La belleza de la semana: Jane Burden, mucho más que una musa prerrafaelita

Jane Burden collage 1920
Jane Burden, mucho más que una musa prerrafaelita

A mediados del siglo XIX, un grupo de jóvenes artistas desafiaron al canon de la pintura en Gran Bretaña. Se autonominaron la Hermandad Prerrafaelita y si bien sus inicios no fueron sencillos, su filosofía de “expresar ideas auténticas”, “estudiar la naturaleza” y de excluir “lo convencional, lo autocomplaciente y lo que se ha aprendido de memoria” terminó por ganarle el pulso a la institución que tanto rechazaban: la Academia Real, hoy la National Gallery.

Si bien se formaron en el espacio con el que confrontaron, los artistas bregaban por un regreso a la pureza de la edad media, rechazando los artificios de los pintores del Renacimiento en adelante, que en los detalles de la vida estaba el verdadero arte. Por eso, usaron colores puros, practicaron el plenairismo, y marcaron así el camino de las vanguardias que vendrían después, sobre todo a los impresionistas.

Historiográficamente tuvo dos etapas. La primera duró unos cinco años apenas, llamémosla la “etapa romántica”, con 7 fundadores, entre ellos los más icónicos fueron John Everett Millais, Dante Gabriel Rossetti y William Holman Hunt; mientras que la segunda se extendió hasta iniciado el siglo XX. En este caso, a la que llamaremos la “etapa exitosa”, ya no solo se trató de enfrentar a la institución, sino del ascenco y la propia institucionalización del lenguaje pictórico y -por ende- la conversión en canon, sobre todo a partir de un movimiento económico del tiempo, como fue el interés de la pujante clase de los industriales que produjo un corrimiento del sistema de los mecenas del centro de la escena comercial. Aquí, solo permaneció Rossetti y se sumaron Edward Burne-Jones y William Morris y la mirada se dirigió hacia la estética medieval.

Jane Morris
Jane Burden alrededor de 1865 en su jardín, en una de las 18 fotografías realizadas por John Robert Parsons bajo encargo de Dante Gabriel Rossetti

Paradójicamente el único que siguió respetando los ideales prerrafaelitas a lo largo de su vida fue Holman Hunt, aunque lo hizo por su cuenta, mientras que Millais aceptó ser miembro de la Academia y sus obras perdieron detalle para producir y vender más -lo que signficó el detonante del fin de la “etapa romántica”- y Rossetti tuvo un giro estético en sus temas y la paleta de colores.

Hecha esta introducción, lo que nos une en este belleza no es un repaso sobre los acontecimientos principales de la Hermandad, pero ya con el contexto básico ingresaremos al campo del mujeres, en su mayoría modelos que rodearon al grupo, pero en especial a la vida de la más olvidada: Jane Burden (1839–1914), una mujer que tomó todas las posibilidades que le dio una sociedad profundamente patriarcal como fue la victoriana para convertirse no solo en la musa de varios de estos pintores, sino en una figura de su época.

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Si se hace un repaso de la producción en cine y series, incluso en biografías y textos, hay una figura femenina que sobresale siempre de aquellos tiempos: Elizabeth Siddal, quien fuera modelo de la obra cumbre del prerrafaelismo, como es la magnífica Ofelia de Millais, y que además fue una artista en sí misma, aunque este aspecto, como sucedió con otras mujeres, fue barrido debajo de la alfombra hasta no hace mucho tiempo.

ofelia John Everett Millais
“Ofelia” (1852), de John Everett Millais, la obra más reconocida de todos los prerrafaelitas

Además de musa, la historia de Siddal, su trágico final, y su relación tormentosa con Rossetti, con quien se casó en 1860, ha sido el eje de películas como Dante’s Inferno (1967, Ken Russell) en la que casi nada se cuenta de su costado artístico y la influencia que tuvo en su esposo, hoy fuera de discución.

De hecho, recién en este año, 2023, la Tate Britain sacó a relucir los dibujos y acuarelas, junto a una nueva biografía y un libro de ensayos, sobre su figura. “Siddal fue considerada durante mucho tiempo como ‘simplemente un modelo’ o como un ‘artista derivado’, que simplemente seguía a los prerrafaelitas masculinos”, dijo a The Guardian Carol Jacobi, curadora de la exposición The Rossettis.

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Más acá en el tiempo, la serie de la BBC Desperate Romantics (2009) que retrata una historia de la Hermandad -con bastantes licencias- le otorga en espacio mayor, no solo como co-protagonista, sino también desarrollando su faceta artística. En Desperate…, además, se presenta a Annie Miller, una prostituta devendida en musa del grupo y que tuvo una relación con Holman Hunt (que también se retrata en el telefilm de la BBC The Love School, de 1975), y aparece, ya en el capítulo final, la figura de Jane Burden como esposa de un tristemente desdibujado William Morris, que tiene el rol de ser el comic relief.

