Por Yonathan Van der Voort
PARÍS, 27 mar (Reuters) – El adolescente Charles Chauliac está enfadado porque el presidente francés Emmanuel Macron planea retrasar la jubilación de gente trabajadora como sus padres, y porque se ha saltado el Parlamento para hacerlo.
La mayoría de las tardes de las últimas semanas, este joven de 18 años ha salido a las calles de París para intentar forzar un giro de 180 grados.
Marchando por París, esquivando a la policía, se une a otros jóvenes en protestas espontáneas, coreando: “Estamos aquí, estamos aquí, aunque Macron no lo quiera, estamos aquí”.
La reforma, que aumenta en dos años hasta 64 la edad a la que la mayoría de la gente puede cobrar una pensión, es más relevante de inmediato para sus padres que para jóvenes como Chauliac.
Sin embargo, los jóvenes se han unido a las protestas en número creciente, desde que el gobierno decidió saltarse al parlamento, una preocupación para las autoridades en un país donde tener a los jóvenes de tu lado en las protestas callejeras puede ser decisivo.
“Estamos muy disgustados con la aprobación forzada del proyecto de ley”, afirmó Chauliac.
La última oleada de protestas y enfrentamientos se ha convertido en el desafío más violento, y más grave, a la autoridad de Macron desde la revuelta de los “chalecos amarillos” de la clase trabajadora descontenta hace cuatro años.
“Tengo a mis padres que se están matando a trabajar y perjudicando su salud, y no quiero verlos morir trabajando”, dice el joven, que hace servicio cívico ayudando a los alumnos de un instituto.
Pero el estilo de liderazgo de Macron y la decisión del Gobierno de saltarse el Parlamento han enfadado aún más a muchos.
“Cuando las instituciones no escuchan cuando hacemos manifestaciones más pacíficas y declaradas, hay que encontrar otras formas de actuar y hacerse ver”, dijo Elisa Ferreira.
Chauliac, Ferreira y otros estudiantes se unen a protestas espontáneas gracias a grupos privados en las redes sociales, para evitar que la policía se dé cuenta, dijo, mostrando un mensaje en su teléfono que preguntaba: “¿Quién viene esta noche?”.
Mientras que algunos manifestantes han incendiado papeleras, lanzado piedras a la policía o destrozado escaparates y paradas de autobús, Chauliac insiste en que él no lo ha hecho.
Pero añade: “Está surgiendo un movimiento más radical (…) porque nadie nos escucha”.
(Redacción: Ingrid Melander y Yiming Woo; Editado en español por Juana Casas)
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