María Muñoz Rivera
Madrid, 13 ago (EFE).- Desde las pasarelas internacionales hasta los mercados locales, la artesanía se ha convertido en un símbolo de autenticidad, sostenibilidad y creatividad, en prendas veraniegas que apuestan por una vuelta a lo hecho a mano con técnicas tradicionales que se adaptan a las tendencias contemporáneas.
De la mano de la corriente de la moda lenta, que apuesta por ensalzar prendas destinadas a durar en el armario y realizadas con materiales de calidad en procesos de fabricación sostenibles, la artesanía toma pulso como una forma de revalorizar técnicas ancestrales revestidas de tendencia.
Una de las técnicas artesanales más destacadas de esta temporada es el crochet, en prendas que lucen desde Kendall Jenner a Rihanna o Dua Lipa y que firmas como Victoria Beckham utilizan en sus últimas colecciones.
Esta técnica, que se realiza tejiendo con una aguja de gancho, ha sido redescubierta por diseñadores de renombre que la incorporan en sus colecciones de verano. Firmas como Zimmermann, Ulla Johnson y Jacquemus han presentado prendas de crochet que van desde vestidos y tops hasta trajes de baño y accesorios.
Caracterizado por su versatilidad y por permitir la creación de piezas únicas con texturas y patrones intrincados, en la realización de estas prendas, artesanos de todo el mundo utilizan hilos de algodón, lino y otras fibras naturales, promoviendo así la sostenibilidad.
En países como España, México y Brasil, donde la tradición del crochet está profundamente arraigada, pequeños talleres artesanales han visto un resurgimiento en la demanda de sus productos.
Otra técnica que ha captado la atención del foco de la moda es el macramé. Esta técnica de anudado se utiliza para crear una variedad de prendas y accesorios, destaca especialmente en los vestidos de verano, blusas y bolsos.
Diseñadores como Stella McCartney y Dior han incorporado el macramé en sus colecciones, resaltando su potencial para añadir un toque bohemio y sofisticado a cualquier look, mientras que firmas como Paloma Wool la incorporan en bolsos tipo tote de amplia capacidad.
El macramé se realiza a mano, anudando hilos de diferentes materiales como algodón, yute o cáñamo, para formar patrones decorativos y funcionales. Esta técnica, que requiere una gran destreza manual, se ha convertido en un símbolo de la moda lenta, contraria a la producción masiva y rápida de la industria tradicional.
En destinos como Ibiza, Bali y Tulum, el macramé es una parte integral del estilo de vida y la moda local, con artesanos que dedican horas a crear piezas detalladas y personalizadas.
Los bordados también se han posicionado como una técnica artesanal clave en las colecciones estivales. Marcas como Valentino, Gucci y Chloé han destacado el valor de los bordados tradicionales en sus propuestas, incorporando motivos florales, geométricos y culturales en sus prendas.
En regiones como Andalucía, Chiapas y Gujarat, el bordado es una práctica ancestral que ha sido transmitida de generación en generación. Las prendas bordadas a mano no solo son un testimonio de la habilidad y creatividad de los artesanos, sino también una manifestación de la identidad cultural y el patrimonio local.
Palomo Spain o Juan Carlos Pajares son algunos de los diseñadores patrios en utilizar esta técnica, que realizan sus equipos de bordadoras locales, aplicando técnicas que se aprenden de generación en generación de bordadoras, manteniendo así esta herencia cultural.
La tendencia hacia lo natural y sostenible también se refleja en el uso de tintes naturales. Técnicas como el ‘shibori’ japonés o el ikat indonesio, que utilizan tintes extraídos de plantas y minerales, han sido adoptadas por diseñadores que buscan alternativas ecológicas a los procesos de teñido industrial.
Marcas como Eileen Fisher y Patagonia han liderado esta tendencia, creando prendas teñidas con métodos naturales que no dañan el medio ambiente a través de este proceso en el que se usan pigmentos de insectos, hojas, cortezas y raíces para obtener una gama de colores que va del índigo hasta amarillos o rojos vibrantes. EFE
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