-“¿Qué tal tu teléfono? No habrá dejado de sonar”.
-“He tenido llamadas desde todas las partes del mundo”.
Quien pregunta entre risas es Ilia Topuria, flamante campeón de peso pluma de la UFC, y quien responde, prolongando el tono jocoso es Valentín, miembro de su equipo que ha sido víctima de una broma suya hace pocas horas. El luchador saluda de manera afable a Laura y David, igualmente integrantes de su comitiva. Todo ello lo hace escoltado por otra persona de su confianza y bajo una naturalidad y cercanía que acompañan al luchador durante toda su conversación con Infobae España, en la que realiza un repaso vital y deportivo a su figura, la de un campeón. “Mi equipo me hace el camino bastante fácil”, asegura Ilia.
Topuria se sienta tranquilo y habla con aplomo, desde la seguridad de quien ha conseguido todo lo que se ha propuesto manteniéndose fiel a sus valores. Transpira confianza y paz. Se le ve cómodo y perfectamente instalado entre la calma y la tormenta que se desata cada vez que sube al octógono a pelear. “Siempre supe que iba a convertirme en el mejor del mundo. Fue la recompensa a un objetivo que me puse hace muchísimos años. Me he demostrado que si tienes una meta y visión clara, cualquier cosa se puede conseguir en esta vida. Cuando era pequeño y mi madre me dijo que había encontrado un gimnasio para apuntarme, al principio me generó rechazo porque lo desconocía, pero mi padre me convenció. Da igual de dónde vengas si sabes hacia dónde vas”, comenta.
Ilia va para deportista perenne, de esos que son recordados por su talento y por ser pioneros, sólo así se explica que tuviera a todo un país despierto a las seis de la mañana pendiente de un deporte históricamente desatendido en España. Y viene de un largo camino recorrido bajo el paraguas del esfuerzo, capacidad de resiliencia, convicciones y fe en Dios, valores inquebrantables del luchador hispano-georgiano. “Yo le entrego mi cuerpo y él actúa por mí. He basado mi vida en la Biblia. Todos nacemos con un propósito y nos lo da Dios. Sólo tengo miedo a perder su bendición, porque estoy bien bendecido”.
El Matador se ha consagrado como uno de los mayores luchadores de la UFC y las MMA entrenando en suelo español. Ahora su vida tiene otra ciudad marcada con letras doradas: Los Ángeles. Allí tumbó a Volkanovski y se hizo con el cinturón de campeón. Nació en Alemania, tiene orígenes georgianos y creció en Alicante, dónde se comenzó su relación con las artes marciales mixtas. “Ya cuento con el DNI español”, asegura orgulloso. Era otro de sus objetivos más anhelados y ha llegado después de un largo camino dentro de nuestras fronteras. “Trabajé como hamaquero en la playa de Alicante con mi hermano. Después di clases en un gimnasio de Murcia. Le agregué el trabajo de cajero en una tienda de ropa y de portero para liberar a mi padre, que trabajaba ahí durante la semana. Entonces trabajaba de lunes a lunes en la playa, los miércoles daba clases, viernes y sábados de cajero y domingos como portero. Si algo quieres, algo te cuesta”.
Pregunta. Ha pasado un mes desde que convertiste en campeón de la UFC ¿Cómo se encuentra física y mentalmente? ¿Cómo ha gestionado la explosión mediática?
Respuesta. Me siento muy bien. Ayer fue un día largo y bonito -juró la bandera española- pero estoy recuperado al 100% de todo lo que he vivido estos meses. Son momentos de agradecimiento los que estoy experimentando. Siempre es bueno recibir cariño y amor de tu gente. En parte me esperaba la explosión mediática. Lo he visualizado en varias ocasiones, pero una cosa imaginarlo y otra vivirlo. No he cambiado nada. Al día siguiente me desperté igual, aunque con un cinturón -de campeón- en mi cuarto, pero sigo siendo el mismo. Fue la recompensa a un objetivo que me marqué hace muchísimo tiempo. Ahora estoy ilusionado con nuevos retos, quiero conseguirlos todos.
P. ¿Cuáles son esos retos actuales? Entre ellos estará pelear en el Santiago Bernabéu ¿Tiene otro escenario para pelear en caso de que no se pueda?
R. El primero era convertirme en el mejor del mundo, luego en español y ahora es pelear en el Santiago Bernabéu. Surgió porque es el único estadio de España preparado para acoger este tipo de eventos. Si no fuera ahí no sé dónde sería. Ahora mismo tengo el Bernabéu. Es como si me preguntas ‘si no sales campeón de la UFC, ¿de qué otra organización sería?’ No lo sé, no hay otra.
