”
Margaret Thatcher: “A juzgar por los comentarios de quienes disponen de más tiempo que yo para leer y escuchar, mucha gente está preocupada ante la posibilidad de que las Fuerzas Británicas no estén haciendo bien las cosas. Comprendo que puedan existir momentos en que tanto nosotros como los argentinos seamos tratados al mismo nivel y puestos en un pie de igualdad. Comprendo que en ocasiones algunos comentaristas digan que los argentinos hicieron algo y recién entonces los británicos hicieron lo suyo. Sólo puedo decir que si esto es así nos ofende y origina gran zozobra entre mucha gente”.
Michael Foot: “¿Estaría de acuerdo la Honorable Dama en que parece existir la real posibilidad de un cese del fuego que conduciría a acciones más concretas, y de que también existe la posibilidad de arribar a un acuerdo de paz efectivo? ¿Puede asegurarnos que se hará todo lo posible para alentar esa posibilidad, y que no se hará nada para interferir? En particular, ¿puede aclararnos cuál es su respuesta y la del Gobierno a las propuestas de paz del Secretario General de las Naciones Unidas?” [Javier Pérez de Cuéllar]
Thatcher: “Por supuesto, estamos haciendo todo lo posible para seguir el camino diplomático que nos lleve a un acuerdo negociado [la Honorable Dama escondía la honorable verdad]. Sin embargo, el Honorable Caballero sabe que al momento existen dos propuestas diferentes. Una de ellas corresponde a la que manejan los EE.UU. a través del Perú, acerca de la cual respondimos de manera constructiva.[Se refiere al despliegue diplomático entre el presidente peruano Fernando Belaúnde Terry y el Secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig] .No sabemos si los argentinos contestarán de igual modo. La segunda es la que conduce el Secretario General, y es a la cual se refiere el Honorable Caballero, y la respuesta de Argentina no ha sido clara…Lo que sí parece claro es que están interesados en un cese del fuego, pero no en retirar sus tropas, a menos que reconozcamos su soberanía sobre las islas. De manera que tenemos dudas sobre lo que dijeron… Nosotros damos la bienvenida a las ideas que propuso el Secretario General y hoy mismo le enviaremos un mensaje poniéndolo en su conocimiento… Es muy posible que Argentina pretenda un cese del fuego sin retirar incondicionalmente sus fuerzas, lo que sería una estratagema para conservar la posesión de sus mal habidas ganancias…La resolución 502 debe ser aceptada en su totalidad, y no puede haber un cese del fuego a menos que sea acompañado por una retirada argentina adecuadamente supervisada”.
Foot: “Entiendo que pueden haber ambigüedades en la respuesta del Gobierno argentino, pero ¿podría aclararme la Honorable Dama si es que la propuesta del Secretario General relacionaba de alguna manera el cese del fuego con la retirada de las tropas argentinas? Si así fuese, creo que la respuesta de la Honorable Dama debió haber sido afirmativa…En vista del importante cambio registrado a nivel diplomático –no me refiero al Gobierno argentino sino a las acciones emprendidas por la Honorable Dama–, ¿podría darnos la más absoluta seguridad, estoy seguro de que toda la Nación así lo demanda, de que no habrá una escalada deliberada en las acciones militares, ninguna escalada que interfiera con las perspectivas que ahora se vislumbran de lograr una paz real?”
Thatcher: “Las propuestas del Secretario General de la ONU [Javier Pérez de Cuéllar] significan sólo un marco de referencia, sin detalles específicos ni cronogramas, sólo implican una base para la discusión. En cuanto a la referencia del Honorable Caballero sobre un cambio en el clima de las negociaciones a nivel diplomático, creo que se trata de una apreciación sin fundamentos. La propuesta del Secretario General es la sexta que yo y mis colegas hemos analizado en detalle durante el mes último, y eso difícilmente pueda ser calificado como una falta de actividad diplomática”.
Foot: “Estoy mucho más interesado en el progreso de las negociaciones que en dirimir quién tiene razón. Nosotros, que a lo largo de toda la crisis hemos urgido a acompañar al Secretario General en sus gestiones, tenemos el derecho a decir lo que decimos. Comprendo que sólo se trata de propuestas formuladas por el Secretario General, pero deseamos que nuestro ferviente apoyo a las mismas pueda ser transmitido en las próximas veinticuatro horas”.
Thatcher: “Sólo son propuestas para un marco de referencia, a las que estamos respondiendo positivamente… Esperamos recibir hoy algo más sobre la propuesta peruano-norteamericana… Pero quiero enfatizar una vez más que cualquier sugerencia, para ser aceptable, deber ser precisa en cuanto al cronograma propuesto y cómo será verificado”.
Peter Viggers: “¿Está de acuerdo mi Honorable Colega en que resulta procedente que los EE.UU. hagan público su apoyo a nuestra decisión de resistir la agresión, y de esta manera contribuir a que tanto los dirigentes argentinos como su pueblo se den cuenta de cuál es su verdadera situación?”.
Thatcher: “Contamos con el total respaldo de los EE.UU., como esperábamos, y yo agregaría como siempre esperamos que tendríamos. Tengo dudas sobre si su rol de mediador –que nosotros apoyamos, y acerca del cual estamos agradecidos al General (Alexander) Haig– puede haber inducido a la gente a pensar que la causa argentina podría ser considerada como justa. La condena a la Argentina ha sido casi universal, porque los argentinos son los agresores… Dos días antes de la invasión, el Dr. (Nicanor) Costa Méndez llamó a nuestro Embajador en Buenos Aires y le dijo que todos los canales diplomáticos estaban ahora cerrados. El mismo Gobierno argentino rechazó el pedido del Consejo de Seguridad de no invadir. Ese mismo Gobierno no escuchó el pedido del Presidente (Ronald) Reagan de no invadir. Ese mismo Gobierno invadió, y desde entonces ha estado acumulando tropas y equipos, contrariando una Resolución de las Naciones Unidas. Esa es la clase de Gobierno que debemos enfrentar.”
