A los 76 años, el aspecto de esta bisabuela y fanática de la jardinería no se emparenta con alguien vigente en la élite del mundo del deporte. La presencia -común, sencilla- que irradia en cada paso se contrapone con la magnitud y relevancia de su figura. No obstante, se trata de una eminencia para el atletismo. Ans Botha, la protagonista en cuestión, tiene en sus espaldas una destacada carrera de casi cinco décadas, que hoy se encuentra en su punto más alto.
El pasado 24 de noviembre, Botha fue distinguida como la mejor entrenadora del globo por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo. Se ganó el reconocimiento al ser parte fundamental en la evolución de uno de sus dirigidos: Wayde van Niekerk, un velocista sudafricano multigalardonado en los últimos años y comparado con Usain Bolt. Y también por la historia de motivación y sacrificio que la derivó a este momento.
En su juventud, Ans fue velocista. Ex corredora de sprints y competidora de salto de longitud, representó a Namibia, su país natal. Tuvo una carrera como atleta digna, pero sin grandes logros. Y su nombre se perdió en el transcurso de la década del 60. No iba a sobresalir hasta mucho tiempo después, debido a un episodio en la escuela a la que asistía su hija.
En 1968, Botha, ya retirada de las pistas, asistió a una clase de educación física y percibió algo que la indignó: “Los maestros estaban parados con los brazos cruzados mientras los niños corrían arriba y abajo varias veces y luego terminaban”, contó. Y acotó: “Me di cuenta de que mi hija tenía potencial y fue frustrante que no hubo interés o ayuda para guiar a estos jóvenes”.
Esto la impulso a “ponerse el buzo” de coach para estar al frente de los alumnos desde ese entonces, sin importar las largas horas de viaje para asistir a cada sesión y el hecho de hacerlo ad honorem. “No hubo apoyo financiero ni nada de eso. Empecé a entrenar por el amor, la pasión y el entusiasmo que tengo hasta hoy”, confesó.
En 1990 se mudó con su esposo a Bloemfontein, Sudáfrica, donde reside hasta el día de hoy. Comenzó a trabajar como jefa del equipo de atletismo de la Universidad de Estado Libre, lugar en el que forjó la gran trayectoria internacional. Actualmente, dirige en su mayoría a estudiantes de la institución. Bajo su tutela tiene a cargo 26 atletas. Entre sus pupilos, la “Tía Ans” -como la bautizaron afectuosamente en el ambiente- tiene un lazo especial con van Niekerk.
La relación comenzó a concebirse después del último ciclo olímpico de 2012, cuando se conocieron en el complejo universitario. Por entonces, el joven había arrancado la carrera de Marketing, aunque Botha ya lo había detectado tiempo atrás, en el Campeonato Mundial Juvenil de Moncton, en 2010, donde la deslumbró con sus cualidades (en la competencia terminó cuarto).
Sobresaliendo en distancias cortas en la categoría junior, a van Niekerk lo acosaban las lesiones. Por ello Botha lo orientó a modalidades más extensas, de 200 y 400 metros, y lo alejó de las pruebas de salto en alto para mejorar la capacidad de resistencia, alargar el período de recuperación y aliviar la carga muscular. Así, ambos emprendieron un camino plagado de éxito.
El progreso fue notable y se tradujo en rápidos resultados positivos. En abril del 2013, van Niekerk logró el primer puesto en los 400 m del campeonato nacional. En ese mismo año debutó en un campeonato mundial. Y en 2014 obtendría la medalla de plata en los Juegos de la Mancomunidad.
Al año siguiente llegaría el despegue definitivo. El sudafricano se consagró campeón mundial de los 400 m llanos, distinción que repetiría en 2017 (en Beijing y Londres, respectivamente). En el medio quedó la máxima consagración: fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río 2016, con récord incluido de 43,03. Aquella marca se sumó a otra muy valiosa: cuenta con el récord de ser el único en la historia que pudo correr las pruebas de 100 m, 200 m y 400 m en menos de 10, 20 y 44 segundos respectivamente.
Paciencia, resistencia y perseverancia son los tres ejes sobre los que Botha se basa para desarrollar la tarea para supervisar a cada alumno. No obstante, en la fórmula del éxito lo más trascendente es primar por una filosofía noble: “La vida no se trata de los años que estás viviendo. Se trata de lo que contribuiste en esos años a tus compañeros”, explica.
“Amo a todos y cada uno de los atletas como si fuera mi propio hijo. Trato de manejarlos como seres humanos con sentimientos, emociones y guiarlos no solo en la pista sino en la vida cotidiana. Mi objetivo principal es que cuando dejan mi entrenamiento, se vayan como personas respetuosas, equilibradas y adorables”, confiesa Ans.
Ahora, la nueva y ambiciosa meta de la dupla está puesta en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. El objetivo es conseguir bajar de los 43 segundos, una marca que hasta hace poco parecía una utopía. Y para lo que Botha no piensa descansar, más allá de la edad o cualquier otro obstáculo que se presente.
Cuenta que para alcanzar el objetivo la pasión y el entusiasmo son los bastiones: “Se requiere mucho sacrificio. Debes estar preparado para estar al lado de la pista durante horas, con viento, lluvia y sol, y aún así, al final de ese día, sientes que ganaste algo y ayudaste a alguien. Si no tienes eso y ves a tus atletas como máquinas, no creo que tengas la satisfacción de sentir que has logrado algo”, concluyó.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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