Investigadores de la Universidad de Texas descubrieron un ancestro de cocodrilo de 215 millones

Académicos de la Universidad de Texas en Austin descubrieron una nueva especie de aetosaurio, llamada Garzapelta muelleri. (Getty Images/Kenzo Triboullard)
Académicos de la Universidad de Texas en Austin descubrieron una nueva especie de aetosaurio, llamada Garzapelta muelleri. (Getty Images/Kenzo Triboullard) (Kenzo Triboullard/)

Un grupo de académicos de la Universidad de Texas en Austin descubrió los restos de una nueva especie de aetosaurio, un ancestro prehistórico del cocodrilo, llamado Garzapelta muelleri, que vivió hace aproximadamente 215 millones de años. Esta revelación, publicada en la revista The Anatomical Record, arroja luz sobre las características y el entorno de estos seres que habitaron la Tierra durante el período Triásico, entre 229 y 200 millones de años atrás, precediendo al período Jurásico.

El Garzapelta muelleri se distingue por su coraza dorsal fosilizada, que ha sido recuperada en un estado de conservación del 70%, incluyendo piezas importantes desde la región del cuello y hombro hasta el final de su cola. “Por lo general, se encuentra material muy limitado”, dijo a ABC News, William Reyes, estudiante doctoral en la UT Jackson School of Geosciences y líder del estudio.

Este aetosaurio, cuyos fósiles fueron hallados en el condado de Garza, al noroeste de Texas, presenta una anatomía comparada a un cocodrilo de la actualidad, pero con una armadura ósea que lo hace semejante a un armadillo, de acuerdo con Reyes. “Garza” hace referencia al condado de Garza en el noroeste de Texas, donde se realizó el descubrimiento, y “pelta” en latín significa escudo, indicando la corpulencia bien protegida del aetosaurio.

La clasificación de Garzapelta muelleri como nueva especie destaca por sus placas osteodérmicas únicas y marcas distintivas en los huesos. (William Reyes/Universidad de Texas en Austin)
La clasificación de Garzapelta muelleri como nueva especie destaca por sus placas osteodérmicas únicas y marcas distintivas en los huesos. (William Reyes/Universidad de Texas en Austin) (William Reyes/)

La elección de su nombre, Garzapelta muelleri, rinde homenaje también a Bill Mueller, paleontólogo de la Texas Tech University que inicialmente desenterró el esqueleto del aetosaurio junto al colector aficionado Emmett Shedd en 1989. Tras el fallecimiento de Mueller en 2019, colegas y estudiantes han continuado su labor, culminando algunos de sus proyectos pendientes, entre ellos, la identificación de esta nueva especie.

La investigación comparó el esqueleto del Garzapelta con otros aetosaurios antiguos, encontrando similitudes significativas pero también características únicas que confirmaron su clasificación como una nueva especie. La formación de las placas osteodérmicas y las marcas y crestas distintivas en los huesos de Garzapelta lo diferencian de sus parientes más cercanos. “Desde su descubrimiento original, muchos especialistas en aetosaurios han estado perplejos por la identidad taxonómica de Garzapelta”, explicó Reyes.

“Garzapelta es un gran ejemplo de lo impresionantes que son estos animales y es increíble estar en una posición para presentar al público los ‘tanques caminantes’ que existieron millones de años antes de los dinosaurios anquilosaurianos”, dijo el líder de la investigación.

La coraza dorsal fosilizada del Garzapelta muelleri, conservada al 70%, fue descubierta en el condado de Garza, Texas. (William Reyes/Universidad de Texas en Austin)
La coraza dorsal fosilizada del Garzapelta muelleri, conservada al 70%, fue descubierta en el condado de Garza, Texas. (William Reyes/Universidad de Texas en Austin) (William Reyes/)

El estudio reveló que las placas de Garzapelta contienen características singulares, como la forma en que se ensamblan y los patrones de bultos y crestas en los huesos, lo que lo distingue claramente de otras especies conocidas de aetosaurios.

A medida que el estudio progresaba, los investigadores se enfrentaron al desafío de clasificar a Garzapelta debido a las similitudes en la armadura con otras especies, lo que indicaba un caso de evolución convergente. Por ejemplo, la armadura a lo largo de su espalda se parecía a la de una especie, mientras que los picos en su estómago señalaban a otra. Fue entonces cuando determinaron que los picos habían evolucionado de manera independiente, proporcionando la pista necesaria para situar adecuadamente a Garzapelta en el árbol genealógico de los aetosaurios.


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