Geoffrey Cox: “¿Está al tanto la Primera Ministra sobre la opinión generalizada en el pueblo británico de que no debería haber una escalada en la intervención militar del Reino Unido en las islas? (Interrupción con abucheos de desaprobación) Teniendo en cuenta este antecedente, ¿ha venido hoy a esta Casa totalmente preparada para repudiar a los miembros del Partido Conservador y Almirantes y Generales retirados que ahora aparecen por televisión diciendo que, en caso de ser necesario, se debería atacar el territorio argentino?”.
Thatcher: “Fueron los argentinos quienes escalaron la crisis, invadiendo las islas en medio de las negociaciones, y nunca dejaron de escalar… Mientras tanto, nuestra propia gente permanece en esas islas, bajo lo que creo que el mismo Líder de la Oposición calificó de agresión brutal y demente…Debemos continuar con las operaciones, porque si ordenáramos la suspensión de las actividades militares mientras duren las negociaciones, ¿qué sucedería? Estaríamos atados, con nuestra gente sojuzgada por un invasor que seguirá incrementando su poderío y reforzando sus posiciones para atacarnos a su voluntad.”
Detrás del discurso de la Dama de Hierro
La Primera Ministra estaba disfrazando burdamente la restitución de las islas a los Territorios de Ultamar de la Corona como un rescate de dos mil rehenes isleños montado a nivel estratégico.
Dejo librado al lector la interpretación de todo lo ocurrido en la Cámara de los Comunes dentro de las 48 horas siguientes del ataque al Sheffield. Sin embargo, el análisis más o menos objetivo permite inferir que la magnitud del golpe asestado por la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque congeló momentáneamente el conflicto, y a sus consecuencias habría que remitirse: no se registrarían acciones bélicas de importancia en los días subsiguientes, porque el sacudón impuso un replanteo de la situación estratégica y diplomática, tanto en Londres como en Washington o en Buenos Aires, y el análisis de los hechos inmediatos posteriores al 4 de mayo de 1982 así lo demuestra.
Sin embargo, hubo excepciones a la virtual pausa de combate señalada, incluyendo el desarrollo de varios acontecimientos durante la primera semana de mayo, los que fueron posteriores al primero de ese mes y tuvieron su origen en las acciones navales protagonizadas por el grupo de batalla del portaviones 25 de Mayo y su escolta, en relación con el frustrado ataque a la fuerza británica con aviones A-4, previsto durante el crepúsculo matutino de ese día.
Los pilotos bajo el mando del Capitán de Corbeta Rodolfo Castro Fox (Comandante ejemplar que voló a lo largo de todo el conflicto pese a tener los movimientos del brazo izquierdo significativamente limitados, consecuencia de haber terminado unos años antes junto con su A-4 en el fondo del mar debido al corte de un cable de frenado) no pudieron ser catapultados por falta de viento en cubierta y se quedaron con las ganas de atacar a la flota británica en una típica acción aeronaval puntual que bien podría haber cambiado prematuramente el curso del conflicto.
Las operaciones recién “culminarían” el 8 de mayo en inmediaciones del Golfo San Matías, cuando los buques argentinos ya se habían replegado para ponerse a salvo de la amenaza de los ataques de submarinos nucleares británicos.
Y a no olvidar a los “antisubmarinos”. Algún día se hará justicia al relatar con lujo de detalles las misiones cumplidas por la Escuadrilla Aeronaval Antisubmarina con sus traqueteados aviones S-2 Tracker a lo largo de esos días agitados y febriles. Embarcados en el portaviones y excediendo largamente sus capacidades específicas, realizaron las exploraciones antisuperficie. Esas fueron las que posibilitaron ubicar a la flota británica para intentar el ataque, a partir de la detección radar inicial de un solitario avión Harrier destacado desde el portaviones Hermes para espiar a los argentinos.
Pero el tremendo mérito de los Tracker vino después, cuando las misiones se extendieron al hostigamiento permanente y posteriores ataques sobre los submarinos británicos. Habrá que esperar la desclasificación de los archivos ingleses para reconstruir minuciosamente todo lo acontecido entre el 1° y el 8 de mayo.
El 4 de mayo con el hundimiento del Sheffield, el primer buque inglés abatido tras la II Guerra Mundial, los británicos supieron que eran vulnerables y los argentinos que podían hundirlos.
Independientemente del resultado final de la guerra, después de ese día ya nada volvería a ser igual, especialmente para el comandante de la flota, John “Sandy” Woodward.
Augusto Bedacarratz, el Segundo Comandante de los Super Étendard y Francisco Mayora, uno de los benjamines de la familia, habían demostrado que nos atrevíamos. Y la Armada Argentina había recibido la bocanada de aire puro y fresco que tanta falta le hacía.
En verdad, la cuestión no era complicada: Bedacarratz y Mayora, típicos aviadores navales y excelentes profesionales, simplemente habían hecho lo que sabían hacer, luego de exigencias sin pausa y cientos de horas de vuelo bien aprovechadas a lo largo de gran parte de sus vidas. No sólo en nuestro país, sino también más allá de nuestras fronteras, en Francia, por ejemplo. Más precisamente en la bretaña francesa.
*El autor, capitán de Navío (RE) y doctor en Relaciones Internacionales, fue el Comandante de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de aviones Super Etendard que operó desde la Base de Río Grande y hundió al HSM Sheffield, al carguero Atlantic Conveyor y atacó al portaaviones Invencible.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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