Carlos Mateos Gil
Madrid, 4 oct (EFE).- El Real Madrid de baloncesto prolongó su mal arranque de temporada al hundirse en su estreno en la presente edición de la Euroliga y claudicar en su visita al Bayern de Múnich, firmando su tercera derrota en cuatro enfrentamientos oficiales este curso tras la de la final de la Supercopa de España contra el Unicaja de Málaga y la liguera en el feudo del recién ascendido Leyma Coruña.
Para encontrar un inicio parecido hay que remontarse a la temporada 2015-2016; cuando el conjunto blanco cedió en las semifinales de la Supercopa de España contra el Unicaja de Málaga; y luego cayó en su debut liguero frente al Valencia Basket y en su primer encuentro de la máxima competición europea ante el Khimki ruso. Pese a todo acabó ganando la liga y la Copa del Rey.
En una campaña con gran cantidad de encuentros, en la que lo importante para un equipo es llegar entonado a los momentos puntuales donde se juega los títulos, los hombres de Chus Mateo tienen margen para corregir el rumbo. Por ello, el entrenador ha pedido paciencia, un bien que suele chocar con la exigencia que siempre rodea a su club.
En cualquier caso, la reivindicación parece legítima toda vez que el plantel se ha visto envuelto en una remodelación más radical que la vivida otros veranos, con la salida de jugadores de sobra adaptados a los automatismos del equipo y la llegada de otros nuevos a los que hay que integrar.
Algunas de esas ausencias han dejado, además, un hueco jerárquico que obliga a dar un paso adelante en ese sentido a otros jugadores. Son las de los veteranos Sergio Rodríguez, Rudy Fernández y Fabien Causeur; quienes llevaban ya muchos años en la entidad, en el caso del primero de ellos repartidos en dos etapas.
Además también han cambiado de aires los franceses Vincent Poirier y Guerschon Yabusele; el primero de ellos consagrado como uno de los mejores pívots del baloncesto europeo rumbo al Anadolu Efes y el segundo de forma sorpresiva con destino a los Philadelphia 76ers tras despuntar en los Juegos Olímpicos, pillando al Real Madrid con el pie cambiado. La lista la completa el base Carlos Alocén.
En su lugar han aterrizado en la capital de España cuatro rostros que no estaban, dos de ellos viejos conocidos. Se trata de Serge Ibaka y de Usman Garuba, que han vuelto para intentar suplir entre ambos el hueco dejado por Poirier. De momento solo el primero ha dejado algún destello, mientras que el segundo intenta readaptarse al baloncesto continental tras su paso por la NBA.
Distinto es lo de Andrés Feliz y Xavier Rathan-Mayes, quienes no habían pisado aún la ‘casa’. Necesitado de un tiempo que en el Real Madrid suele ser más corto que en otros lugares, el base dominicano no termina de ganar peso como rotación de Facundo Campazzo.
Por su parte el canadiense se ha hecho rogar hasta el duelo en Múnich, donde demostró lo que puede aportar entre finales del segundo cuarto y comienzos del tercero. De esta manera ofreció argumentos a su técnico, quien el día anterior había tenido que salir a defenderle en rueda de prensa ante los posibles rumores de que fuera cortado.
“No hay debate sobre eso. No sé quién dice esas cosas tan extrañas, me da igual que se digan esas cosas fuera. Es nuestro jugador y es el mejor que puede haber, no hay debate, ninguno. Más claro no lo puedo decir. La gente intenta hacer daño desde fuera, así de claro, y me gustaría que tuviera un poco más de cuidado porque al final lo que se hace es dañar a la gente que está aquí dentro. No me gusta ser así, pero creo que debo decirlo. Si no lo hacen bien, lo irán haciendo mejor día a día. Que se va uno y viene otro… eso ya no lo sé, no soy futuróloga”, declaró.
A la espera de un posible refuerzo más para parchear el vació dejado por Yabusele, quienes ya estaban mantienen de momento el nivel. Campazzo; el bosnio Dzanan Musa por momentos; y el caboverdiano Walter Tavares, renovado este verano, rinden en el plano individual y siguen siendo diferenciales.
Falta que se sume a ellos el croata Mario Hezonja, cuya continuidad ha sido uno de los grandes éxitos de la sección en el periodo entre temporadas. Baja para la final de la Supercopa por una enfermedad que le produjo fiebre y le hizo perder siete kilos; se perdió ausentó también en Alemania al haber sido padre. Sin él, los de blanco lo han acusado en algunos aspectos de su juego.
En ese sentido, hay situaciones donde se aprecia margen de mejora. El bando madridista ha concedido 83 puntos o más en todos sus choques de este curso y ha entregado porcentajes de tiros de tres del 39% o más en todos ellos. Además, salvo el día de las semifinales de la Supercopa de España contra el Barça, siempre ha perdido en los rebotes ofensivos y en los rebotes totales.
El objetivo es ir poco a poco poniendo solución a los males que afectan al grupo, afinar la maquinaria para que funcione como lo ha hecho durante los últimos años e ir ganando confianza y atrevimiento. A todo ello ayudan las victorias, que empiezan a ser necesarias más pronto que tarde. EFE
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