Alguna vez el legendario Oscar Wilde afirmó que “una corbata bien anudada es el primer paso en serio que un hombre debe dar en la vida”. Desde que este pedazo de tela irrumpió a mitad del siglo XVII, en el atuendo militar de uno de los regimientos de Luis XIV de Francia, el accesorio ha logrado permanecer hasta el presente, donde subsiste —casi 4 siglos después— a fuerza sobre todo de protocolos y reglas de etiqueta.
Ejemplo: ir sin corbata a una entrevista de trabajo nos puede dejar afuera de la selección final. Sin embargo, las nuevas corrientes y tendencias que navegan dentro de nuevos paradigmas, piden a gritos remplazar elegancia por comodidad y personalidad. Es por eso que a la máxima de la entrevista laboral habría que sumarle un “O no”, en el final.
Son muchos los que piensan que la corbata tiene los días contados al considerarla anacrónica, inútil y excesivamente estructurada. En este escenario, aparecen las zapatillas para terminar de pintar el cuadro que vemos cada vez más en galas y entregas de premios. Saco, camisa, pantalón y…. zapatillas.
Grandes marcas de lujo como Saint Laurent, Armani, Dior o Prada han dado su aprobación a este dúo de traje y zapatilla. Cada vez más, sobre todo en las alfombras rojas, los hombres se suben a esta ola.
Pero esta historia de moda y looks masculino puede tener incluso una vuelta más: la remera con traje. Aquí, las opiniones están un poco más divididas.
“Evidentemente el traje para los hombres no escapó a esta influencias que tiene el oversize y las zapatillas. Me parece que vino a transformarse y acomodarse a una nueva moda de poder usarlo con remera abajo o con zapatillas. El que quiere puede usarlo más chupín, con pantalón Oxford o con un pantalón oversize”, dice a Infobae el diseñador Benito Fernández, quien sostiene que esta tendencia tiene que ver con toda una movida de la música, que vino de desestructurar a fuerza ritmos totalmente distintos.
Benito está convencido de que existe una nueva forma de ver al traje. “Eso también ayudó a esta de deconstrucción. Hoy también los casamientos son de día. Me parece que hay como una nueva mirada sobre el traje. Antes era otra. Hoy el traje se abrió a que se pueda incorporar desde lo deportivo hasta los sacos intervenidos, pintados o bordados. El traje en este momento se está deconstruyendo y me parece que va a seguir así”, agrega.
El diseñador Miguel Saberian, en la misma línea que Fernández, pone al casamiento diurno como un ejemplo donde la duda sobre los limites socialmente impuestos crece como las flores en primavera.
“Una zapatilla lisa, limpia y sobria es una buena elección de calzado para un casamiento de día. Es asegurarse que vas a estar cómodo y vas a poder participar de la fiesta a todo disfrute. Pero una zapatilla deportiva con suspensión de aire seria considerada una falta al código de vestimenta de la ocasión”, explica a Infobae.
Pero este no se trata solo de un fenómeno de pasarela. Son muchas las celebrities que se suman a la “deconstrucción del traje” en tiempos post pandémicos donde, pareciera, las tendencias y looks ya no abrazan fervientemente aquella frase que reza: “Lo que es moda no incomoda”.
Por citar un caso reciente, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, lideró la gala de los premios The Best con un traje negro con moño, camisa blanca y un reloj como accesorio. Las zapatillas blancas aportaron el detalle distintivo e informal del look.
Saberian pone énfasis en esta cuestión de entender a la tendencia como un vector que fortalece —¡y defiende!— la libertad de expresión. “El traje como lo conocíamos se daba en cualquier evento social, desde celebraciones hasta velorios, en oficinas de trabajo y en reuniones más privadas donde era una manera de expresar la importancia que tenia dicho evento o encuentro. Hoy esas celebraciones o encuentros sociales, son más permisivos socialmente a trajes más descontracturados, sin corbata, camisa abierta, un jean limpio de roturas y una chomba o camisa para trabajar está muy bien”, analiza el experto a Infobae.
