En su primer libro, Jennette McCurdy desconcierta a los lectores desde el título: Estoy contenta de que mi madre haya muerto (I’m Glad My Mom Died, en inglés). En esta obra, que quiebra la fantasía en torno a la fama, la conocida actriz de iCarly relata los abusos psicológicos y sexuales que recibió de su madre durante la niñez y adolescencia.
Es un libro autobiográfico y encabeza las listas de best-sellers en Estados Unidos. Parece inevitable que la gente se pregunte qué tiene de particular este libro de no ficción, y por qué llamó tanto la atención de un público joven, especialmente entre los veinte y los treinta años. Hay muchas respuestas y ninguna es, a la vez. Como la intriga que surge al leer el título: “¿Por qué alguien podría estar feliz con la muerte de su propia madre?”.
Jennette McCurdy fue un rostro familiar para las infancias de la generación del 2000 a raíz de su actuación en iCarly como Sam Puckett y, luego, en Sam & Cat, junto a Ariana Grande, en la cadena de televisión Nickelodeon. Este libro también retrata esa época, pero no de la forma en la que los espectadores imaginamos a la divertida e irónica Sam: aunque nos resulte sorprendente, Jennette siempre odió la actuación.
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“Mamá quiere esto más que nadie, pero yo no. Este día fue estresante y poco divertido, y si tuviera la opción elegiría no hacer nada de esto otra vez”. Así recuerda Jennette las primeras presentaciones como actriz. Su madre, Debra McCurdy, la obligaba a ir al estudio incluso con fiebre. Todo por un deseo frustrado de Debra, quien había soñado con ser actriz en la adolescencia.
Por eso, o simplemente por el placer de controlar a su hija, la infancia de Jennette se basó en trabajo, diferentes cursos para que no la rechazaran de los castings, y un miedo permanente a crecer de todas las formas posibles. Porque eso significaría algo peor: perder el amor de su madre.
La solución que encontró fue práctica. “Bueno, querida, si realmente quieres saber cómo mantenerte pequeña, hay una cosa secreta que puedes hacer… Se llama restricción de calorías” le dijo Debra McCurdy. Y a partir de este consejo, comenzó la etapa de anorexia de Jennette, que continuaría incluso diez años después, con un deterioro físico y mental inimaginable.
La escritora lo cuenta con oraciones simples y cortas, nunca indiferentes para el lector. Habla, por ejemplo, de la cantidad de veces que se pesaba por día (mínimo, cinco) y la falta de menstruación que padeció por años. Pero tal vez, lo más aterrorizante sea el relato que hace de las ceremonias de limpieza de su cuerpo.
Hasta los 16 años, la encargada de bañar a Jennette era su madre. Era ella quien le colocaba shampoo y la enjabonaba de pies a cabeza, incluso pasando por sus partes íntimas. Era ella quien le depilaba las piernas. Y quien se largaba a llorar cuando uno de sus hijos le preguntaba si se podía bañar solo, aunque fuera por única vez. Este retrato es uno de los más fuertes en toda la historia, y te deja con un sabor amargo en la boca durante el resto del libro.
La salvación de Jennette llegó a través de la escritura.
A su madre no le gustaba que ella escribiera. Cuando le mostró una pequeña historia que había terminado, su madre le dijo “Espero que no te guste la escritura más de lo que te gusta actuar”, y con eso quiso sellar el futuro como autora. Pero no pudo.
Este libro es la forma que toma la liberación, es el retrato de una sobreviviente. Durante toda la obra, Jenette retrata a una madre narcisista, mediante una narración cruda y directa. Despojándose de cualquier adorno, solo basta la imagen descarnada que se crea en la mente del lector para entender el sufrimiento de Jennette.
Debra McCurdy murió en 2013, de un cáncer de mama que había aparecido por primera vez a fines de los años 90 y había reaparecido en 2010.
En esta historia no podemos hablar de finales felices o tristes. Tampoco de finales. Solo hay un acto de evocación. Incluso, en algunos momentos, una forma de sobrellevar problemas serios. Pero así como el autor crea su historia la historia crea a su autor, y gracias a esta autobiografía, Jennette logra reinventarse. Si uno busca su nombre en Google, aparecerá primero como “escritora” y, después, como actriz. Y esa es su reivindicación.
* Este artículo fue producido en el marco del Taller de Periodismo Cultural de Anfibia
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