El peronismo federal no tiene su “macho alfa”. Lo esperaba en la figura de Juan Schiaretti después del arrasador triunfo del gobernador cordobés el pasado domingo, pero el hombre se corrió explícitamente de ese lugar. No será presidenciable y si juega el papel de armador lo hará seguramente desde un perfil más bajo del que se estaba esperando. Tiene mucho para aportar pero no parece estar dispuesto a dejarse a correr por las presiones del momento.
El PJ dispone, en cambio, de su “abeja reina”.
Rediviva, Cristina Fernández, irrumpió en la sede del Partido Justicialista promoviendo una postal que, lejos de ser una selfie de ocasión, puede entenderse como una muy pensada “foto de familia”. Lo suyo no es precisamente el bajo perfil. A solo horas de las celebraciones en Córdoba, elecciones en las que el kirchnerismo no presentó candidato alguno, salió a capitalizar el momento de gloria.
“Estoy aquí y llegué para quedarme”, parece decir CFK desde el centro mismo de esa imagen que generó impacto. Rápida de reflejos, convocó a formar una “coalición grande”, y en una frase a la que se le pueden dar múltiples interpretaciones, se ofreció a colaborar “en el lugar que sea”. Para evitar interpretaciones erróneas, el armador de su presente y futuro inmediato aseguró que la candidatura de CFK está “cada día más cerca”. En el mismo acto, Alberto Fernández convocó a todos los gobernadores del PJ y a Sergio Massa a sumarse a la propuesta cristinista.
La ex Presidente no solo no pisaba la sede partidaria desde 2003 sino que en las últimas elecciones compitió en nombre de otra fuerza política hecha a medida de sus necesidades: Unidad Ciudadana. Tras renegar del sello de goma y todos los abalorios partidarios, esta vez, se presentó a sí misma como devota y encendida peronista desde la primera hora y por siempre jamás.
La semana que comienza asegura una foto diferente: Cristina frente al Tribunal Oral Federal, la ex Presidente en el banquillo de los acusados, una imagen que promete devenir viral. No pudiendo evitarla, a CFK le sobra paño para transmutar los efectos, convirtiendo el defecto en virtud.
Una Cristina doliente, mujer y madre argentina, perseguida y victimizada por la Justicia “cómplice”. Seguramente sumará solidaridades y empatía entre los que la quieren ver volver.
“La gente ya no quiere cosas raras” dijo Mauricio Macri. Si la reculada de la Corte Suprema al devolver el expediente permitiendo que el el juicio comience tuvo que ver con la inmediata reacción social frente a la grosería del procedimiento o a la eficaz actuación de algún operador del oficialismo es, a esta altura, indemostrable. Lo cierto es que el “arrugue” es muy relativo y de corto vuelo y dejó en el aire que se respira en Comodoro Py un indeleble tufillo a impunidad.
La audiencia pública y oral que comienza esta semana puede ser interrumpida en cualquier momento y entrar en una fase de dilaciones que podría extenderse por años. Basta leer con detenimiento los diez puntos del comunicado en el que se fundamenta la decisión del más alto Tribunal de la Nación para advertir lo que Alejandro Fargosi llama “amenazas latentes”. Bastaría que los abogados defensores de los acusados volvieran a impugnar la entidad de las pruebas para que la Corte se avoque y la audiencia quede paralizada. El tiempo siempre juega a favor de la impunidad. Los abogados los saben y el sistema les permite tirar con munición gruesa. Son las reglas del juego.
En su primer envío colgado en la página del CIJ la CSJN no solo reivindica lo actuado alegando antecedentes que en un segundo posteo hace desaparecer del texto por ser manifiestamente inválidos, sino que, además, sostiene que es su misión actuar como “guardián de las garantías constitucionales de todos los ciudadanos por igual, examinando el correcto cumplimiento del debido proceso”.
Daniel Sabsay, quien esta semana presidirá el Congreso de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional, interpreta que el Supremo tribunal planta una “Espada de Damocles” sobre los jueces al atribuirse el derecho a revisar la prueba de manera simultánea violando de forma flagrante la independencia de las instancias judiciales.
Queda dicho que si los jueces de la Corte se reservan el derechos de intervenir detectando posibles nulidades en una suerte de anunciado “control online” de la causa. Un hecho que no registra antecedente alguno en nuestra legislación, que reserva la tarea de los miembros de la Corte Suprema el control de la constitucionalidad de las sentencias firmes.
Los malpensados adjudican una jugada tan extrema a las ambiciones políticas de Ricardo Lorenzetti y a las tensiones al interior de la Corte que dejan en absoluta soledad al titular del cuerpo Carlos Rosenkrantz, un juez de perfil absolutamente técnico, al que algunos definen como una suerte de “fundamentalista” del Derecho.
Pero la de los “cortesanos” no es la única advertencia de la que los jueces federales debieron tomar nota en una semana que no les dió respiro. Las declaraciones de Alberto Fernández en el sentido de que son varios los magistrados que deberán dar cuenta de sus decisiones produjeron desasosiego en algunos y estados de profunda reflexión en otros.
El comunicado de repudio que la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional cruzó de inmediato no logra neutralizar el efecto de “gas paralizante” que este tipo de expresiones suele provocar cuando baja desde el poder.
Con una Cristina, que se pretende “abuenada”, moderada, contemporizadora, este tipo de manifestaciones de su más directo colaborador no ayudan. Menos aún cuando articulan con otros dichos aún más revulsivos, el caso de la puesta del escritor chaqueño Mempo Giardinelli, quien suelto de lengua y, asesorado por quién sabe quién, asegura que lo que “El Manifiesto Argentino”, un colectivo de intelectuales K al que pertenece, propicia la eliminación del Poder Judicial y su reemplazo por un servicio de Justicia. Para lograrlo acompañan la idea de una nueva Constitución Nacional -no una mera reforma- a la que se llegaría tras un referéndum donde el pueblo se manifieste y elabore un “pacto social” (Algo de lo habló la propia CFK cuando presentó su libro y propuso “nuevo contrato social”).
Como si todo eso hubiese sido poco, sobre el fin de la semana sumó su temerario aporte a la tranquilidad general Juan Grabois, declarando que “hubo un golpe institucional muy fuerte” y que “Macri le puso fecha a un juicio en la Argentina” sugiriendo que “existe la posibilidad de que maten a Cristina”
Los tiempos preelectorales suelen alterar peligrosamente los estados de ánimo de las almas sensibles. Habrá que estar atentos a todo lo que se hace y dice.
FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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