“Un pantalón de gabardina con una remera lisa y un cinturón forman un “uniforme” impecable y elegante para cualquier reunión”, suma Saberian.
Sin embargo el traje convencional —hay que decirlo—, aún conserva esa distinción única. “Un traje completo, camisa abotonada completa y una corbata cerrando el cuello… el look final da una imagen de elegancia única. Lo que sucede es que ya no es visto como un requisito social para los encuentros. Pero sin dudas aun conserva esa impronta de que para el que lo porta, la ocasión le merece su máxima distinción y lo demuestra vistiendo de la manera más elegante que cree posible”, suma Saberian.
Consultado por Infobae, el diseñador Gabriel Lage se sincera ante el avance de la tendencia que rompe con el traje en su formato más tradicional. “Estar de acuerdo con llevar un traje sin corbata y con zapatillas debería estar muy lejos del imaginario de mi padre, sastre español y elegante a rajatabla. Nunca me lo hubiera permitido”, suelta entre risas.
Y sigue: “Yo siempre fui un poco más atrevido y también bastante terco. Desde hace muchísimos años me animé a decontracturar la tremenda rigidez del traje, con el que me crié desde pequeño, con una zapatilla a veces más cancheras y a veces más pura, pero zapatilla al fin”, agrega.
Lage recuerda los años 90 cuando usaba este estilo. “Esa vez fueron las ya icónicas All Star de Converse, creadas por Chuck Tailor que realmente “rockeaban ” nuestro estilo con trajes de solapa un tanto exóticas”, ejemplifica.
Pero ¿de dónde proviene este cambio?, ¿obedece a algún fenómeno social? Saberian explica que se debe a cómo el pensamiento a nivel global decide patear el tablero, al menos en la mayoría de los países abiertos al mundo. Hay también una cuestión identitaria. “La ropa, como nos vestimos, dice mucho de nosotros. Es una manera de comunicar qué pensamos, qué somos sin necesidad de hablar. Es una manera de decir cómo me siento con el animo, con el deseo de vestir de esta manera. Y está bien. Si deseás usar corbata está bien. Y si deseas no hacerlo, también. Si deseas ir con zapatillas blancas, pantalón de gabardina y una linda camisa sin abotonar completamente a un evento formal, está bien”, explica.
Una pregunta que obedece a la eterna dicotomía entre lo que puede ser vanguardia y el ridículo se impone. Y tiene que ver con saber entender dónde está el límite: ¿uno puede ponerse cualquier cosa? Dice Saberian: “El sentido común de pertenencia a ese entorno donde asiste el individuo es lo que le hace poner sus propios limites. Ejemplo: sin corbata está bien. En short, no”.
¿Y la remera con saco? “Si hablamos de una típica remera de algodón, creo que para eventos como casamientos o eventos de gala son un limite que aún no me atrevo a cruzar como correcto. Para trabajar o cenas mas formales, bien combinada puede ser un recurso muy aceptado. Un saco sport encima de una camisa está muy bien”, dice Saberian.
Lage es más directo: “Para mí es un no rotundo. No me agrada realmente, no me parece que se vea bien o sea elegante. Distinto es en una mujer, que me encanta. Pero depende igual de cada ocasión”.
Está claro que los tiempos han cambiado. “Hace unos años atrás a la gente joven le hablabas de un traje o un saco y era como que entraban en pánico. Hoy no. Hoy lo incorporan a su outfit pero quizás de otra forma. Y eso está buenísimo. Porque si no era como que quedaba encasillado en un lugar”, dice Benito Fernández.
Aggiornarse a los tiempos que corren. De eso se trata para Gabriel Lage: “Hacerle un guiño a la moda y tratar de estar más cómodo, pero con estilo. Es está permitido siempre y cuando no pierdas tu elegancia ¡Estilo y masculinidad!”
Casi como una proclama de este tiempo, donde lo genuino atraviesa todo lo visto dentro del mundo fashion, Saberian cierra: “Antes un traje era para cualquier ocasión que lo ameritaba. Hoy es una elección individual. No creo que vaya a desaparecer. Creo que cada uno elige cuando mostrar esa versión de sí mismo”.
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