En toda la construcción histórica además de Siddal, quien tiene un rol importante fue Effie Gray, modelo y pintora, que estuvo casada con el gran crítico de la época, John Ruskin, de quien se divorció de manera escandalosa tras una anulación por impotencia, para luego casarse con Millais. Las características de este triángulo -recordemos que Millais fue prácticamente el gran protegido de Ruskin y hasta hizo del intelectual un increíble retrato durante un viaje que los tres compartieron a Escocia- hizo que la historia tuviera múltiples adaptaciones, radio-dramas, cine, literatura e incluso una ópera. La primera película fue en 1912, The Love of John Ruskin y la última en 2014, Effie Gray, con Dakota Fanning en el rol principal.

pintura prerrafaelita
“Bocca Baciata”, con Fanny Cornforth, de Rossetti; un retrato de Effie Gray y otro de John Ruskin (1853-1854), ambas de Millais

Otra mujer relacionada con Rossetti es Fanny Cornforth, quien fuera su ama de llaves, mante y musa, y protagonista de la obra Bocca Baciata (1859), la primera de sus pinturas centradas en mujeres solas, y que sin dudas terminó marcando el estilo por el que hoy más se lo reconocer. El mejor Rossetti es, entonces, el de la “etapa exitosa”. Cornforth, en total, formó parte de 60 trabajos, entre óleos, acuarelas, pasteles o dibujos a lápiz.

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Por supuesto, también hubo pintoras en aquel movimiento y varias de ellas tuvieron una carrera exitosa, con reconocimiento y buenas ventas. Por ejemplo, Evelyn De Morgan fue una artista destacada de la segunda fase de la Hermandad, ya a finales de la centuria, y también llevó a Jane al lienzo, e La poción del amor (1903) o El reloj de arena (1905).

La poción del amor de Evelyn De Morgan
“La poción del amor” (1903) con Burden como modelo, por Evelyn de Morgan

Otras firmas destacadas del momento fueron Emma Sandys, miembro de la Hermandad y amiga de Rossetti; Kate Bunce, más asociada con el movimiento Arts and Crafts porsus trabajos en iglesias; Marie Spartali Stillman, para muchos críticos la mejor artista de este movimiento con exposiciones a ambos lados del Atlántico, y Eleanor Fortescue-Brickdale, a quien podríamos colocar en un prerrafaelismo tardío, ya entrado el siglo XX.

Así, la figura de Jane Burden, más allá de la musa, aún espera salir a la luz.

Hija de una lavandera analfabeta y un cuidador de caballos, tuvo una vida que desafió a los comentarios de la buenas sueñas de su tiempo; o sea, impuso su destino a los comentarios sociales que marcaban la reputación de lo que debía ser una buena dama.

Como otras mujeres tuvo que depender de una figura masculina para marcar su ascenso, aunque una vez allí mostró un talento increíble. Cuando tuvo la oportunidad para formarse, tras su casamiento con Morris, miembro de “etapa exitosa” de la Hermandad, pasó de ser una criada apenas alfabetizada a una mujer cautivante, una lectora voraz que dominó el francés y el italiano y una eximia pianista de música clásica. Podría decirse que Jane Burden era de esas poquísimas personas con el don natural de iluminar las habitaciones a las que ingresaba.

Pintoras prerrafaelitas
Detalles de obras de Kate Bunce, Marie Spartali Stillma y Eleanor Fortescue-Brickdale

El destino de Jane comenzó a cambiar cuando se cruzó con Rossetti y Burne-Jones, a la salida de una obra en el Drury Lane Theatre Company en Oxford. Los artistas, que estaban pintando los murales de la Oxford Union, quedaron encandilados por su belleza.

Para ese entonces, la fama de la Hermandad estaba hecha. El empujón que les había producido el apoyo de Ruskin, quien anteriormente defendió a un menospreciado William Turner, los había quitado del lugar de parías y los puso al frente de la renovación de la pintura británica.

Solo para poner en contexto en obras. Cuando Burden se casó con Morris, en 1859, lo mejor de la “época romántica” había sido pintado: Holman Hunt y el escandaloso El despertar de la conciencia (o El despertar de la criada) y El pastor distraído e incluso las obras esenciales de su etapa religiosa tras un viaje a Palestina, que le dieron prestigio y dinero. Millais, por su parte, ya era el máximo referente de las islas tras exponer su Ofelia.

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William Morris, por su parte, fue una figura esencial de ese segundo prerrafaelismo, pero también para entender lo que significó el impacto de la estética de la Hermandad en la cultura, aunque, en este caso, no fue la pintura de caballete donde más se destacó.

Fue, quizá, el artista más completo de toda su generación: diseñador textil, poeta, novelista, traductor, arquitecto y tuvo una participación política como activista socialista y fundador de un medio donde expresar las ideas. Como diseñador fue parte del movimiento que posteriormente se conoció como Arts and Crafts (Artes y Oficios), que se originó en el Reino Unido a finales del siglo XIX y que ejerció una profunda influencia alrededor del mundo y que aún hoy permanece en el imaginario.

