I
Según la teoría del semiólogo argentino Eliseo Verón, todo discurso, todo producto cultural, toda obra, se enmarca dentro de una red. A esa red la llama semiosis social y es infinita. Toda obra tiene condiciones de producción, es decir, que hay marcas de obras anteriores. Nada surge de la nada. Pero también condiciones de reconocimiento: muchas obras futuras tomarán de esta varias características. Por eso es infinita.
Un pintor siempre se inspira, de forma consciente o no, en otros pintores formando, en términos de Verón, la semiosis social. De este modo se puede leer la historia de la pintura como una encadenación de discursos, de proyectos, de propuestas, de ideas, a veces más o menos continuados, a veces más o menos disruptivos. En ese sentido, la propuesta de Verón es un modo de lectura, un modo de estudio. Aquí podemos aplicarlo a la perfección.
Es que quizás haya pocas obras como Paisaje coloreado con aves acuáticas de Jean Metzinger que presente tantas referencias legibles, tantas huellas de corrientes, escuelas y pintores. Terminada entre 1907 y 1908, es un óleo sobre lienzo de 75,5 centímetros de alto y 101 de ancho que se encuentra en el Museo de Arte de Moderno de París. A primera vista es un paisaje tropical lleno de aves realizado con colores fuertes, llamativos, furiosos, pero ¿qué más hay?
II
Sostienen los críticos, es una obra protocubista: forma parte de la experimentación que hicieron varios artistas entre 1906 y 1910 alllevar sus obras hacia la geometrización radical de la forma y una reducción o limitación de la paleta de colores. En ese sentido, es la primera fase experimental de un movimiento artístico que se consolidaría a partir de la primavera de 1911, el cubismo.
También es una obra ejecutada en un estilo post-divisionista al marcar de forma tajante la diferenciación de colores, pidiéndole al espectador —un pedido implícito en el contracto pintor-espectador— que combinara los tonos de forma óptica y no dárselo en una mezcla física de pigmeos convencional. Los divisionistas creían en la máxima luminosidad científicamente posible. Georges Seurat, por ejemplo, lo intentó. También, aquí, Metzinger.
Por otro lado existe también una paleta fauvista. Es que este pintor formó parte de aquel grupo de artistas modernos de principios del siglo XX que enfatizaron las cualidades pictóricas y los colores fuertes por sobre la representación, el realismo y la figuración. Duró pocos años, entre 1905 y 1908 y tuvo tres exposiciones. Entre Les Fauves —en francés “bestias salvajes”— estaban también Henri Matisse, André Derain y Maurice de Vlaminck, entre otros.
III
Jean Dominique Antony Metzinger —ese era su nombre completo— nació en Nantes, Francia, en 1883, en el seno de una familia militar. A los 17, en el alba del nuevo siglo, estudió con el retratista Hippolyte Touront en la Académie Cours Cambronne de Nantes, y a los 20 se instaló en París. En su cabeza había una idea fija: pintar, pero no quería hacerlo al modo convencional; buscaba experimentar, el mundo se abría nuevo, las técnicas proliferaban, las posibilidades eran infinitas.
Del neoimpresionismo, el divisionismo y el fauvismo llegó al cubismo. En 1912 y en colaboración con Albert Gleizes escribió el primer gran tratado sobre cubismo, Du Cubisme. También publicó poemas y críticas de arte. Era un artista que hacía teoría y un teórico que hacía arte. Fue también docente y trabajó en diferentes instituciones pero sobre todo en la Academia de la Paleta de París. Murió en París, año 1956, a sus 73. Leer y analizar su obra es abrir un mapa lleno de referencias.
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