Desde su publicación en 1980, La conjura de los necios se convirtió en un clásico por su original historia, repleta de sentido del humor y con una carga de crítica social. Sin embargo, la novela -que en el 81 se quedó con el premio Pulitzer- fue escrita en 1969 y debió atravesar un camino de penurias antes de ver la luz, siendo la más importante el suicidio de su autor, John Kennedy Toole.
Favorita de muchos artistas, el libro -a grandes rasgos- relata la vida de Ignatius Reilly, un ególatra obeso que detesta a Mark Twain, y va para todos lados con su característica gorra verde de caza y un bigote extravagante. El escenario es Nueva Orleans, lugar de nacimiento y muerte de Kennedy Toole, quien el 26 de marzo de 1969, con 31 años, colocó el extremo de una manguera en el tubo de escape de su auto y el otro en la ventanilla del conductor.
Hubo una nota de suicidio, que su madre en un confuso episodio destruyó, pero fue ella, Thelma, quien tras la muerte de su hijo insistió en editoriales y buscó un “padrino” por décadas hasta conseguir que lean el manuscrito. Y lo consiguió, claro.
Ante la destrucción de la nota, las teorías del suicidio apuntan a que el autor cayó en una profunda depresión debido a que lo que consideraba una obra maestra era rechazada por casas editoras y que, entonces, comenzó a emborracharse de manera diaria y a faltar incluso a su trabajo como profesor.
Los intentos “malditos” de llevarla al cine
Más allá del contexto de publicación, la historia tuvo varios intentos de ser adaptada a la pantalla grande, pero todos terminaron de manera abrupta, por inesperadas muertes, desastres climatológicos o falta de un proyecto. Cinco actores, tres directores y ninguna película.
Existe un grupo selecto de filmes que poseen una leyenda maldita, siendo quizá los casos más conocidos Poltergeist y Superman. Pero en el caso de La conjura…, siquiera se pudo grabar una escena en material fílmico.
La trilogía de Poltergeist (82, 86 y 88) obtuvo su fama de maldita debido a que cuatro actores de la saga fallecieron por enfermedades raras, fueron asesinados o durante intervenciones quirúrgicas.
El Hombre de Acero, por su parte, acumula tragedias pero solo en el caso de aquellos que se animaron a vestir el outfit del kriptoniano. George Reeves, que lo interpretó en la serie de TV de los 50, se habría suicidado con una pistola Luger en 1959, aunque investigaciones posteriores revelaron que había muchas irregularidades y acercan el evento al asesinato; Christopher Reeve, quien lo inmortalizó en la pantalla grande, sufrió un accidente hípico que lo dejó cuadripléjico en 1995 y falleció 9 años después. Por otra parte, otros actores que lo interpretaron, como Kirk Alyn, Dean Cain, Tom Welling o Brandon Routh, jamás pudieron realizar una carrera destacada en la industria luego de ser “más rápidos que una bala”. Hasta ahora, el inglés Henry Cavill -que ya tenía peso propio antes de ser el superhéroe- es el encargado de romper el maleficio.
El caso de La conjura de los necios también está rodeado de extrañas muertes e incluso de un evento catastrófico de grandes proporciones, como fue el huracán Katrina.
La primera vez que se intentó llevar al cine fue por parte de un ejecutivo de la 20th Century Fox, Scott Kramer, quien intentó convencer a altos ejecutivos de la potencialidad de la historia, pero sin suerte. La idea de un obeso en sus 30, narcisista y que vivía con su madre, que no podía desprenderse de sus hábitos onanísticos, mientras escribía una obra cumbre en la que criticaba a la sociedad moderna y sostenía que se debía volver a la forma de vida de la época medieval, no era algo que entonces interesase a ningún productor.
Sin embargo la historia cayó en manos de Harold Ramis -director de Analízame y El día de la marmota– quien sí confiaba en su potencial. Así, convocó a John Belushi, uno de los primeros grandes humoristas en brillar en el icónico programa Saturday Night Love (SNL), quien unos años antes había realizado The Blues Brothers, junto a Dan Aykroyd, otro SNL, actor y guionista “cazafantasma”.
Belushi falleció de sobredosis de speedball, una mezcla de cocaína y heroína, en marzo de 1982, luego de una noche repleta de excesos, de la que también participó su gran amigo, el también cómico Robin Williams, quien fue la última persona en verlo con vida.
Pasaron los años, pero la idea siguió girando en la cabeza de Ramis, que esta vez convocó a otro famoso comediante, John Candy, que durante los 80 era uno de las caras favoritas del público norteamericano para las historias familiares. En marzo de 1994, Candy filmaba Wagons East!, en Durango, México, cuando una embolia coronaria derivó en un infarto fatal.
Ramis volvió a buscar en la inagotable cantera de SNL y encontró a la persona ideal: Chris Farley, quien luego de varios papeles secundarios en la gran pantalla comenzaba a despuntar como una estrella junto a David Spade como partenaire.
En diciembre de 1997, en Chicago, Farley moría de las misma causas que su ídolo, John Belushi: una sobredosis de speedball. Tenía 33 años.
Ramis fallecería en 2014, por lo que parecía que La conjura de los necios nunca llegaría al cine. Pero el director John Waters –Pink Flamingos y Cry-Baby– tomó la tea y encargó a Stephen Fry la realización del guión. Los estudios volvieron a darle la espalda a la historia de Ignatius Reilly.
Steven Soderbergh –Sexo, mentiras y video y Traffic– convocó a, no podía ser de otra manera, otro hijo pródigo de SNL, Will Ferrell, quien ya había aceptado, pero en agosto del 2005 el huracán Katrina -uno de los cinco huracanes más mortíferos en la historia de Estados Unidos- arrasó con Nueva Orleans. Cuando el proyecto comenzó a pensarse con decorados, el asesinato de la principal responsable de la productora Louisiana State Film Commission, encargada de la realización, terminó de hundir el proyecto. Años despúes, Soderbergh dijo en una entrevista: “Creo que el proyecto está maldito. No soy propenso a la superstición, pero ese proyecto tiene un mal gusto”.
En 2012, la esperanza volvía. Se anunció que Zach Galifianakis, que venía de la exitosa The Hangover, sería Ignatius y que el filme sería dirigido por James Bobin –Los Muppets-, pero todo se fue desintegrando. En 2015, sí llegó -al menos- al teatro, con la Huntington Theatre Company de Boston, EEUU, que contó con Nick Offerman, conocido por la serie Parks and Recreation, como el personaje principal.
Los que quieran ver a Ignatius Reilly, por ahora, deben acercarse a la estatua en su honor, localizada frente a la antigua tienda D.H. Holmes de Nueva Orleans, lugar donde se lleva a cabo la primera escena de la novela: el personaje espera la llegada de su madre bajo el reloj de la tienda y allí permanece, quizá también esperando el momento en alcanzar, al fin, la pantalla grande.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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