William Morris
Extracto de un textil tejido, un bordado y una vitrina de iglesia áurico realizados por Morris & Co

Así como desde la segunda Hermandad se recuperó la estética medieval, anterior a Rafael, desde la compañía Morris, Marshall, Faulkner & Co. (1861–1875) y luego desde Morris & Co. (1875-1940), ambas conocida como The Firm, se lideró la fabricación de muebles, tapices y empapelados, entre otros productos, en el que se ponía énfasis en el respeto por la tradición del artesano por sobre lo industrial. Eso sí, la exclusividad de la producción se basó en objetos con un valor considerable.

The firm fue la elegida, primero, por las iglesias para producir su decoración en el medio de un boom de construcción y remodelaciones, por lo que la propuesta tuvo un acceso masivo, de la misma manera que se produjo en el Renacimiento. Entre los objetos más destacados se encontraban los vitraux, una tradición centenaria que tuvo una reinversión con temas artúricos (referidas a las leyendas del Rey Arturo). El emprendimiento sobrevivió hasta la Segunda Guerra, y ya para entonces se habían especializado en la decoración mural condamascos de seda y tapices, muebles de todo tipo, artículos de metal y vidrio, colgaduras de tela y papel, bordados, joyas, alfombras tejidas y anudadas, y un largo etcétera. Solo por da un ejemplo, cuando se observa un patchwork (incluso los de hoy) o los clásicos tapices que se observan en la cinematografía centrada en la época victoriana, hay que pensar en William Morris.

Jane Burden - William Morris
“La bella Isolda”, la única pintura en la que Morris representó a su esposa

Cuenta la historia que Jane Burden en realidad nunca estuvo enamorada de Morris, pero como otras mujeres de la época entendía que su única oportunidad de una mejor vida era junto a un hombre de buen estatus social. Posó para Rossetti como La reina Ginebra y luego para William Morris para La Bella Isolda, ahora en la Tate Gallery, momento en que su relación se afianzó hasta hacerse oficial. Esta es la única pieza en la que la joven de 18 años posa para su marido, quien frustrado escribió detrás de la obra: “No consigo pintarte, pero te amo”.

La relación artística entre Rossetti y Burden fue, por otro lado, mucho más fructifera. Rossetti trabajaba ya no para presentar obras en muestras, en las que recibía constantes críticas, sino para encargos privados. Y fue en estas obras, con Burden como modelo -y siguiendo el éxito comercial que había tenido con Fanny Cornforth– donde alcanzaría lo que se reconoce como su ideal estético de la mujer prerrafaelita, con óleos de mujeres voluptuosas con títulos de fantasía, en italiano o latín. Tras la muerte de Siddal, Rossetti se muda a una casa repleta de animales exóticos, donde realiza obras como la Mariana de Medida por Medida de Shakespeare, La Pia de’ Tolomei, de la Divina Comedia de Dante o la mitológica Proserpina, las tres con historias de amores infelices, con engaños y ocultamientos, como representación de su íntima relación con Burden.

Jane Burden - Dante Gabriel Rossetti
Extractos de “Mariana” (1870), “La Pia de’ Tolomei” (1868) y “Proserpina” (1874)

Quizá el summum de esa idealización sea la fantástica Astarte Syriaca, de 1877, una diosa fenicia que representaba el culto a la madre naturaleza, a la vida y a la fertilidad, pero también era la exaltación del amor y los placeres carnales. La enorme obra de 183 x 107 cm, que hoy se encuentra en la City Art Galleries de Manchester, fue un punto de quiebre en el affaire, ya que Burden tuvo que posar muchísimas horas en las que notó la adicción que el pintor tenía por el hidrato de cloral, una de las primeras drogas utilizadas en psiquiatría con un efecto de sedante.

Pero la belleza física de Burden no fue su único atractivo y no solo cautivó a los miembros de la Hermanda. Su fuerte personalidad, su enorme capacidad discursiva, la convertía en el centro de atención de las reuniones de la clase alta, donde sus comentarios sardónicos podían incomodar a las mujeres de las buenas costumbres.

Jane Burden Dante Rossetti
Astarte Syriaca

En estos encuentros conoció a Violet Paget, prolífica escritora franco-británica feminista que fue recuperada a finales del siglo pasado, que firmana sus obras como Vernon Lee y que la convirtió en la heroína de la novela La señorita Brown (1884). Este personaje, a su vez, fue la modelo que inspiró a Eliza Doolittle de George Bernard Shaw para Pygmalion (1914) y, obviamente, para la adaptación cinematográfica de George Cukor, Mi bella dama (1964), en la que fue interpretada por Audrey Hepburn.

En 1884, conoció a Wilfrid Scawen Blunt en una fiesta. Mantuvo un relación no tan secreta con el poeta y activista político por casi una década. Falleció en 1914, habiendo dejado propiedades a nombre de sus hijas para así asegurarles un porvenir sin necesitar de un hombre.

De todas las mujeres relacionadas a la Hermandad, Jane Burden fue la única que pudo escapar a la tiranía de los mandatos sociales, a las habladurías sociales que pesaban más que una cruz y fue forjando su propio destino. Fue, dentro de todas las prisiones invisibles, la más libre de todas.

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