
La Internacional Liberal es una organización de partidos políticos liberales formada en 1947 en Oxford, Inglaterra, apenas tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial y un año antes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Formada por un total de 104 fuerzas políticas en todo el mundo, transcurrió los años de la Guerra Fría protegiendo principios liberales “frente a las ideologías que llegaban con la imposición de la Unión Soviética en Europa del Este” y con el fin de evitar “los horrores de la Segunda Guerra Mundial”, como explicó a Infobae Juli Minoves, su presidente desde el 2014.
El ex canciller del Principado de Andorra y embajador de ese país en España visitó Argentina en un contexto nada fácil para quienes defienden la democracia liberal, mientras los modelos autoritarios de Rusia y China ganan adeptos, los partidos populistas de izquierda y derecha avanzan en Europa y figuras polémicas como la de Jair Bolsonaro llegan al poder en países tan importantes como Brasil.
De hecho, los partidos que pertenecen a la Internacional gobiernan sólo en Canadá, Taiwán y Costa de Marfil, y pertenecen a las coaliciones gobernantes en Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Suiza, entre otros.

Pero eso no parece haberlos detenido, y el año pasado lanzaron un nuevo manifiesto político resaltando los principios de libertad, igualdad y comunidad, con un mercado “sin los límites que establecen los monopolios pero tampoco una economía disociada de los intereses de los pobres y la comunidad en su conjunto”.
-¿Por qué es importante una Internacional Liberal hoy?
Porque contrariamente a lo que pensó Francis Fukuyama en 1992 de que se había acabado la historia, la historia continúa. Y aunque ya hemos superado lo que se llamó la Guerra Fría, tenemos otros desafíos importantes que contrarrestan con el orden liberal. Uno es el populismo. Tenemos un populismo muy activo en la izquierda con el desastre al que ha llevado en Venezuela, pero también con los líderes de derecha que si bien no están triunfado están teniendo una enorme atención tanto en América como en Europa.
Luego el fundamentalismo. Ya hemos visto que nos cambió la vida luego del 2001, vimos que había una capacidad por parte de fundamentalistas de alterar el orden de los estados con nuevas guerras que se originaban con ataques indiscriminados.

Y también el autoritarismo “soft”, como el caso de Hungría. El primer ministro habló hace dos años de su admiración por lo que él llama “democracia iliberal”, ¿y qué es eso? Bueno, esta concepción de que con que haya elecciones más o menos libres después se hace lo que se quiere. Se ataca a las libertad de expresión, de prensa, y durante los cuatro años que dura el mandato hasta las nuevas elecciones más o menos libres, porque sin las libertades plenas de una democracia es difícil presentarse en elecciones.
-¿Se puede hablar entonces de un retroceso del liberalismo en el mundo en la actualidad?
Hay desafíos, no sé si es un retroceso, pero puede haber un retroceso importante en el futuro y por eso debemos reaccionar. Cuando asumí el liderazgo de la Internacional Liberal en 2014 comencé una reflexión con nuestros partidos miembros y actualizamos nuestro manifiesto para confrontar estos desafíos.
-Los principios de esa “Declaración de Andorra” son muy similares a los que están detrás del surgimiento de la ONU y de la Declaración Universal de Derecho Humanos, pero precisamente en el mundo de hoy este modelo multilateral parece en cuestionamiento
Bueno, el manifiesto de Oxford de 1947 se hizo un año antes de la declaración, lo consideramos como un precursor. Pero hoy día no sólo se cuestiona el multilateralismo a nivel político, sino también a nivel económico y comercial, y nos preocupan estos impulsos proteccionistas importantes que aparecen en la actualidad. Estamos, sin embargo, contentos con el hecho de que Canadá ha podido mantener la cuestión del arbitraje en su negociación de un nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos y con Donald Trump, lo que para el multilateralismo del comercio y el libre mercado es muy importante, y por lo tanto no soy tan pesimista.

-Al respecto de Europa, siempre se habla de los desafíos que presentan los gobierno de derecha de Hungría y Polonia, ¿pero cómo ve la situación en Alemania, donde la canciller Merkel acaba de anunciar su retiro programado de la política tras un duro revés de los partidos de centro y el avance de los verdes y la ultraderecha?
En Alemania, aunque haya crecido la derecha extrema, y nos preocupa muchísimo, dudo que con su pasado que ha tenido se aparte mucho del centro. Es un país, al fin y al cabo, que tiene grandes coaliciones con partidos de centroderecha y centroizquierda. Hay muy pocos países donde se tienen este tipo de coaliciones tan enormes entre partidos opositores. Y luego hay una gran tradición de consenso en política y economía que no se ve en otros lugares en Europa. Alemania no me preocupa tanto, aunque sí me preocupa la subida de la ultraderecha, pensábamos que ya habíamos dejado atrás eso.

-¿Y qué desafíos presenta para los liberales la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, un presidente electo que propone una vía economía liberal y al mismo tiempo un programa político restrictivo?
-Primero, provoca la repulsión clara y directa de los liberales del mundo hacia su discurso misógino, sexista, homofóbico y a favor de los regímenes militares. Nos manifestamos claramente en contra de esto. Pero volvemos un poco a esa unión de la derecha económica y una derecha irrespetuosa de los derechos de las personas. No podemos estar de acuerdo, los liberales somos integrales en lo económico y lo político. Vamos a ver cómo va del discurso a la práctica, pero nos preocupa mucho, porque lo que presenta Bolsonaro no se distingue mucho de lo que dice China: hay que restringir los derechos de las personas para poder alimentar el crecimiento económico. Eso no se aguanta de ninguna manera. Lo que ha hecho rico al mundo en estos últimos doscientos años ha sido la democracia liberal. Por eso ahí no vemos un camino. Es un populismo de derecha con economía liberal, que marginaliza a una parte importante de la población y estigmatiza. El problema es que en Brasil ha habido tanta corrupción, y la corrupción mina la confianza en las instituciones y en el estado de Derecho. La hemos visto en América Latina y también en Europa. Desde nuestro punto de vista, los liberales intentamos atacar este problema.
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FUENTE: INFOBAE NOTICIAS
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