P. ¿Cómo recuerda el combate contra Volkanovski casi un mes después?
R. Lo más difícil fue llegar hasta ahí. Después era disfrutar y aplicar todos los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo del camino. Lo único que tenía en mis manos era que yo tenía que dar el 100% para que, en caso de que sucediese cualquier cosa, yo estuviera en paz conmigo mismo y no tuviera ningún tipo de arrepentimiento y duda de si podía haber hecho más. Pero no tuve esa sensación. Me subí al octógono e hice todo lo que estaba en mi mano. Viví una de las preparaciones más importantes de mi vida. Las mañanas en las que me levantada cansado, algo desmotivado o me daba pereza, siempre me decía ‘estos entrenamientos de los que quiero escapar son los que me harán falta dentro del octógono’. Por eso me levantaba y siempre cumplía. Me merecía ganar. Involucré mucho trabajo, muchísimas horas en el desierto, pero no hay un amanecer sin una oscuridad previa.
P. La preparación de la pelea fue a conciencia, parecía que sabía lo que iba a hacer Volkanovski en cada momento.
R. Volkanovski es el luchador al que más he visto de toda la categoría. Se proclamó campeón hace muchos años y ha defendido el cinturón en varias ocasiones. Él era el hombre. Quería pelear con él porque tenía algo que yo quería tener. Estudié todo en profundidad. La clave fue que él se movía mucho dentro del octógono, en forma circular y de un lado a otro, pero después tenía momentos en los que se plantaba para intercambiar golpes. Yo estaba esperando ese momento. Él podía hacer lo que quisiera, moverse o pegarme, yo sólo tenía mantenerme ahí y esperar a que se parara a intercambiar golpes conmigo. Lo presagié, dije que cuando eso sucediera le iba a mandar a dormir y durmió.
P. Hablemos del pesaje. Siempre es una de las partes más difíciles de la preparación. Tengo entendido que hizo el mejor de su carrera para aquella pelea.
R. Sí, ha sido el mejor récord de peso que he tenido. La única vez que he dado el peso la noche anterior del pesaje. También fueron muchos ajustes. Ahí tuvo mucho que ver mi mujer, que me hizo muchos encajes en la dieta. Cambiamos la alimentación a todo orgánico, sin conservantes, ni aditivos y basándonos en la medicina homeopática. Cuando está sa un nivel alto, los pequeños detalles marcan la diferencia. Mi alimentación siempre fue buena, pero siempre se puede mejorar.
P. ¿Cuándo acaba el combate que es lo primero que come?
R. Al salir del octógono me llevaron a una sala en la que estaban los médicos para realizarme un chequeo y ya me tenían preparada una pizza -risas-. Volví a mi cuarto y no tenía nada, sólo un bote de Nutella que me había puesto el nutricionista para recuperar después del pesaje previo a la pelea. Era lo único que tenía, no me aguanté hasta llegar a la cena.
P. Cuando gana sube al octógono con las banderas de Georgia y España, dónde ha vivido la mayor parte de su vida. ¿Qué significa España para usted? ¿Cómo valora que se haya agilizado su obtención del DNI español a raíz de su victoria?
R. España es el sitio, mi lugar favorito para para estar desde los 15 años. Por la forma que acogieron a mi familia, el cariño que nos dieron desde el primer día. Me llena de orgullo haber podido devolverles una pizca de todo lo que nos han dado, porque nos han permitido tener la oportunidad de luchar por una vida mejor. Por eso hemos venido aquí. El jueves tuve la jura de bandera, ya cuento con mi DNI español. Vivimos en el mejor país del mundo. Las cosas hay que cultivarlas, la gente quiere recoger sin antes sembrar. Yo planté y cuando tuve resultados recogí y me dieron mi reconocimiento. No voy pidiendo por ahí, si me lo merezco, bienvenido sea. Y muchísimas ganas.
P. Hablemos del aspecto mental. ¿Preparó la pelea contra Volkanovski con psicólogos deportivos?
R. No he trabajado con ningún psicólogo en esta preparación. Estaba mentalmente inquebrantable. Te lo digo de verdad. Era como ‘yo he luchado para llegar a este momento’. Nadie me había puesto una pistola en la cabeza para ponerme en esa posición. Yo lo soñé, lo visualicé y medité. Era algo que yo siempre quería. Entonces, si Dios me estaba dando la oportunidad de vivir mis sueños, algo que yo había visualizado hace mucho tiempo, lo único que me quedaba era disfrutarlo. Y fue lo que hice. Lo disfruté.
P. Hasta ahora está invicto. ¿Se ha preparado para saber lidiar y gestionar la derrota si se produce?
R. Si tú haces siempre todo lo que está en tus manos, no hay derrota. ¿Qué derrota? Si yo me preparé, si yo me quedo con todos los conocimientos que voy adquiriendo a lo largo de la preparación, no hay fallo personal. ¿Tocó perder? Tocó aprender, no pasa nada. No hay mal que por bien no venga. Hay que recibir todo en esta vida, pero nunca hay que quedarse con la sensación de poder haber hecho más, que eso es lo que yo nunca siento. Por eso siempre me siento un ganador. A mí no me identifica o cambia mi persona una victoria o una derrota. Soy el mismo al ganar que al perder.
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