Habían pasado diez minutos de las dos de la tarde cuando un automóvil sedán negro pasó por la puerta principal del hospital Gandulfo de Lomas de Zamora, apenas aminoró la marcha y desde los asientos traseros salieron despedidos dos cuerpos que cayeron en el asfalto. Rápidamente, los profesionales fueron a socorrerlos. Uno tenía un balazo que le había ingresado en la zona abdominal. Otro, en los miembros inferiores. Acostumbrados a un área de alta conflictividad, los médicos los internaron y dieron aviso a la Policía. Pero no se trataba de un ajuste narco, como sucede habitualmente en esa zona: era un capítulo más de la interna de la barra brava de Los Andes, una de las más pesadas del Conurbano y que vive un proceso de reacomodamiento después de que varios de sus líderes cayeran presos este año por homicidios, drogas, robo a mano armada y la causa de La Salada, donde tenían dominio del terreno junto a barras de Boca, River, Banfield y Temperley.
El hecho trágico tuvo lugar en el barrio Chaco Chico, núcleo de la barra Milrayitas, ubicado a unas 15 cuadras del estadio. Cuando la facción “La descontrolada banda de José” se reunía para ir caminando hacia el estadio para ver el partido frente a Nueva Chicago por una nueva fecha del torneo de la B Nacional, pasó a toda velocidad un auto de la facción disidente, denominada “La Gloriosa Nueva Banda de Los Andes” y disparó sobre el grupo, dejando los dos heridos graves que fueron internados en el Gandulfo. Y, dejando además una sensación de venganza que más tarde o temprano, va a llegar. Y con más sangre.
La historia de la pelea en la barra se remonta a 2014, cuando quedó preso su jefe histórico, José Anacleto Paz, quien fue condenado a 14 años de prisión por el crimen de un hincha de Banfield. Paz le dejó el mando de la tribuna a uno de sus hijos, Josi, quien fue el encargado de llevar a la delegación de la barra al Mundial de Brasil. Pero al regreso los ingresos del club y de la reventa de tickets de aquel viaje no fueron socializados y un grupo de otro barrio complicado de la zona, Villa Albertina, que también paraba en
“La Doce” de Boca, vio la posibilidad de hacerse con la barra. Que deja mucho más por los negocios periféricos que maneja con la droga, el delito común y La Salada, que con los típicos de cancha. Así, y bajo el mando de los hermanos Coronel, se armó una facción disidente y estalló la guerra que duró largo año y medio y dejó dos víctimas fatales, hasta que se pactó un armisticio y se dividieron los negocios. Mientras, Josi cayó preso y la barra pasó a manos de su hermano, Elías. Pero, en mayo de este año, también Elías terminó en la cárcel, acusado de homicidio. Y la facción de “La Doce” comenzó a hurgar en negocios de sus rivales y a tentar en contante y sonante a gente de ese grupo para que se pasara de bando. Eso reabrió el frente de guerra y, quienes quedaron en el bando de Chaco Chico, juntaron soldados para no perder la batalla y pensaban copar esta tarde las tribunas del estadio Gallardón para demostrar quién manda. La otra facción se enteró y atacó antes de lo previsto: mandaron dos sicarios a balearlos para dejarles en claro que ya no hay lugar para ambos sectores. Mientras, en el hospital Gandulfo, los médicos se miran y se preguntan cuántos heridos más llegarán en los próximos días por esta guerra infame por dinero y poder.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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