A fines de junio de 2022, un misterio narco comenzó a flotar en la zona costera de Bahía Blanca y Punta Alta. El día 30 de ese mes, 141 kilos de cocaína fueron descubiertos por Prefectura, distribuidos en cinco bolsos sobre el agua cercana a la boya 21 de la Base Naval Puerto Belgrano de la Armada, donde amarran corbetas y destructores. Tres días antes, Prefectura también había hallado un bote semirrígido, abandonado en la zona de la ría de Ingeniero White, a 30 kilómetros de la Base, la ría de acceso al Puerto de Bahía Blanca. El bote, a la deriva, estaba completamente equipado con chalecos, bengalas y artículos de pesca. El 18 de julio se encontró más droga en la playa cercana a la Base de Infantería de Marina Baterías, cuando se halló semienterrado en la arena un bolso color negro, cerrado, sujeto con sogas. Tenía cerca de 26 kilos de polvo, divididos en 25 panes, que tenían una estampa con la leyenda “PATRÓN”.
Los tests posteriores a la droga revelaron una calidad superlativa, entre 79 y 81 por ciento de pureza.
De repente, Bahía Blanca tenía una fortuna en droga en el agua y la arena, sin un dueño a la vista. Irónicamente, el bote tenía una pista más que obvia para empezar.
Se descubrió que la embarcación, llamada Al Li Lafken II, estaba registrada en el Sistema Guardacostas -con un trámite todavía en curso- a nombre de Aureliano Villalba Cabrera, 33 años, nacido en Paraguay, con domicilio en Florencio Varela, DNI número 94 millones. Villalba Cabrera se había registrado en 2017 como pintor de brocha gorda en la AFIP, había trabajado para una serie de constructoras desde 2012. Por lo visto, Villalba pintaba con plomo.
Con un pedido de captura sobre su cabeza, la Policía paraguaya lo detuvo en la zona de Encarnación. Cómo llegaron a arrestarlo es sorprendente de por sí. Villalba Cabrera recibió varios tiros en las piernas en un atentado contra su vida, según reportó la sección Policiales del diario ABC. Así, lo encontraron en un sanatorio de la zona y lo esposaron en su camilla. Luego, fue extraditado a la Argentina.
La semana pasada, tras una querella de la AFIP y la Aduana, Villalba Cabrera fue procesado y encarcelado con prisión preventiva por la jueza federal Gabriela Marrón, titular del Juzgado Federal N°2 de Bahía Blanca, acusado del delito de organización y financiamiento de actividades de narcotráfico, además de contrabando. Luego, lo embargó por 15 millones de pesos.
El rastro que llevó hasta él no se trató solo del bote. Villalba Cabrera, si es que es culpable, tuvo un segundo descuido. De acuerdo a documentos de la causa, se encontró junto al bote una factura de un hotel de ruta de la zona de Coronel Pringles, la factura estaba a nombre de un familiar del pintor.
Así, se solicitaron cámaras, se levantaron rastros en el bote, en un expediente a cargo del fiscal Santiago Ulpiano Martínez. Un cotejo de información llevó a un familiar de Aureliano, Gustavo Denis Zotelo Cabrera, hombre de la construcción y vecino de la misma calle en Florencio Varela. Movimientos migratorios indicaron que Aureliano solía moverse con un vehículo propiedad de su pariente: tenía hasta una cédula azul a su nombre. Gustavo Denis, por su parte, había sido arrestado en mayo de 2022, en medio de una jugada para enviar 165 kilos de polvo a Europa a través de un container infectado en el Puerto de Zárate. El presunto líder de ese pequeño cartel que integraba era el bosnio Bozidar Ratkovic, de 55 años, alias “Bozo”.
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Así, la sospecha se volvió obvia: Villalba Cabrera buscaría infiltrar un container en el puerto para enviar su droga mojada a otro continente, donde podría multiplicar más de diez veces su precio mayorista.
Se pidieron registros de los barcos en el Puerto, el clima impidió encontrar huellas dactilares en el bote. Luego, se encontraron tajos en el flotante de la embarcación, puñaladas. Varias imágenes de cámaras mostraron al semirrígido en las inmediaciones del Puerto entre el 23 y el 26. Varios pescadores marcaron a los ocupantes de la nave. “Uno de los sujetos era paraguayo por su tonada, sus edades oscilarían entre 60, 45 y uno más joven. Luego se los vio con otro hombre de contextura robusta”, según un reporte posterior. Los testimonios de estos pescadores indicaron que se hospedaron en un hotelito de Punta Alta, donde habrían usado nombres falsos. Se olvidaron de hacerlo en Coronel Pringles, donde dejaron la firma. Los registros en el hotel de ruta revelaron la presencia de varios familiares de Villalba Cabrera, así como un hombre oriundo de Bolivia, Fernando Flores, que antes de dejar el hotel, incluso, se olvidó la billetera y volvió a buscarla.
Por esto, Flores terminó con un pedido de captura.
Los hallazgos siguieron. Se descubrió que Aureliano -acusado por la jueza Marrón de ser el cerebro de la maniobra- incluso obtuvo el carnet de timonel. Pero la pregunta para explicar todo se volvió obvia. Si el plan estaba tan bien diseñado, ¿por qué la cocaína terminó olvidada en la arena o flotando en el Atlántico?
Hay una teoría en el caso, basada en los testimonios de pescadores que se cruzaron con los hombres en el semirrígido. Decían que desconocían técnicas básicas de navegación, que también desconocían la zona. Tal vez, los traficantes se asustaron y descartaron todo. Pero un encuentro casual con tres pescadores de Bahía Blanca no es motivo para echar al agua más de 5 millones de euros en cocaína, a valor mayorista español. Más todavía sí, como es evidente, Villalba no era el dueño real de toda esa droga.
A Aureliano finalmente lo allanaron. Le encontraron una casa quinta con cancha de tenis en La Plata, un Suzuki Fun, los papeles de una Volkswagen Amarok. Allí estaba, por ejemplo, la matrícula de Prefectura del semirrígido abandonado en la ría. La casa en Florencio Varela también fue foco de una redada. Los efectivos que llegaron allí encontraron material quemado que todavía estaba tibio. Los investigadores llegaron incluso a sus familiares, que repetían dichos como “fue mucha cantidad la cosa que perdió en Bahía Blanca”, algo que tenía amargado al ex pintor convertido en guerrero de la coca.
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