La divertida miniserie española que demuestra que no hay edad para aprender a manejar

A fines de los 90, a Pablo Lopetegui (Juan Diego Botto) le auguraban un futuro exitoso como escritor. Su primera novela prometía mucho y la editorial que la publicó estaba convencida de que se convertiría en un bestseller. El joven prodigio ya imaginaba una vida de rico, famoso y con chofer. Sin embargo, las cosas no fueron como esperaba y los 45 años lo encuentran separado, dando clases de literatura española en la universidad (trabajo que parece no gustarle mucho) y con un auto viejo que no sabe manejar. Ahora sin su pareja que lo llevaba a todos lados, decide anotarse en una escuela de manejo. Ese es el puntapié inicial de No me gusta conducir, la divertida y simpática historia de seis episodios de HBO que pide a gritos una segunda temporada.

Lopetegui es un profesor egocéntrico, pedante y antisocial. Lleva 15 años dando clases en la misma universidad pero no se relaciona con nadie. La muerte de su padre y la herencia del coche que éste tanto amaba obligan al personaje principal a salir de su zona de confort. Eso implica, de una vez por todas, aprender a manejar, lo que siempre consideró una tarea para estúpidos, pero que él, con un doctorado en literatura medieval, nunca logró.

No me gusta conducir
Pablo Lopetegui (Juan Diego Botto) dando clases de literatura en la universidad

Su objetivo le presenta a Lorenzo (un genial David Lorente), el charlatán, amable y entrañable profesor de la autoescuela “Camino”. Su personaje es el encargado de aportar la mayor parte de la cuota de humor en los seis episodios. Lorenzo es un profesional que se desvive por sus alumnos. Sufre si reprueban el examen de manejo y no se detiene hasta que “se saquen el carnet” (expresión muy utilizada en España y en la serie). Su personalidad se contrapone con la de Lopetegui, a quien poco le importan sus alumnos en la universidad.

Lopetegui trata a Lorenzo con cierto desprecio y aires de superioridad, porque este último se la pasa hablando con refranes y frases hechas, algo considerado inaceptable por un doctorado en literatura y acérrimo defensor de la lengua española. Además, Lorenzo se considera un educador y se pone a la misma altura que Lopetegui, lo que obviamente no le gusta nada al profesor universitario, que no puede aceptar que en la escuela de manejo es un alumno y que haya alguien que sabe más que él.

No me gusta conducir
Lopetegui en una de sus clases de manejo con Lorenzo (David Lorente)

Lógicamente, quienes más acuden a la autoescuela son los jóvenes, ansiosos por cumplir los 18 años para poder obtener la licencia de conducir. Por eso, Lopetegui debe enfrentarse a las burlas por su edad y, en reiteradas oportunidades, a la pregunta que tanto odia: “¿para qué quiere el carnet?”. Las razones se conocerán a medida que avanza la serie.

En la autoescuela, Lopetegui tiene de compañera a Yolanda (Lucía Caraballo), quien paradójicamente es una de sus alumnas en la universidad. El personaje de la joven de 20 años brinda el toque de frescura en la serie y ayuda al protagonista a ablandarse y a dejar ese papel de “grinch” antisocial. También lo hace Iria (Leonor Watling), su ex pareja y “chofer”. Ella es la que mejor lo conoce y quien más lo ayuda a transitar el duelo por la muerte de su padre.

No me gusta conducir
Iria (Leonor Watling) junto a Lopetegui

La miniserie creada por Borja Cobeaga (coguionista de “Ocho apellidos vascos” y “Ocho apellidos catalanes”) logra que el personaje de Lopetegui, aún con todos sus rasgos negativos, sea querible y den ganas de abrazarlo. Quizás sea por la ternura que genera un hombre que pasados los 40 tenga la intención de aprender a manejar. O tal vez por la empatía que produce una persona que sufre la pérdida de un ser querido. Lopetegui es frío, pero suele acercarse al garaje donde guarda el auto que le dejó su padre para recordarlo sentado en el asiento de atrás. Ese acto expone su costado más humano y menos ogro.

Además de ser una comedia con mucho humor, también es una serie un tanto oscura que habla sobre las segundas oportunidades y sobre la posibilidad de dar un volantazo a tiempo. Más allá de la previsibilidad con la que se resuelve, la historia nunca decae y deja al espectador con ganas de saber cómo avanza. Borja Cobeaga triunfa con una producción simple, agradable y simpática. Como diría Lorenzo, “fácil y para toda la familia”.

No me gusta conducir está disponible en HBO Max.

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