Madrid, 8 jun (EFE).- Kylian Mbappe despide aire fresco y también nostalgia, con acciones improvisadas trazadas desde la imaginación, únicas, contempladas a cuentagotas, y otras solo al alcance de los elegidos, como los de antaño.
La evolución de este parisino de solo veintidós años parece no tener fin. Nadie discute ahora que es uno de los grandes, una de las estrellas que permanece a la espera de heredar el reinado establecido durante más de una década por Leo Messi y Cristiano Ronaldo.
Consolidado en la élite y ya con cierta madurez después de seis años asentado en el fútbol de alto nivel después de su debut con el primer plantel del Mónaco con solo dieciséis años, asume su condición de gran reclamo de la Eurocopa, un escaparate a su altura donde nunca ha estado y donde pretende sobresalir.
No es la primera gran cita de Mbappe el torneo continental. El atacante del París Saint Germain dejó su impronta tres años atrás, en el Mundial de Rusia 2018, donde no se dejó afectar por la magnitud del evento y donde se reafirmó como un jugador único, sin igual.
El tercer jugador más joven en defender los colores de Francia, tras Eduardo Camavinga y Maryan Wisniewski, se coronó campeón en Moscú, donde se consolidó con una demostración de fuerza. Anotó cuatro tantos. Uno de ellos en la final y un doblete frente Argentina, en la fase de grupos. Fue ante el equipo sudamericano donde el parisino, especialmente, se exhibió.
Mbappe arrancó en su propia área tras una pérdida de balón en ataque de Argentina. Nadie le paró. Ni a la fuerza. Ejecutó una cabalgada imposible, fuera del alcance de ningún rival. Metros y metros en carrera. Un esprint interminable, un eslalon tras otro hasta alcanzar las cercanías de la portería rival donde fue trabado,de mala manera, por un defensa que solo así le hizo callar.
Penalti que transformó Antoine Griezmann para asentar la victoria gala sobre Messi y compañía y reafirmar la candidatura francesa hacia el triunfo final.
La nostalgia invadió al seguidor durante un tiempo. Encontró en Kylian Mbappe el recuerdo de la autoridad de antaño de Ronaldo Nazario. De galopadas imposibles, acelerones y cambios de ritmo con el nueve a la espalda de Brasil, del Barcelona, del Real Madrid o del Inter. Acciones de talento y fuerza. De virtud y delicadeza, pero también de vigor y poderío. O Fenómeno.
Asentado como uno de los mejores futbolistas del mundo cada semana asoma el francés a su debut en una Eurocopa. Está acostumbrado a ganar Mbappe, no contempla otra cosa. Salió campeón con la sub’19 en el Europeo 2016 y del Mundial absoluto en Rusia, donde se erigió en el jugador más joven en marcar en una final desde Pelé.
Hijo de un emigrante camerunés, creció en una ciudad dormitorio próxima a París alimentado por la cultura del deporte. Su padre fue jugador y ejerce ahora de técnico y su hermano también es futbolista. Su madre se dedicó al balonmano. Todo alrededor de un balón.
Siempre fue precoz el parisino que atravesó escalafones de dos en dos. Llegó al Mónaco con catorce años y dos después ya formaba parte del primer plantel, dirigido por Leonardo Jardim. Se convirtió ya en el debutante más joven, por encima del mítico Thierry Henry al que volvió a superar cuando meses después se estrenó como goleador del equipo monegasco que terminó por derribar la dictadura del París Saint Germain y conquistar la Ligue 1.
No había nada igual y en plena época de escasez de estrellas la de Mbappe iluminó como la que más. Las ofertas se agolparon en el despacho de su padre, representante. Se debatió entre la magnitud del Real Madrid y la fortaleza y el sentimiento francés que le ofrecía el París Saint Germain, donde recaló hace ya cuatro temporadas. 132 goles en 171 partidos subrayan la rentabilidad del delantero que estará cerca del medio centenar de partidos internacionales cuando la Eurocopa baje el telón.
A un año del final de su contrato con el club parisino Kylian Mbappe se ha convertido en la joya del mercado. No asoma preocupación alguna detrás de esos 178 centímetros que respiran aparente tranquilidad y frecuente sonrisas. El Real Madrid vuelve a ir detrás mientras en París se inquietan por cerrar un compromiso y que continúe.
En la Eurocopa dará que hablar. La gran amenaza rival y la mejor baza del poderoso bloque de Didier Deschamps, condenado a prolongar la autoridad demostrada en el Mundial y sumar su tercera corona continental, la primera desde hace veintiún años.
Santiago Aparicio
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